Capítulo 22

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Después de compartir con su esposo más de tres semanas —posteriormente del acalorado encuentro que tuvieron el día que Hamilton la visitó—, Lisa empezó a angustiarse al darse cuenta que sus sentimientos hacia Jaden eran cada vez más intensos; y no exactamente por las joyas, chocolates ni flores que le regalaba —ni los vestidos que le compraba—, sino por esa forma tan dulce y atenta que tenía para tratarla en el día, y esa tan ardiente y apasionada para amarla por las noches.

¿Cómo era posible que todo haya cambiado tan pronto para ella?

No negaría que en un principio quiso huir, pero luego se dio cuenta que no podía deshonrar a su familia, ella tenía que cuidar la reputación de todos porque Riley tenía un prometido, alguien que la tomaría como esposa y lo mínimo que querría sería que su reputación fuese intachable.

Lisa creyó que después de su noche de bodas las cosas mejorarían para ambos, pero Windsor no colaboró mucho en ciertos aspectos; sólo la visitaba en el lecho y después se perdía la mayor parte del día, dejándola sola y decepcionada. Los días solían ser aburridos y siempre se preguntaba qué estaría haciendo, con quién estaría y si al menos estaría pensando en ella.

Todo se le hizo más complicado al no poder quitárselo de la cabeza.

Él no mostraba interés en decirle nada y ella cada vez quería saber más de lo que fue de su vida los cinco años que no supo nada de él.

¿Dónde quedó Sabrina? ¿No se suponía que era la mujer de su vida?

«Deja de pensar en eso».

Tragó con fuerza.

Debía dejar eso en el olvido, pronto cumpliría dos meses de casada, su relación conyugal había mejorado bastante desde aquella tarde en la que Hamilton se ofreció a ser su amante y Jaden llegó en el momento preciso para confirmarle sus sospechas: amaba locamente a su esposo.

Ella se había quedado ojiplática y muda, jamás creyó que el conde le pediría algo así, y como resultado había usado mal las palabras y el conde terminó besándola.

Era extraño... Siempre pensó que su primer beso fue malo por su falta de experiencia, pero no... Cuando los labios de Windsor tocaban los suyos el mundo se movía a su alrededor; en cambio, con Hamilton, solo quería ser liberada.

Por un momento pensó que Windsor no le creería, pero cuando la besó sintió su pasión e ira contenida. Él quería marcarla como suya aun sabiendo que ya lo era; y ella, quería hacer todo lo que estuviera en sus manos para que le creyera, pues Lisa solo lo deseaba a él.

Desde ese día Hamilton no volvió a aparecer más, fue clara respecto a sus sentimientos hacia Windsor y él los respetó de muy mala manera, deseándole suerte en su matrimonio.

—Dos peniques por tus pensamientos.

Se volvió hacia su hermano.

No esperaba que Ross estuviera en la casa de sus padres a esa hora, normalmente él siempre trabajaba la mayor parte del día.

—Creo que me estoy enamorando de mi esposo —soltó de pronto y extendió la palma de su mano—. Me debes dos peniques.

Su hermano sonrió y sacó una moneda de su levita.

—Un chelín por ser tan honesta. —Se lo entregó y la sonrisa de Lisa se ensanchó como si se tratase de una niña pequeña a la que acababan de regalarle un dulce. Ross tomó asiento frente a ella y la observó con curiosidad.

No era que le faltase dinero, Windsor la tenía como reina, pero vamos... adoraba cuando Ross le regalaba dinero.

—¿Él lo sabe?

Aliados del Amor 01 *Libertinos Enamorados*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora