Capítulo 18.

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A la mañana siguiente se despertó a primera hora como de costumbre y fue el primero en recibir la invitación a la fiesta de los condes de Lincoln, un evento que le pareció oportuno para que Lisa y él se mostraran como un feliz matrimonio.

Le dejó la orden al mayordomo de que Lisa aceptara la invitación y —después de dejarle los bombones que compró para ella la noche anterior— se retiró hacia la casa de Beaufort, el lugar que se había convertido en su refugio para mantenerse a salvo de Lisa mientras la tempestad siguiera en su vida. Beaufort lo recibía sin objeción alguna, podría ser muy rico pero después de todo, su mesa era enorme para una sola persona.

—Sigo pensando que no es lo correcto. La estás tratando como si temieras que te traicionara —le comentó él en cuanto a su relación. A pesar que trataba de mantener a todos al margen, era sabido que Beaufort sacaría sus conclusiones.

Y que las acertaría. Claro está.

—No puedo confiar en ella. —Lisa intentó engañarlo, ella quiso entregarse a Hamilton aun sabiendo sus intenciones de matrimonio—. Ella me odia, podría usar cualquier debilidad en mi contra.

—¿Por qué lady Windsor te odiaría? —Beaufort frunció ligeramente el ceño y él evitó seguir con el tema. No podía decirle que la engañó, que la hizo suya cuando ella creía que era otro hombre el que la amaba con aquella intensidad—. ¿Por obligarla a casarse contigo y no con Hamilton?

—En efecto.

Él no tenía por qué saber que se hizo pasar por él mientras le hacía el amor. Algo que muy en el fondo, no lamentaba.

—No creo que lady Windsor esté deseosa de venganza. Además, Hamilton sólo fue un corto enamoramiento, si hubiese sido algo serio, ella no se quedaría en tu casa tan tranquila esperando tu regreso.

—Ella se pasa las tardes fuera de casa —comentó distraído—. Suele ir a visitar a su madre. Eso es lo que me informan de ella.

—¿Estás seguro que eso es así?

Dirigió la mirada hacia Beaufort, inquisidor.

—¿Por qué no estarlo?

—Porque tú mejor que nadie sabe lo entretenido que puede llegar a ser un romance prohibido con una mujer casada.

Imposible. Lisa no lo haría. Ella no se acostaría con otro, ella le era fiel, podía sentirlo en sus besos y caricias. No dudaría, ¡no podía hacerlo!

—Mi duquesa no es ese tipo de mujer.

—Tu duquesa es una mujer más del montón; desea amor y dinero. Es lo que les interesa, y si tú no se lo puedes dar, es más que seguro que buscará a alguien que pueda proporcionárselo. Uno más dispuesto.

—Le brindo calor, le soy fiel y...

—Pero no protección. Sin quererlo, estás mostrándole que ella es solo tu punto de desfogue por las noches.

Decir que estaba equivocado sería un error, tenía abandonada a su mujer, pero aun así, Lisa le prometió fidelidad; y más le valía cumplirle, no se creía capaz de soportar una traición viniendo de ella. Se volvería loco.

Después de desayunar, ambos se dirigieron al club para cuadrar cuentas pendientes y verificar las ganancias de la última semana. Windsor siempre pensó que el club era un negocio rentable, pero ahora que sabía perfectamente cómo funcionaba, podía garantizar que era un negocio fenomenal. Si todo seguía así de bien, en menos de un año podría tener más del doble de su primera inversión.

Sutherland y Ross se unieron a ellos para la hora del almuerzo y como de costumbre Ross tenía miles de asuntos que tratar, como deudas que cobrar y mucho dinero que cobrar. El conde no le había hecho pregunta alguna en cuanto a los términos de su matrimonio con Lisa, siempre fue el tipo de hombre que prefería no inmiscuirse en asuntos que no eran de su incumbencia, y en el fondo se lo agradecía.

Hablaron sobre el nuevo proyecto que tenían en mente: ese que consistía en dejar que las damas de la nobleza adquieran una membresía y pudieran caminar por el club enmascaradas. Era una idea atractiva si se tomaba en cuenta que había muchas mujeres dispuestas a pagar una fortuna por conocer las instalaciones de Triunfo o derrota. Sin embargo, estaba la aceptación de sus miembros masculinos ante la idea, pues no sería muy cómodo pensar que sus esposas podrían estar paseándose por el edificio mientras ellos disfrutaban de sus amantes.

—Podríamos probar —espetó Sutherland, esta vez un poco más serio de lo normal—. Una mascarada abierta que les permitiera acceder, ahí sabríamos que opinan nuestros peones. Además, no siempre debe saberse que serán damas las que ingresarán.

—Le escribí a Aberdeen y me expresó su desagrado —espetó Beaufort y Windsor asintió comprendiendo al vizconde, el segundo socio mayoritario del club.

La persona que le sugirió a Beaufort iniciar un emprendimiento.

—No por uno desecharemos la idea —gruñó Sutherland, su mirada verdosa destilaba veneno—. ¿Hablaste con Blandes y Grafton?

—Como socios dijeron que apoyarían lo que se creyera más conveniente.

—Excelente respuesta para librarse de la fase más complicada —dijo Ross.

—No estaría mal probar —acotó él y todos intercambiaron miradas.

Eran siete socios; cuatro decían que sí, dos que apoyarían lo que fuera más conveniente y uno que vivía en Francia y no quería aprobar el proyecto.

—Pensaré las fechas y mañana elegiremos el día.

Beaufort ya había tomado la decisión.

Aprovechando que todo terminó temprano, Windsor se dispuso a retirarse para ir a su casa y pasar algo de tiempo con Lisa —llevarla a pasear, sentarse a conversar con ella o lo que sea que su mujer quisiera—, hasta que las palabras de Sutherland lo dejaron tan frío como el Támesis en invierno.

—Por cierto, vi a lady Windsor con lord Hamilton caminando por Hyde Park. 

Denme amor 😍 😍

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Aliados del Amor 01 *Libertinos Enamorados*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora