Capítulo 27

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«Y a veces hay personas que nacieron para amarse, pero de vez en cuando, porque cuando están juntas son tóxicas y tan letales que se destruyen tanto y piensan que estando separados es mejor. Lamentablemente es verdad.»



Nunca me gustó jugar a las cartas porque de alguna u otra forma hacen trampa, también porque me dan recelo por el hecho que cuando quieres "saber tu destino" se hace a través de ellas.

Un simple pedazo de cartón con figuras intangibles para algunos, son el camino para otros.

El destino y el azar son nociones determinantes que nosotros elegimos sin darnos cuenta.

El orgullo, la terqueza y el no aceptar lo obvio nos llevan por el abismo en el cual se esconden las emociones más oscuras y unas de ellas es el resentimiento que se puede convertir en odio, dolor o crueldad.

Ese resentimiento que para algunos los llevan al borde de la locura. En lo personal para mí se volvió tristeza al borde de la ansiedad.

Sí, pienso mucho, vivo sumida en el mar que son mis pensamientos y de vez en cuando se hacen remolinos que me tientan hasta arrastrarme con ellos y hundirme en los recuerdos que un día suprimí y de la nada vuelven.

Todo lo que el mar se lleva regresa ¿no? al borde de la demencia. Estoy colgando en el hilo que queda de mi cordura, suspirando el último aire que pueden dejar entrar mis pulmones y viendo la realidad que inconscientemente hui.

Y al decir verdad, enfrentar la realidad es mucho mejor que alejarse de ella, sientes un peso menos y cuando esté preparada voy a hablar con Savannah, quizá para que me explique, quizá para que me responda millones de preguntas o quizá para despedirme y comenzar de nuevo cuando todos mis problemas estén resueltos.

Recuerdo cuando tenía siete años y mi madre me traía al hospital por una gripe o fiebre, los colores eran vivos, me hacían sentir mejor solo al verlos y me causaba gracia los doctores con sus típicos estetoscopios de animales. No obstante, esto no es pediatría, no son doctores con estetoscopios de animales, no es mi misma madre, y quizá yo ya no soy la misma.

Veo los peces dorados nadar en la prominente pecera del área de psiquiatría, hace máximo un mes que vengo y mi ánimo ha cambiado rotundamente. La doctora Cristal ha fomentado en el cambio y me ha obligado a dejar cualquier tipo de pastillas, sean para la ansiedad o el insomnio hasta el momento y ver los cambios que estas me causaban.

Ha fomentado que salga más para apaciguar la ansiedad y haga ejercicio para quemar energía y poder dormir sin necesidad de una pastilla.

Ella suele citar una hora antes para no dejar pacientes en espera, me ha citado por sesiones y en poco tiempo solo iré por consulta.

—Rosell Melanie —anuncia la voz de la secretaria para que pase, me levanta y la sigo hasta la puerta.

La doctora Cristal está sentada en su silla con su agenda en mano y cuando me ve sonríe con afabilidad.

—Melanie un gusto volverla a ver, tome asiento por favor —me señala el sillón Le Corbusier y me siento. — ¿Cómo te has sentido estos últimos días?

—Bien, todos los días después del trabajo de mi amiga salimos a correr —aseguro acomodándome. La doctora Cristal asiente mientras se levanta y saca mi documento del archivero para retornar a su asiento.

— ¿Cómo vas con la ansiedad? ¿la controlas sin la necesidad de las pastillas? —indaga.

Tengo que admitir que al principio me costó el no tomar una pastilla y tuve que botarlas todas.

—Sí, aunque a veces me cuesta —admito y ella me da una sonrisa.

—Has progresado, ahora vamos más a lo personal —dice y en eso me incomodo un poco. — ¿Cómo llevas la muerte de tu padre?

Giros Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora