Capítulo 21

3.2K 258 24
                                    




«Fuiste mi último te amo, y cabe mencionar que no fuiste el gran amor de mi vida, pero si el que más me afectó y lo recordaré, porque fue el que más quise, no sé a quién engaño, aun te amo.»






—Gracias por traerme, Estefan —sonrío mientras caminamos por el pasillo al llegar a mi puerta me detengo, espero unos segundos viendo un inicio del chico castaño para irse, no obstante, tiene otros planes.

—No importa, el gerente de ese lugar es un... —lo detengo y él se remueve el cabello. No le simpatizó lo que hizo Arquímedes. —soy bueno con las vibras de las personas, pero están muy turbias —al igual que los ojos grises de él, destellos de estrellas perdidas en media tormenta.

Esa hora hasta se me quitó el apetito y me estuvo enviando de un lugar a otro sin propósito alguno. Me mandó a buscar a Martín Escobar y después de una hora caigo a la redundancia de que no hay ningún Martín Escobar en la empresa. Lo que me enojó aun más. Busca la forma de divertirse sin mostrarlo. La forma en que se rio al percatarse que me di cuenta y ni lo disimuló.

—Obstinado —termino por él para que no suelte una vulgaridad. Castillo suspira con un toque de diversión mientras entro al nuevo departamento y le doy paso.

—Bueno, lo que sea —masculla con jocosidad y dejo mi bolso en un sofá oscuro. — ¿Fumas? —en eso le prestó atención. Sacude la cajetilla de cigarros incrédulo.

—Sí, cuando estoy muy tensa —asumo al tratar de hacer tronar mi cuello para eliminar la tensión del enojo. Arquímedes Bernat iba a conseguir que tenga una torticulis. 

—Y al parecer no lo has estado porque está llena —la observa, tiene un toque juguetón en sus gestos, me relaja, no es como Samara y sus charlas del cáncer y la adicción. Lo estoy dejando.

—Puede ser, esta semana se me facilitó mucho y en parte a ti —agradezco sentándome y observando sus movimientos, cualquier acto raro llamo al 911. —por el lugar —doy por hecho.

—Digamos que me lo agradecerías ahora a salir a cenar —mejor si te vas. Opina y se cruza de brazos dejando al ver sus bíceps un poco trabajados. Como si le hubiera dado pereza, a medias. Soy muy mala socializando y amistándome con personas por todas las cosas de la vida.

Me río. Solo su escrutinio es latente y curioso, me tenso. No habla en espera de una respuesta de mi parte. Solo lo conozco dos semanas y no quiero coserme alas o sembrar ilusiones. Ahora no.

—Lo del almuerzo salió fatal y... —me quedé una hora extra y ahora sin ser descortés quiero descansar. Gracias por su atención.

Sin embargo, antes que mi boca logre formular algo de lo pensado, me interrumpe.

—Pero ahora no hay un gerente cascarrabias —cascarrabias, buena jugada, lo aceptaré. — ¿qué opinas?

—Tienes razón —me levanto y sonríe, sus ojos castaños tienen un brillo peculiar y lindo. —deja y me cambio

(...)

—Debe ser desconsiderado ese tal Bernat —apunta a su lista de palabras que me dan risa y a su vez me dan ganas de golpearle el rostro con mi bolso. Es mi arma y algún día la usaré como tal. 

«Es el hombre más atento, cortés, educado y destrozado. Por mi culpa.» 

Las personas mostramos máscaras, y en nuestras mentes ya tenemos grabados los diálogos. Hasta el más tímido puede que su máscara sea la timidez y resulta ser devastador. Ser lo que pensamos que no era.

—Tiene prometida, así que no debe ser tan malo —soltar eso en su defensa hace que se me instale un sabor amargo en el paladar. Porque no sé como es con ella, sin embargo, poseo los momentos en el tiempo en el cual fue todo un amor conmigo, Arquímedes Bernat no tenía ni una pizca de maldad. 

Giros Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora