Capítulo 15

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«Lo bueno y lo malo no existe, eso depende de cómo quieras ver la situación, los dolores están, pero no son permanentes, tú decides si quieres seguir sufriendo, lo único que no decides es cuando tu corazón late aceleradamente por una persona y ahí si preocúpate, porque no sabes cuando esa persona se va, y eso no depende de tu decisión.»



Mi respiración se acelera cuando Eduardo me dijo que la cena era en la casa de sus tíos y por siguiente, padres claramente de Arquímedes, no le podía negar.

Soy tan desgraciada por ir, y desconsiderada por verlos.

Esos señores que me invitaban a comer, o a salir, que me aceptaron como si fuera su propia hija, a los cuales Arquímedes un día me presentó como su novia.

Tengo una enorme corazonada de no ir, pero como le digo a Eduardo que no y como justificarle que sus tíos fueron como mis padres. Los que me apoyaron y terminé defraudando como a los míos.

—Tu miedo no es de verlos sino el de ver a Arquímedes y una parte de ti quiere que sea así —mi orgullo se oprime y quiere salir de mi porque lo dejo en vergüenza. La maldigo a Samara mentalmente y la escruto con la mirada con ironía.

—Si, claro que lo quiero, lo quiero ver lejos —revuelo los ojos al escuchar su risa. —Y no es por ser malagradecida, pero gracias —ironizo, aunque ella sabe que a mí nunca me ha gustado que me ayuden, pero se ofreció a prestarme su ropa para la cena, ya que no tengo mucha ropa formal.

—Entonces ¿por qué te acercas a su familia? —la observo esta vez atreves del espejo, ella sentada en su cama con una sonrisa apática para mi gusto.

Buena pregunta, idiota respuesta.

—Porque el destino es así de desgraciado y así lo decidió —me encojo de hombros, mirándome en el espejo con el vestido suelto y sencillo, como para esta cena de casualidad. No me gusta pintarme, solo me acompaña en mi rostro mi clásico labial rojo.

—Estás demente —se burla, su cabello rojizo está en un moño alto, su pijama de seda es blanco y tiene las uñas de los pies pintadas de rojo, irónico.

«Hay un cierto placer en la locura, que solo el loco lo conoce.»

No contesto. Me suelto mi cabello y lo dejo bailando ante mis movimientos. Samara tiene una copa de vino blanco mientras lee una revista. Dice que eso hace siempre para relajarse.

Me gusta más el vino tinto y al ambiente.

—Yo no sé porque a los famosos les gusta ser muy plásticos, ya mismo con el sol de estos días se derriten —se queja despectiva, bebiendo del vino y frunciendo el ceño mientras ojea la revista. —deberían inyectarse neuronas en vez de botox, o solo lo necesario y no sobrepasarse —da su crítica constructiva.

—Porque tienen dinero y porque pueden, pero las consecuencias llegan cuando se les arrugue la piel —le contesto riéndome por su expresión. —si nos aceptáramos el mundo no sería tan ambicioso y seriamos como Mr. Bean, me recuerda a ti, aunque Deadpool más por lo rojo y... —me tira una almohada en mi cabeza y se la devuelvo.

Cambia de tema lacónicamente. —espero que tu cena sea Eduardo, porque si fuera tú me lo comería hasta sin sal —se mofa, me observa como si tuviera vista periférica y asiente demandando. —y con eso que llevas se terminaran comien... —hago un desdén interrumpiéndola y sonríe con malicia.

—Creo que esperaré afuera a Eduardo —siento que estoy en una sesión de espasmos incontrolables por la tediosa situación. Ella asiente sin mirarme porque vuelve a su revista. — ¿Algo que me tengas que contar? —niega moviendo la cabeza y girando la página a su revista. Insistí.

Giros Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora