Capítulo 34

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Corro a través del bosque. Esquivo las bajas ramas de algunos árboles que parecen querer alcanzar la tierra y salto por encima de las raíces que emergen sobre la superficie. Respiro el aire puro y fresco de las montañas disfrutando de cada paso que doy. No estoy sola pues Vhalo me acompaña unos metros por delante de mí. Sigo su estela blanca que resalta sobre el fondo de vibrantes colores marronáceos y cenizos mezclados con diferentes tonalidades de verde.

De repente, desaparece entre unos frondosos arbustos y acelero para no perderlo de vista. Me cubro la cara con los brazos y me impulso a través de las pequeñas hojas. Disminuyo el ritmo hasta que me detengo por completo junto a él. Tardo apenas unos segundos en reconocer la parte del bosque en la que nos encontramos. Un estrecho árbol de corteza clara marca el final del territorio de los lobos. Mis ojos caen sobre Ryker, quien no deja de gruñir con sus garras clavadas en la tierra junto al límite, y a su lado está Ojos azules que parece haberse adaptado bien a su nuevo puesto. Son como la noche y el día, mientras el lobo pardo se haya claramente en tensión, su compañero de manada más joven y de pelaje negruzco permanece calmado. Al observarlos juntos me doy cuenta de por qué Vhalo estaba tan convencido de que ambos estuviesen en la misma zona.

Ryker es un lobo volátil y difícil de controlar más aun cuando hay humanos cerca como es el caso, cinco personas al otro lado de la línea fronteriza, por suerte Ojos azules actúa como amortiguador conteniendo la situación.

— ¡Amara, cariño! —grita mi madre en cuanto me ve.

A pesar de la sorpresa, sonrío sintiendo la alegría de volver a verla y me apresuro a su encuentro. Cruzo el límite del territorio y nos fundimos en un profundo abrazo al que mi padre no tarda demasiado en unirse. Su olor familiar me hace cerrar los ojos e inspirar con fuerza. Mi madre llora. Las lágrimas caen por su rostro mientras repite una y otra vez lo preocupada que ha estado. Cuando por fin consigo reunir la fuerza suficiente como para alejarme de su reconfortante y tan necesitado abrazo, la humedad sobre sus mejillas se ha secado quedando sólo la rojez de sus ojos y su nariz congestiva.

— Me alegra tanto que estés bien —dice mi padre pasando su mano por mi cabello, recogido en una larga trenza, como si todavía fuese una niña pequeña.

— Te aseguré que lo estaría —le recuerdo.

Vhalo jamás permitiría que me pasase nada y ahora que no sólo formo parte de la manada, sino que además la lidero a su lado, tampoco lo permitirían el resto de lobos.

— Todos estamos aliviados de que estés bien — interviene entonces Letha quien ha permanecido en silencio durante el emotivo reencuentro junto a uno de los cazadores que suelen acompañarla y Milo, cuyas manos se encuentran ocultas en el interior de los bolsillos de su chaqueta vaquera claramente más tranquilo que los demás —. Pero no hemos venido sólo para comprobar tu seguridad.

— Tú dirás —respondo poniéndome inmediatamente sería y entrando de nuevo en territorio de los lobos... aunque supongo que ahora también puedo considerarlo como mío.

Mis dedos se deslizan brevemente sobre el suave pelaje de Ojos azules al pasar y camino hasta detenerme junto Vhalo, que se mantiene imperturbable controlándolo todo con sus brillantes e intensos ojos rojos. Mi madre se remueve incómoda al verme tan cerca del gran animal, pero aguarda en silencio. Letha eleva la visera de su gorra para poder tener una visión más amplia y continúa.

— Nos preguntábamos si sería posible recuperar el cuerpo

— ¿El cuerpo? —repito sin entender a qué se refiere.

— El cazador que murió durante el ataque del oso —aclara Milo hablando por primera vez.

Lo miro y mi corazón se contrae con dolor al ser esas las primeras palabras que recibo de su aparte, pero supongo que después de todo lo que ha pasado y de cómo quedaron las cosas entre nosotros, no debería esperar otra reacción. Su mirada repasa al imponente lobo blanco a mi lado y capto la tensión en su mandíbula. Hago a un lado esos pensamientos y me centro en lo que estábamos hablando. El cuerpo del cazador muerto. Casi había olvidado el sonido que hizo su cráneo al ser aplastado por los poderosos dientes de la gran bestia negra y la sangre que salpicó mi rostro.

Señora de los lobos © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora