Capítulo 21

108K 10.6K 1K
                                    

— ¿Qué estamos haciendo aquí? —pregunta Milo con un deje de desconcierto.

Golpeo una pequeña piedra de bordes redondeados con la punta de mi bota y ésta sale disparada zambulléndose en las gélidas aguas del río. Su caudal baja con gran velocidad frente a nosotros desapareciendo entre los numerosos árboles que nos rodean.

— Esperar

— ¿Esperar a qué? —puedo escuchar la angustia en su voz y el nerviosismo que claramente lo inunda.

Sonrío bajo la sombra de mi capucha que me protege de las persistentes gotas de lluvia. Esta es una tormenta que parece tener la intención de durar varios días y noches.

— Al lobo blanco

— ¿Qué acabas de decir? —pregunta él creyendo no haber escuchado correctamente. Da un paso más cerca de mí. Coloca una mano sobre mi hombro y me insta a dejar de mirar al río para enfrentarlo a él —. No hace mucho que me has asegurado que no iban a seguirnos.

Suspiro. Debido a que mi coche seguía atascado en el barro nos hemos visto obligados a dejarlo abandonado con la intención de volver a por él cuando la tormenta amaine. Milo condujo su camioneta roja siguiendo mis indicaciones. Al principio seguimos la línea exterior del bosque hasta una zona donde sus grandes árboles parecían más alejados los unos de los otros. Había el suficiente espacio como para que la camioneta pasase sin problemas y así lo hicimos. Nos adentramos unos pocos kilómetros en el bosque bastante lejos de los confines del territorio de los lobos. Finalmente, indiqué a Milo que aparcase próximo a la orilla del río justo al lado de un pequeño puente de piedra. Apenas se levanta un metro del agua y sus laterales están surcados por profundas grietas, un aspecto descuidado que desentona con su fuerte y firme estructura.

— Necesitamos averiguar el punto exacto donde mataron a Galindo —sólo así tendremos una oportunidad de llegar a la verdad.

— ¿Y piensas que un lobo va a ayudarte? —exclama poco convencido —. La lluvia ya habrá borrado cualquier pista que pudiese haber quedado. Olores, huellas, sangre... el agua acaba con todo ello en apenas unos minutos, Amara. No hay nada que podamos hacer.

— Tal vez nosotros seamos incapaces de encontrar algo —después de todo somos simples humanos y, aunque nos creamos superiores, en muchos aspectos estamos limitados —. Pero tengo la esperanza de que el olfato e instinto de un lobo si pueda hallar un rastro.

Los ojos de Milo se entristecen. Acaricia con sus húmedas manos mis mejillas frías y suspira pesadamente.

— Estoy preocupado por ti, Amara. ¿Cómo puedes creer que una bestia te va ayudar sin más? Son animales... sólo eso... animales.

— Te equivocas —niego apartando sus manos y dando un paso atrás de repente reacia a su contacto —. Son mucho más que simples animales, Milo. Son capaces de sentir, tener compasión, cooperar... Hay tanto en ellos que jamás serías capaz de comprenderlo.

El sonido de la lluvia nos envuelve intentando ahogar nuestras voces y respiraciones. El cielo teñido de gris por las tormentosas nubes se torna cada vez más oscuro pues las horas pasan acercándonos a la noche.

— Entonces, explícamelo —pide —. Haz que lo entienda.

De repente, él se congela con los ojos fijos en un punto tras de mí. Me giro y descubro a Vhalo saliendo del cobijo de la alta vegetación que cubre la zona. No digo nada mientras sigo sus lentos andares con mirada escueta. Sus poderosos músculos se mueven siguiendo una ola de adelante hacia detrás con cada paso que da y su claro pelaje ondea deslumbrante sobre el fondo oscuro y triste del bosque. Sus ojos de color rojo intenso chocan inmediatamente con los míos, pero acaba apartándolos como si no tuviese el mayor interés en mirarme. Sin embargo, permanece más tiempo observando a Milo tras de mí. Muestra sus dientes y gruñe de forma amenazadora mientras sigue su camino en dirección a la orilla del río. Milo agarra mi mano con fuerza y, finalmente, Vhalo aparta sus ojos centrándose en su tarea. Su hocico baja y comienza a olisquear cada centímetro de tierra, cada brizna de hierba, cada roca y cada palo, no dejando nada a su paso sin comprobar.

Señora de los lobos © #1Where stories live. Discover now