Capítulo 11

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— ¡Ni se te ocurra, Christopher ! —ralentizo el paso cuando escucho el alto tono de mi madre, parece enfadada —. No voy a dejar que la despiertes.

— ¡Y yo no voy a dejar que mi hija duerma en el suelo!

Oh, genial.

— La acabamos de recuperar y si prefiere dormir en el suelo, antes que en su cama, que así sea. Por mí como si quiere hacerlo en la bañera. Con tal de saber que está en casa y a salvo, no me importa.

Melania —suspira mi padre.

Quien me diría a mí que se armaría semejante revuelo por el simple hecho de elegir el suelo antes que un mullido colchón. No quiero que mis padres sigan discutiendo por una estupidez así, por lo que tomo una profunda inspiración e irrumpo en la cocina de forma tranquila.

— Oh, cariño. ¿Te hemos despertado? —pregunta mi madre con arrepentimiento.

— Creo que hasta el vecino se ha enterado de vuestra discusión —comento de forma distraída mientras abro la nevera y busco en su interior por algo de comer —. Y, para vuestra información, la única razón por la que estaba durmiendo en el suelo es porque la cama me resultaba incómoda. Supongo que tendré que volver a acostumbrarme, eso es todo.

Cargo toda la comida que puedo en mis brazos y cierro la nevera con un movimiento de cadera. Mi padre no parece muy feliz por mi explicación.

— ¿Dónde has estado durmiendo hasta ahora? No, mejor. ¿Qué te ha pasado? ¿Dónde has...

— Basta, Christopher. ¡Dios bendito! Déjala en paz. Acaba de llegar a casa y ya la estas atosigando con tantas preguntas —la postura de mi madre no deja espacio para la réplica, pero mi padre no parece rendirse tan fácilmente y abre la boca para... —. ¡No! He dicho que es suficiente.

Descargando los alimentos sobre la mesa, me siento y disfruto de los alimentos. Casi lloro con el primer trozo de queso de cabra casero y el fuerte sabor del chorizo. Comida real... cuanto te he echado de menos. Frente a mí, mis padres continúan con su disputa. Básicamente y, para resumir, mi padre teme que esté más "traumatizada" de lo que aparento tal y como el médico sugirió ayer. Entorno los ojos frente a eso, pero entonces me pongo a analizar las cosas y dudo.

¿Es raro el querer sentir un suelo que se mantenga firme bajo uno mismo? ¿Inamovible y por el que se transmiten las vibraciones que alertan de la llegada de una posible amenaza?

¿Es raro que me sienta incómoda al llevar los brazos cubiertos por la abrasadora tela cuando llevo meses sintiendo el aire directamente sobre mi piel?

¿Es raro tener pesadillas y sueños extraños con gente que no conoces?

Los pensamientos dan vueltas en mi cabeza sin control. Creía que estaba bien. Que había pasado meses rodeada de lobos y aun así había conseguido mantenerme entera. Supongo que no he sido más que una ilusa. Dejo la manzana que estaba devorando sobre la mesa y me encamino fuera de la cocina.

— ¿Amara? ¿Va todo bien? —pregunta mi madre con preocupación.

— Sí —murmuro distraída y con la vista fija en alguna otra parte —. Sólo necesito algo de aire.

— Vale aamm... déjame cambiarme y voy contigo —responde apresurándose por la cocina.

— Me gustaría estar sola un rato, si no te importa

Mi madre duda y lanza una mirada a mi padre sin saber qué hacer. Éste suspira.

— No te alejes demasiado —dice por fin.

Señora de los lobos © #1Where stories live. Discover now