Me acerqué a la cama de Blas y le susurré al oído.

-Despierta Blas, joder, no nos puedes hacer esto. Abre los ojos por favor, Vicky te necesita, como no te despiertes se levantará y se va a hacer daño.

Me apetecía tanto ver esos increíbles ojos azules. Le cogí la mano izquierda.

-Dame la mano nena -le pedí-.

Vicky me tendió su mano derecha y las uní poniendo la mía encima. Mi amiga suspiró mientras lloraba emocionada.

-Blas, despierta mi amor, estoy aquí, contigo.

Yo no podía contener las lágrimas, sabía que el dolor del alma de Vicky era mucho más grande que el físico.

-Despertará pronto y dentro de poco, nos reiremos de esto -le dije sonriendo-.

Ví a la enfermera que me hacía señas para que saliera.

-Cariño, tengo que salir, tienes que estar tranquila. Tu madre está de camino y llegará por la tarde, pero estamos todos ahí fuera. No se te ocurra moverte o le digo a la enfermera que te lleve lejos de Blas -sonreí y le dí un beso en la frente-. Por cierto, he conocido a la madre de Álvaro.

-¿Está aquí? -preguntó sonriendo-, ¿y que tal?

Si Vicky tenía ganas de cotillear me hacía pensar que estaba mejor de lo que ellos pensaban.

-Es como Álvaro, amorosa, cariñosa y muy guapa.

-Una suegra así está genial nena -seguía acariciando con su mano la de Blas-.

-¿Quien ha hablado de suegras petarda?

La enfermera me miraba con cara de querer asesinarme. Volví a poner la mano de Blas sobre su cama y le dí un beso a Vicky que volvía a llorar.

-Cálmate nena, en un ratito será la hora de visita y vuelvo a entrar. Por cierto, que Álvaro me ha dicho que quiere que le pegues.

-En el fondo le gustó -rió mientras se quejaba de dolor-.

-Tendré que probarlo -bromeé-, te quiero mogollón amiga.

-Y yo a tí nena, y a ellos -puso su mano en mi barriga-, ¿tú estás bien?

-No te preocupes por mí, hazlo por cuidarte tú.

Al girarme mis lágrimas empezaron a desbordarse otra vez. Dejarla allí sola me rompía el alma. Salí y Álvaro me abrazó tras la puerta.

-Tenéis que salir fuera, por favor -dijo la enfermera-.

-Un momento -le pidió Álvaro-. Venga Vero, no te vengas abajo, que se va a recuperar.

-¿Y si no lo hace?, ¿Y si no lo hacen ninguno de los dos?, ¿Y si....

Me besó y no me dejó terminar la frase. Fue un beso dulce, tierno, de esos que te tiembla todo el cuerpo porque sabes que perteneces a esa persona aunque no quieras. Pero yo sí quería y cada minuto que pasaba quería más.

-Vamos -tiró de mi mano-, salgamos antes de que nos prohíban volver a entrar.

Le dedicó una de sus sonrisas a la enfermera que se ruborizó. Le dí las gracias y salí tras él. Ahí estaban todos, hechos un mar de lágrimas, incluídas Encarni y Mercedes. Les contamos lo que habían dicho los médicos tranquilamente y de repente todo se volvió silencio. Las madres se marcharon a la cafetería con la excusa de tomar algo, pero yo sabía que en realidad sentían que sobraban entre nosotros, que nos necesitábamos unos a otros. Dani estaba sentado en el suelo entre las piernas de María. Carlos tenía a Marta entre sus brazos como si la necesitara para seguir de pie, y David y Paula se abrazaban sin consuelo. Sin embargo, mi situación había cambiado. Álvaro y yo estábamos sentados uno junto a otro, pero sin siquiera mirarnos a la cara. Magí llegó y nos reunimos todos en torno a él, pero no había logrado encontrar nada. Había que localizar a los padres de Blas, pero no teníamos ni idea de como hacerlo. Me estaba ahogando en aquel sitio.

Preferiré morir contigo.... (Auryn  Alvaro )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora