Capítulo 17

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Santi

*

—Si estás esperando un pasado oscuro y deprimente que hará que te compadezcas e intentes cambiarme el corazón, te vas a decepcionar. En realidad no tengo demasiado que contar, mis problemas son como los de cualquier otra persona.

Ella se encogió de hombros.

—Quizá tengas razón —concedió—, pero no dejan de ser tus problemas y me interesaría conocerlos.

—¿Por dónde debería comenzar? —me pregunté mirando el techo.

—Por el comienzo, por supuesto.

Sonreí.

—Todo empezó una mañana nublada de un seis de septiembre de 1997, donde el chico más talentoso que has conocido en tu vida salió del vientre de su no siempre amorosa madre... ¿Te parece bien así?

—Oh, eres Virgo. —Se llevó una mano al mentón—. Ahora tiene mucho sentido, de verdad tienes muchísimas características de un Virgo, no se me había ocurrido antes.

—No me digas que eres de esas... —suspiré, negando con la cabeza—. ¿También lees el horóscopo en las mañanas para saber qué te deparará el día?

—No, en realidad lo leo los domingos. Y sé que lo preguntas en burla pero debo decirte que El Arquitecto de Sueños jamás se ha equivocado cuando echa las cartas de los signos en su programa. Creo que es lo que más extraño de mi país, lo escuchaba siempre.

—¿El Arquitecto de S...? —quise repetir pero perdería energía en pensar o hablar sobre algo tan incoherente y absurdo como el horóscopo o cosas del zodíaco—. No quiero saber más del tema, te tenía en un altar.

—Yo tampoco pienso discutir contigo al respecto, no es mi culpa que tengas la mente cerrada. Ahora bien, sigamos. Me ibas a contar sobre ti...

Supuse que no habría manera de seguir evadiendo el tema. Por un lado sentí desesperación por levantarme y marcharme de allí, ya que no tenía razón para tener que explicarle a nadie algún detalle sobre mi vida. Además, no había exagerado cuando le dije a María Jesús que nada grave había sucedido en mi pasado; lo único que me perseguían eran tontos dramas familiares, principalmente unos padres que no terminaban de asumir que habían tenido un hijo y que, entre ellos, llevaban una vida de mierda. Pero ¿cuántos no padecían de ese mismo mal? No era como si lo mío fuera algo excepcional.

Por otro lado, claro que quería contárselo todo; no la parte superficial que a veces charlaba con mis amigos, en especial con Pacho. Ella me transmitía un no sé qué que me obligaba a compartirle lo bueno y lo malo. O quizá solo lo quería hacer para sentir que me aproximaba más a una persona a la que ya no sabía cómo seguir manteniendo a mi alrededor, aun cuando no estaba seguro de lo que quería con ella. Supuse que si le contaba más sobre mí y me abría como ella estaba esperando que lo hiciera, las cosas no volverían a ser las mismas entre nosotros. ¿Querría yo eso? ¿Estaba dispuesto a soportar las risitas bobas de la gente cuando nos mirara, las bromas de mi banda, e incluso chistes de Pauli, solo porque había algo en María Jesús que me gustaba?

Su mano alcanzó mi mejilla y la acarició con dulzura.

—Si no quieres hablarlo, no importa —murmuró.

En ese momento lo supe. Claro que estaba dispuesto.

—La relación de mis padres es complicada. Por un lado, Enzo, mi padre, tuvo que adaptarse al estilo de vida de Julia, mi madre. Él no provenía del mismo círculo social y para poder estar con ella, tuvo que ganarse primero a mi abuelo y este lo indujo a su mundo, al de negocios y lobbies políticos. Supongo que cuando el amor deja de ser amor y se convierte en trabajo, todo lo que sucede después es un conjunto de desgracias.

Contracorriente © [EN LIBRERÍAS] [Indie Gentes #1] ✓Where stories live. Discover now