Capítulo 06

78K 7.9K 5.7K
                                    

Dedicado a Erin_La_Manzanita por tanto cariño y apoyo💜

Maju

*

Mi primera semana y media en Buenos Aires había transcurrido muy rápido y el balance general de mi vida se encontraba en positivo.

En primer lugar, me llevaba bien con la mayoría de mis compañeros, sin embargo, con quienes me juntaba en todos los recesos y algunas tardes después de clases seguían siendo Marina y Clara. En adición, Marina se abría cada vez más conmigo cuando llegábamos a casa.

En segundo lugar, cada vez me sentía menos incómoda en casa de los Righieri y no sentía la necesidad de llorar cada vez que colgaba una llamada con mamá. No había podido hablar con papá, aunque no era como si yo insistiera demasiado: tenía muchísima tarea y solía pasar horas hablando con mis dos nuevas amigas.

En tercer lugar, me llevaba muy bien con el hermano de Clara. No sabía si esto era un punto positivo o negativo, ya que una parte de mí intuía que quizás había algo más allí que yo me negaba a reconocer, no obstante, él tampoco lo había verbalizado. La tarde que nos llevó a almorzar a Puerto Madero, resultó ser divertida y congeniamos bastante. Con la presencia de mis amigas, claro está. Lo que ellas no notaron fue que, cuando se distraían, Matías solía sonreírme de una forma particular que me hacía sonrojar. Era casi como si esperara a que ellas voltearan para poderlo hacer con libertad, y yo aprovechaba cada una de esas oportunidades.

No era como si estuviera coqueteando conmigo, al menos no formalmente, dado que en ningún momento me halagó. Pero no dejaba de pensar que sus pequeños gestos podrían significar algo.

En cuarto lugar, no me estaba yendo tan mal con las asignaturas, a excepción de un pequeño obstáculo: el tercer día de clases, cuando Santiago y yo hablamos durante la evaluación de Historia, se nos agotó el tiempo y no pudimos contestar ni siquiera la primera pregunta. Gracias a mi insistencia y mi cara de Bambi perdido en el bosque —palabras de Santiago—, la profesora Eloísa nos dio la oportunidad de un ensayo de recuperación el cual todavía no habíamos hecho por un par de motivos:

Uno: él parecía evitarme con bastante ahínco durante las clases, por lo que asumí que se habría tomado a mal algo que le dije en aquella conversación. Dos: no habíamos tenido mucho tiempo libre entre materias para discutir cómo haríamos el trabajo; quise sugerirle que nos reuniéramos después del colegio, pero parecía tan decidido a evitarme que lo descarté con el pasar de los días. Supuse que me tocaría hacerlo sola y agregar su nombre en la hoja.

Y, aun así, me encontraba haciendo una línea fuera del Buenos Aires Rock para verlo tocar en vivo.

Cero dignidad y mucho masoquismo.

En mi defensa, Santiago había enviado por el grupo de WhatsApp del salón una imagen promocional de su presentación y muchos se apuntaron. O al menos fingieron hacerlo, porque Marina y yo no reconocimos a nadie en la fila hasta que llegó Clara, cuya primera reacción fue calificar aquel bar como un «sitio de mala muerte».

—¿Creen que nos dejen pasar? —pregunté—. Tenemos diecisiete.

—Yo tengo dieciocho —corrigió Clara—, de todas formas no creo que digan nada. En este tipo de sitios —señaló la puerta de manera despectiva— con mostrar un billete, pasas sin problema.

—Tampoco deberías preocuparte —me consoló Marina—, con esa pinta que llevas pareces mucho mayor, a lo mejor ni te piden identificación. Ya había venido a este sitio antes y no ponen muchas trabas, de hecho, casi nunca hay fila para entrar a excepción de los días en los que hay presentaciones en vivo, como hoy.

Contracorriente © [EN LIBRERÍAS] [Indie Gentes #1] ✓Where stories live. Discover now