Tu nombre

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El sol fue quien terminó por despertarlo, pero estaba completamente desorientado. No sabía qué hora era ni dónde estaba.

Dylan se levantó del suelo, sintiéndose algo adolorido. En definitiva no fue buena idea dormir así en el suelo. Por algún motivo sintió que debía ver su mano derecha y lo hizo, aunque solo había un rayón de plumón negro.

—¿Qué hago aquí? —murmuró —¿Qué estoy haciendo?

Algo que solía hacer cuando estaba solo y perdido en sus pensamientos, era ver su mano derecha

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Algo que solía hacer cuando estaba solo y perdido en sus pensamientos, era ver su mano derecha. No había nada, pero siempre tenía la sensación de que algo ocurrió en su momento que dejó marcada esa parte de su cuerpo, pese a que no fuera de manera física.

Ahora iba mirándola mientras viajaba en el metro, de nuevo a otra entrevista de trabajo. Aunque hubiera asientos vacíos, él solía ir parado junto a las puertas para mirar por las ventanas que tienen. Cuando iba llegando a la siguiente estación, vio de reojo una cabellera rubia que juraba haber visto en otra parte.

En cuanto se abrió la puerta salió para ver si esa persona seguía ahí, pero no fue así. Hizo una mueca casi imperceptible mientras regresaba al vagón. Debió verse ridículo haciendo eso.

Siempre estoy buscando algo. Este sentimiento me consume hace tiempo.

Al llegar a su entrevista, como siempre intentaba explicar que eligió ser un paisajista porque es importante plasmar los lugares donde vive la gente, ya que podrían desaparecer de una u otra manera, pero también para construir nuevos paisajes. Sin embargo, sus argumentos nunca parecían válidos para los que lo examinaban. Ni aunque les dijera que buscaba hacer felices a las personas con su trabajo. Igual, siempre agradecía la oportunidad antes de irse.

Tomó un sorbo de su café y luego suspiró.

—¿Así de mal? —preguntó Ki Hong —¿Ya cuántas van?

—Ya perdí la cuenta —respondió Dylan.

—No se escucha alentador —dijo Jacob riendo.

—¿A ti quién te preguntó? —replicó el de lunares.

—Yo creo que es por el traje —bromeó Ki Hong.

—¡Es igual que el tuyo!

—Pues yo tengo dos ofertas —dijo Ki Hong.

—Yo tengo ocho —añadió Jacob.

Dylan no podía pedir mejores amigos para que le dieran apoyo moral. Antes de que pudiera decirles algo más, le llegó un mensaje. Sinceramente le sorprendió ver de quién era.

 Sinceramente le sorprendió ver de quién era

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Your name (Dylmas)Where stories live. Discover now