A sus ojos, Helios y Selene, eran los más puros y nobles de corazón entre los cinco. Porque entre ellos no había comparaciones, ni competencia, ni reclamos.

—Padre—dijo Selene encontrándose a su padre sentado en la colina más alta de la isla observando como Neptuno y Artemisa competían en el horizonte mientras Gaia se reía de ellos comiendo frutas y toda clase de manjares producidos por la tierra que ella dominaba.

—Mi pequeña astéri—Nimeon sonrió a su hija pidiéndole que se sentara a su lado y ambos observaron el horizonte.

—Este mundo es tan grande—empezó a decir Selene y Nimeon guardó silencio admirando al igual que su hija la gran extensión que los rodeaba—. Mis hermanos han hecho un buen trabajo con la tarea que les has encomendado, padre—Nimeon la observó con ojo crítico—. Helios está también muy orgulloso de lo logrado.

—¿Dónde está el pequeño? —Selene sonrió.

—Sabes que Helios adora los paseos durante el día—murmuró—. Largos paseos iluminados por la luz que proviene de la tierra naturalmente. Gaia hizo un buen trabajo abriendo un hueco que iluminara todo pero al mismo tiempo creo que ha lastimado su tierra.

—¿Lo crees así? —Nimeon sabio como siempre se interesó por lo que su hija más pequeña tuviera que decir.

—Siento que falta una luz que no signifique dañar a la tierra para tenerla. Algo que solo ilumine la tierra como propósito. He visto a los animales y las plantas y algunas necesitan que exista más luz pero también buscan sosiego. Los animales parecen no descansar jamás. Nosotros somos seres mágicos, padre. No conocemos el cansancio, no conocemos el hambre. Pero los animales que domina Artemisa algunas veces quieren un lugar donde la luz no se refleje para descansar, me lo han dicho.

—¿Te lo han dicho? —fue sorpresa lo que se reflejaba en su voz.

—Ellos hablan conmigo. No sé sus nombres, no sé lo que son pero hablan conmigo cuando me siento sola—Selene vio de nuevo el horizonte—. Ni Gaia ni Artemisa me toman en cuenta para sus juegos, mucho menos Neptuno que viaja constantemente por las grandes extensiones de agua que gobierna. Helios es el único que juega conmigo, pero aun así él prefiere la soledad y sus paseos.

—¿Te sientes sola? —Nimeon vio con tristeza a su pequeña de cabello blanco y de ojos azules y brillantes.

—Creo que la soledad puede darte paz algunas veces—Selene sonrió—, pero otras veces te trae tristeza. No me gusta sentirme triste; pero algunas veces ver como sufre algo que nos rodea me provoca tristeza.

—¿Crees que las cosas sufren a nuestro alrededor a pesar de que tus hermanos cuidan lo más esencial? —Selene se encogió de hombros.

—La tierra sufre al ser maltratada para dar la luz, los animales sufren al no poder descansar. El agua se contamina porque los animales no encuentran más diversión que pasar dentro de ella. ¿No crees que falta algo padre? Falta esa paz que proviene del cerrar tus ojos y pensar en la infinidad del universo. Falta esa paz que te provoque perderte en tus pensamientos, pero al mismo tiempo sentir que tu cuerpo descansa. No para nosotros, pero si para lo que nos rodea.

—Falta una luz propia que provenga de ella misma sin necesidad de lastimar la tierra que habitamos—murmuró el sabio Nimeon—, y también donde esa luz pueda apagarse para descansar pero no apagarse sino cambiar, modificarse para ser aplacible y cálida—Selene sonrió a su padre asintiendo—. Sin duda la inteligencia, la nobleza, y la pureza son parte de ti mi pequeña astéri—le acarició el largo cabello—. Mi pequeña estrella. Tu madre estará muy orgullosa de ti, mi hermoso astro. Mi luz propia.

The Midnight Chronicles TrilogyWhere stories live. Discover now