Capítulo 20 || Un día diferente

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Un leve cosquillo en mi mejilla me saca de un profundo sueño. Permanezco en la misma posición sintiendo el roce de su dedo en mi mejilla, barbilla y asciende nuevamente a mis labios. Seguramente me observa detenidamente sumida en sus pensamientos y el sentir de su tacto en mi piel.

El recuerdo de nuestra increíble noche llega evaporando mi tranquilidad. Su cuerpo fue un templo que profané y no me siento culpable. Amé adorar cada centímetro de su cuerpo. No puedo negar que fue difícil nuestro primer encuentro, pero me demostró con un segundo, prácticamente en suplica, que quedó atrás cualquier rastro de dolor o incomodidad.

Quise ser suave, mantener el control por haber roto la barrera de su inocencia, más no me lo permitió. Le aseguré que era recomendable dejar pasar los efectos propios de su primera vez y no me hizo caso.

Fue demandante, podría asegurar que dominante y por un segundo me gustó perder el poder y verla totalmente entregada, deseosa de más, suplicando más y recordándome porque estaba entre sus brazos, por ese amor que he encontrado me lleva al límite con solo escuchar su voz dulce y ronca susurrando ese te amo que me desarma.

—Estás despierto —susurra, y siento sus labios en mi mejilla, desciende por mi barbilla hasta llegar a mi cuello.

Mi miembro vibra por su caricia, sus labios sobre mi piel son como la braza que aviva el fuego.

Abro lentamente los ojos para verla levantar la cabeza posando los ojos en mí. Una radiante sonrisa adorna sus labios. La contemplo embelesado y más enamorado que nunca. Phoebe es hermosa en cada una de sus facetas, sobre todo ahora que hace con su larga cabellera cobriza enmarañada, su cuerpo desnudo y ese brillo diferente en sus ojos.

—Buenos días, princesa. —Mi voz ronca la divierte. —Despertaste muy activa. —Sus mejillas enrojecen. Me encanta esa reacción de su cuerpo. Algo que no muchas mujeres tienen y, las pocas, no son tan atractivo como lo es en ella y mamá.

Me inclino dejando un fugaz beso en sus labios.

—No es lo que tu pervertida mente ha pensado. —Arqueo una ceja.

—Pues parece que sí, mira lo que provocaste. —Le señalo con mi mano mi pene, pero no lo mira. Sonrío por el gesto de sus labios. —No te preocupes, yo también te deseo a cada instante. —Deja caer su cuerpo en la cama.

—Te vuelves insoportable. —Me carcajeo. Me giro con dificultad quedando de costado y frente a ella.

Observa el techo pensativa.

—¿Qué pasa por esa cabecita? —pregunto cauteloso al ver que se ha quedado completamente sería.

Phoebe es hermosa. Posee una mirada tierna, pero cuando se vuelve fija e inexpresiva me causa un poco de preocupación.

Sin proponerlo causa el mismo efecto intimidante de papá, y para desgracia de la familia también lo tienen Christopher y Ted. Bueno... Ted el maldito intimida más que todos. Es una versión mejorada de papá, esa mirada penetrante con aire de superioridad, poder y gran capacidad de análisis capaz de saber a la perfección lo que pasa por tu mente.

—Papá. —Frunzo el ceño. La obligo a mirarme.

—¿Qué pasa con papá?

Suspira pesadamente.

—Dijiste que te prohibió estar conmigo de esta manera. —Sonrío para aligerar su preocupación.

—Puedes llamarlo hacer el amor o por su común nombre, sexo —se sonroja—. Y no te preocupes por él, ya lo hablaremos. —Conversación de la cual no saldré bien liado. Omito esa afirmación. —En cualquier momento pasaría, princesa. Somos adultos y nos amamos. Esto era inevitable. —Beso sus labios suavemente. —Acepto que quería hacer nuestra relación formal antes de hacerte mía, mi mujer, pero no me pude resistir. Llevaba tantos meses sin...

Damon Grey #3 (Saga Sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora