160. Estoy dispuesta

3.2K 464 141
                                    

-Magnus Bane -uno de los Dioses, el que presidía el Juicio, lo nombró y al instante Magnus se puso de pie.

Magnus los miraba fijamente, él no iba a agachar la mirada. ¿Por qué lo haría? No hizo nada malo, él fue condenado a ser la Luna, no lo eligió, y todo lo hizo por amar. No tenía por qué mostrarse avergonzado.

Eran en total cinco Dioses mayores, entre ellos el Sol, en su forma femenina, con su largo cabello rubio y sus ojos de esmeralda brillando mientras sonreía a Magnus. -Yo presenté tu caso hace meses, Magnus. Ellos me dejaron hacer un trato contigo. Trato que tú rompiste y, por lo tanto, no puedo abogar a tu favor.

-Pero...

-No se te permite hablar si no es para responder -dijo el primer Dios.

-Y no se supone que traigas invitados, Magnus. Deberías estar solo.

Magnus tragó y, por primera vez, estuvo tentado a agachar la mirada. Sí se sentía vacío, habían sido semanas sin sus hijos, mirándolos desde lejos, ellos reconocían sus caricias, sobre todo Elara, la pequeña a veces permanecía despierta mirando hacia la Luna y extendía sus manitas cuando su luz la acariciaba. Pero no Alec, él no sentía nada cuando Magnus llegaba hasta él...

-Pero no lo está -fue Catarina, aquella constelación que siempre acompañaba a la Luna, quien habló. Ella se adelantó un paso para quedar al lado de Magnus, al otro lado estuvo Tessa al instante.

-Sólo Dioses y seres celestiales pueden estar aquí -gruñó Camille.

Catarina pertenecía al cielo, así que la ignoró. Y Tessa sonrió. -Yo soy hija de la Luna anterior -su mirada retando a Camille a contradecirla, si alguien podía saber que decía la verdad era justamente ella que había vivido tanto.

-Una semidiosa, un Ser de estrellas -Camille hizo un gesto de asco-, y Ángeles, ¡¿Qué hacen un par de Ángeles aquí?! Y además traen a esa criatura...

-Un Ángel mayor -le dijo Raziel.

Ángela alzó su barbilla y atrajo al pequeño Rafa hacia su pecho. -Y él es un Nefilim. No hables así de...

El Dios, que había hablado antes, negó. -Nos referimos a ella. La humana. ¿Por qué está ella aquí?

Esperanza se levantó del lugar donde estaba sentada. Sus ojos azules abiertos enormes, no podía creer que ella estuviera ahí, entre Dioses, Semidioses, Ángeles... Su cuerpo parecía el de siempre, no había huesos rotos ni los muchos golpes que su cuerpo físico, el real, el que estaba en el hospital en la Tierra, tenía.

Los labios de Esperanza se contrajeron, miró a Ángela antes de hablar, ésta a su vez miró a Raziel, él asintió casi imperceptiblemente.

Entonces Esperanza dio un paso más cerca de Magnus. No sabía a qué Dios mirar, así que habló con sus ojos fijos en los verde dorado de Magnus: -Magnus, la Luna, hizo un trato con el Sol. Si demostraba que Alec, Alexander Lightwood, lo amaba a él y no a la Luna, que era un amor libre y no una atadura, él podría bajar para siempre, no sólo durante el embarazo de Alec. Pero tenía que guardar el secreto. Magnus rompió ese trato al revelar la verdad a Alec el día del parto, fue por amor y...

Camille chasqueo su lengua. -No me importa la razón. Rompió el trato...

Magnus habló antes de que Esperanza siguiera. -Tú lo sabías -no era pregunta-, tú has vivido mucho más que dos milenios. Sabías que Alexander y yo nos amamos hace dos mil años. Y no me lo dijiste. Eres una tramposa.

-A mí no me corresponde regresar sus recuerdos a las personas. Ese Ángel fue quien cambió sus memorias, no me culpes de todo. La cosa aquí es que no cumpliste con tu parte y por lo tanto...

Esperanza se aclaró la garganta. El momento había llegado. -Magnus fue Luna cuando lo ofrecieron como sacrificio. Sé de sacrificios voluntarios y...

Miró a Tessa. Ella había querido hacerlo, pero no se lo permitían por ser sólo Semidiosa.

-...y yo estoy dispuesta -terminó Esperanza con una sonrisa-  Por mi amigo, por Alec, por sus hijos, Max y Elara, por mi amiga Ángela y su hijo, Rafa. Y por Magnus. Porque se lo merecen. Estoy dispuesta a tomar su lugar...

La boca de Camille se abrió a la par que sus ojos. No se esperaba eso.

-¿Estás segura de lo que dices, humana? -preguntó el primer Dios.

Esperanza asintió.

-¡Ella no puede! -gritó Camille-. Está muerta, eso no puede ser un sacrificio.

-No está muerta -dijo Raziel muy seguro-. Ella sigue viva y, si no aceptan su sacrificio, tendrá una larga vida.

Los ojos esmeralda de Camille se fijaron en los celestes de Esperanza. -¿Y no despedirte de tu amigo y sus hijos, no conocerlos?

Esperanza no respondió. Así que el primer Dios volvió a hablar. -El Sol tiene razón, ella está ahora en una cama de hospital, no puedo tomar su sacrificio. A menos que...

-¿Qué? -Magnus y los demás miraban al Dios.

-¿Qué edad tienes, humana?

-Veintitrés.

-¿Cuánto más viviría de regresar a su cuerpo? -preguntó a Raziel.

-Al menos esa misma cantidad, eso seguro.

El Dios pidió que lo dejaran hablar a solas con los demás.

Después de una eterna espera, volvieron. -Se acepta el sacrificio únicamente por esa cantidad de tiempo, no indefinidamente como sucedió con Magnus Bane. Veintitrés años ella será la Luna, si después Magnus no tiene alguien para cubrirlo, él volverá a su lugar en el Cielo.

Con eso, al menos de momento, se cerró el caso.

Magnus sonrió. Veintitrés años era mejor que nada.

Después miró a Esperanza y su sonrisa se perdió. -¿Vas a morir? ¿Estarás en coma más de veinte años? Cuando despiertes ya no serás tú, no será tu cuerpo, tu vida habrá pasado, perdida...

Esperanza miró a Ángela, Raziel sonrió. -¿Has oído de los milagros, Magnus?

Porque Raziel había prometido conservar el cuerpo y la memoria de Esperanza, cuando el sacrificio terminara, ella volvería a la vida. No podría recuperar el tiempo perdido con Alec y sus pequeños hijos, pero los conocería y tendría más o menos su misma edad.




CONTINUARÁ...

🙌 ¿se esperaban esto?

Hijo de la luna (Malec Mpreg)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu