Three souls; TaeKook

39.3K 753 311
                                    

-¡No!- Grité- ¡No voy a consentir esto más!

Quería gritarle con tanta fuerza que de alguna forma el ímpetu que usara con mis palabras hicieran que se desplome en el suelo en ese mismo instante. Pero algo me decía que se iba a desplomar mucho antes por todo lo que había bebido. Siquiera podía abrir los ojos.

-¿Me estás escuchando?- Me acerqué a él aguantando las ganas de estrellar en su cara la botella que llevaba sujeta en la mano. Le di un pequeño empujón en el hombro para que reaccionase, parece que se había quedado inconsciente de pie- ¿Mike...?- Comencé a preocuparme al ver que no abría los ojos-

De repente abre los ojos mirando hacia mí, totalmente confundido, sin saber donde está. El hecho de que no haya escuchado mi bronca me cabrea aún más.

-Mike joder- Me alejo de él-

-Lo siento cariño...-Intenta parecer víctima pero se le escapa una risa- Ya sabes como salgo de quemado del trabajo... Sabes como me trata mi jefe...-Intenta excusarse aunque no sirva de nada porque en su estúpida cara solo veo pintada una sonrisa de borracho y unos ojos rojizos que apenas puede mantener abiertos- No te enfades conmigo nena

-¿Y esto?- Lo miro de nuevo, señalando varias marcas de pintalabios que trae esparcidas por todo el cuello, la mandíbula y la camisa blanca- ¿Qué es esto?- Me acerco a él, agarrando la parte manchada de la camisa con desprecio-

-Esto... eh... ah-Deja escapar sonidos inteligibles, mirando hacia abajo observando su camisa manchada de carmín, soltando risitas por recordar algún buen momento que pasó esa tarde- No sé, si te soy sincero

Y se atreve a darle otro trago a la botella en mis narices. Cojo la botella al instante, la separo de sus labios y la estrello contra la pared. Mike, mi esposo, mi infiel y capullo esposo, me mira anonadado. Como sufriendo cada gota que cae de esa barata botella de whisky.

No sé en que momento decidí seguir con esta mentira. Desde que mis padres murieron hace unos cincos años, él siempre estuvo a mi lado, me case jóven y él cuidaba de mí. Mike siempre había sido atento, considerado y quería darme el mundo. Pero esto fue degenerando cuando lo despidieron de su primer trabajo. Comenzó a trabajar en trabajos temporales, cobrando una miseria, hasta hace poco vivíamos con una de sus tías. Ahora tiene un nuevo empleo, no espera mucho dinero a fin de mes pero al menos es un puesto fijo. Desde hace básicamente un año comenzó a beber... A llegar tarde todas las noches. Dejó de mirarme, de tocarme, dejamos de hablar. Solo nos mantenemos en esta situación por nuestra propia vida, pero cada día que pasa siento que la vida se me escapa de las manos, me siento cada vez más ahogada; ahogada en discusiones, en facturas...

Simplemente ahogada en la soledad.

-¿¡Te has vuelto completamente loca!?- Gritó como una bestia acercandose más a mí. Ni siquiera me aparté, estaba acostumbrada a que se pusiera de esa forma tan feroz- ¡Eres una estúpida inserbible!- Continua con su retaila de insultos- No eres capaz ni de recibirme como me merezco después de un día de mierda.

-¿Cómo te mereces?- digo incrédula- ¡No me hagas reír!- Suelto una risa sarcástica que más bien suena como un aullido-

-Debes atenerte a las consecuencias de lo que haces...-Su mirada se tornó de un oscuro escalofriante mientras agarraba mi codo con fuerza- No volverás a hacer eso más... repite

-Sueltame Mike- Dije bajando el tono de voz y dirijiendo mis ojos hasta su agarre que se hacía mas duro cada segundo-

-¡REPITELO!- Gritó en mi cara y mi corazón se encogió de miedo- Repitelo maldita zorra o juro qué...

No deje acabar su amenazante frase. Aticé su entrepierna con mi rodilla, aprovechando que sus reflejos estaban nublados por el alcohol, y cogí mi bolso de la mesa lo más rápido que pude, agarré el pomo de la puerta saliendo por ella a la velocidad del rayo. Al bajar las escaleras de metal de aquellos apartamentos que parecían de papel, oí como la puerta se volvía a abrir dejando escapar a un Mike furioso y con toda la cara roja de ira. Mis piernas fueron más rápidas mientras bajaba dichas escaleras, la adrenalina se manifestaba en forma de sudor frío en mi espalda y en las palmas de mis manos. Quise gritar porque la persecución me estaba creando una ansiedad aterradora. Al llegar al coche y alcanzar la puerta me percaté de que Mike no había conseguido bajar más de la mitad de escaleras, ya que su borrachera seguía latente y le impedía correr con velocidad o ver con claridad. Me alegré por eso y arranqué el coche con el corazón en un puño.

One shots↭BANGTANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora