ANIMAGIA Y SUS TRUCOS

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En poco tiempo Sirius se vio colapsado. Procuraba compaginar las clases con su vida social, con los entrenamientos de Quidditch y con las nuevas sesiones de vigilancia a su hermano. Además, los Merodeadores estaban muy cerca de poder conseguir la transformación completa en animales.

Fue una tarde en la que Sirius, totalmente agotado por una semana de trabajo excesivo, se tumbó a dormir en su cama.


Justo antes de quedarse dormido Sirius había estado repasando sus apuntes sobre animagia, intentando memorizar los conceptos básicos para intentar la transformación un poco más tarde. Lo que no sabía Sirius es que, nada más quedarse dormido, se había transformado en un enorme perro de color negro que casi más parecía un lobo.


Remus,cuando entró en la habitación, se sorprendió, por no decir que se asustó. Estuvo a punto de salir corriendo de la Torre y decirle a la profesora McGonagall que un animal salvaje se había colado en su dormitorio. Ese, seguramente, hubiese sido el impulso lógico, pero en una época en la que las hormonas pesan más que el sentido común,aplicar la lógica resulta bastante difícil; en lugar de echar acorrer Remus se quedó mirando al animal, se lo veía demasiado bien cuidado para tratarse de un animal salvaje y, además, había algo en ese gigantesco perro negro que le resultaba familiar.

A primera vista puede sonar extraño, ¿cómo es posible que un animal pueda resultarle familiar a una persona? Bueno, efectivamente, es difícil de explicar, pero seguro que más de una vez habéis oído decir que "un perro tiene los ojos muy humanos". Este era el caso en el que se encontraba Remus.


Con total confianza se acercó al animal y le acarició el hocico. Nada más hacerlo, el perro se revolvió y en su lugar apareció Sirius, durmiendo a pierna -o pata- suelta. En ese momento, Remus sí retrocedió, y estuvo a punto de caerse; su cara se había vuelto totalmente pálida. No era posible que Sirius hubiese logrado una transformación perfecta, y menos aún que lo hubiese logrado sin tan siquiera darse cuenta de ello.


Cuando al fin se hubo recuperado, se acercó a su amigo, dejó una mano en su hombro con mucho cuidado y... lo zarandeó de manera brusca hasta conseguir despertarlo. Sirius se asustó, había despertado, sí,pero lo había hecho sobresaltado y desconcertado. En medio de su reacción, el chico se cayó de la cama, enredándose con la cortina del dosel e iniciando un forcejeo con ella que terminó con la tela arrancada y en el suelo.


Remus, ante una visión tan lamentable, se sentó tranquilamente en la cama de su amigo y, cuando le pareció que este dejaba de forcejear con la cortina, sacó su varita y apuntó a la tela.


-Reparo.


La cortina se alzó en el aire y se colocó de nuevo en la estructura del dosel, como si nada de eso hubiera ocurrido. Así, Sirius quedó en el suelo, con la respiración agitada a causa del esfuerzo realizado y por la falta del aire que le había causado la cortina.


-¿Estás bien?

-¡Claro que no estoy bien! ¡Casi me da un puto infarto por tu puta culpa!

-Tienes un vocabulario muy fluido, Sirius... -Remus sonrió de lado- En fin,supongo que en ese caso estamos en paz.

-¿Cómo que estamos en paz?

-No me digas que de verdad no te has dado cuenta...

-¿Cuenta de qué? Remus, ¿qué te has fumado?

Sirius Black y los Merodeadores.Kde žijí příběhy. Začni objevovat