Capítulo 40

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4 semanas antes

JORDAN

Me costaba evitarlo, no importaba lo que hiciera, mis ojos siempre se posaban en su precioso cabello largo, oscuro y sedoso, en sus ojos grises, su expresión tierna, o en como mordía su labio tratando de aguantar la risa. Me perdía en sus movimientos. Jamás me había sentido así por alguien, alguna vez pude llegar a creer que sí, en mi pasado. Pero sin duda ella tiene mi mundo de cabeza. Me encontraba fumando en silencio, estaba solo, no había visto a Matt, hablaría con él, pero no ahora.

Algo que admitía y no me avergonzaba, era el hecho de que en verdad disfruto de mi soledad. No necesito tener infinidad de amigos, soy más del tipo de personas que prefiere hacer las cosas por si solo, no busco ser popular ni mucho menos agradarle a los demás. Todo es más placentero cuando nadie se mete conmigo ni se cruza en mi camino, pero darle una paliza a Damon West no me molestaría en lo absoluto. Todo lo contrario.

Alzo la mirada en el momento que expulso el humo por la boca. Los ojos de Rossel se posan en los míos, veo como se sonroja, me mantengo serio, pero no ignoro la corriente eléctrica que siento a través de mi espalda. Entre abro la boca y vuelvo a darle una calada al cigarrillo que está entre mis dedos. Ella estaba caminando junto al ruso para reunirse con sus amigos, Nora y... Ryan si no me equivoco, los cuales eran mimos y abrazos, casi me asquea el sabor del tabaco cuando veo que se besan, prefiero centrarme en la preciosa chica sentada frente a ellos, Rossel también se notaba incómoda pero se percibía un atisbo de sonrisa en su rostro, era claro que le daba gusto que ellos estuvieran saliendo.

Mi tranquilidad desaparece, soy consciente de que mi cuerpo se tensa cuando Él se acerca a su rostro y la besa, cierro con fuerza mis puños al ver que introduce su lengua en su boca.

Al parecer Damon percibe mi mirada, y mientras aún sigue besándola me observa a mi, sonríe y vuelve a cerrar sus ojos para concentrarse en el jodido beso, cuando sus manos se dirigen a sus caderas sentí que estaba a punto de enloquecer, de no ser por Rossel que lo apartó en cuanto se dio cuenta de lo que estaba haciendo su novio. Se giró hacia mi recordando que todavía estaba ahí, mi corazón late desbocado, el sudor en mis manos y el sonido sordo me recuerdan que lo mejor es irme de ahí cuanto antes, no quería pelear frente a ella, lo que estoy tratando de demostrarle es que en verdad puedo cambiar, puedo ser bueno para Sonia. Sin embargo, me obligo a mantener la calma. Eliminar mi furia no es algo a lo que esté acostumbrado, normalmente me descontrolo..., el boxeo era lo único capaz de relajarme, de motivarme, de ayudarme.

Antes de Rossel no pensaba en nada más que en mi pasado, pero ahora que estoy en el presente me parece algo frustrante y a la vez desconcertante. Por que ella se volvió mi presente. Y no me arrepentía de nada. Algo me dice que estoy en la dirección correcta después de tantos caminos tomados, después de tantos errores, y ella es quien creo ha llegado para darle un giro a todo esto. A lo que soy, pero maldición, me hace sentir tanto, sé que jamás alguien podrá igualarle, mi corazón me dice que debo cuidarla, y claro que quiero protegerla.

Al apagar mi cigarrillo me doy cuenta de que soy observado por Nora, sus ojos verdes me analizaban a la distancia, mi semblante como siempre se mantiene en blanco, aun a lo lejos pude percibir su empatía por mi, tal vez fue consciente de como miraba a su amiga. No tengo idea de que pudo haberle dicho Sonia, pero no dudaba que supiese algo, después de todo son mejores amigas, y creo entre ellas se cuentan todo.

Miré fugazmente a Damon West, él platicaba con Rossel, y en ningún puto momento apartó sus ojos de ella. La piel de mi cuello y hombros se erizó, algo que solo ocurría cuando me sentía amenazado. Mi atención se dirigió a un par de hombres vestidos de negro, los cuales los miraban también, supuse que serían amigos, uno de ellos sacó su movil, por alguna razón no me sorprendí, Damon había tomado la llamada, ya se había puesto de pie y alejado de la mesa, Rossel ni sus amigos lo notaron, pero yo si analicé, observé minuciosamente cada expresión de su rostro. Me recargé contra la pared y automáticamente volví a encender uno de mis cigarros. Crucé mis brazos en mi torso sin apartar mis ojos de él.

Se le veía enojado. Demasiado.

No me fue difcíl ver que hablaba entredientes a quien quiera que estuviese en la otra línea, era claro que algo había ocurrido y posiblemente ese par de hombres sólo eran portadores de un mal mensaje. Al colocar el cigarrillo en mi boca, sus ojos azules hicieron contacto con el gris de los míos, él sabía que lo había visto, y en vez de sonreírle con frialdad, comencé a caminar hacia él.

—Я позвоню тебе позже. —Al estar más de cerca escuché que había hablado en ruso, quizás se despedía. Pero de quién.

West ya había guardado su celular, pero se quedó quieto cuando me coloqué de frente. Eramos igual de altos, me fuliminaba con la mirada, yo lo había visto besando a la mujer de mi vida. Pero también lo vi haciendo una llamada con unos tipos muy extraños. Si Rossel se veía perjudicada en eso...

—West. —Hablé con frialdad. Él en cambio me sonrió, eso me hizo enojar más. Era claro que estaba disimulando, pero no fue su sonrisa lo que me calentó la sangre de ira, sino el hecho de que fingía.
¿Quién es Damon West?

—Qué quieres Harrison, ¿nuestra charla te hizo enojar?

Ésta vez no hubo sarcasmo de mi parte, no hubo ironía, no hubo arrogancia, todo lo que hice fue mantenerme brutalmente serio. No me interesaba seguirle el maldito juego.
Sutilmente analicé su lenguaje corporal. Di una calada a mi cigarrillo expulsando luego el humo por la boca.
Hasta ese momento no me había dado cuenta, quizás porque no me importaba un carajo con quien boxeaba en el ring, pero ahora era distinto.
Éste imbécil salía con la mujer que yo amaba, y todo lo que tenía que ver con ella se había vuelto mi problema.

No dudaba de la fuerza de este hijo de puta, y él tampoco dudaba de la mía. Había rivalidad. Era claro que la desconfianza es mutua.
Damon West no me inspiraba confianza.

—Sólo me interesa saber si tus intenciones con Sonia son buenas.

Al mencionar su nombre su rostro se transformó. De repente se había puesto más serio de lo normal. No me alegré por eso. Tragué saliva, conteniendo mi ira. Quizás él estaba "cuidando lo que es suyo" ella era suya, eso opinaba él y yo no pienso permitirlo. Cerré con fuerza mis puños, éste tipo puede ser peligroso y nadie ni enterado. Me importaba un carajo lo que me pudiese llegar a suceder. Si le tocaba un pelo a ella me vengaría, eso sin duda.

—¿Disculpa? —Su ceño fruncido se pronunció más. Ninguno de los dos quería estar ahí. Pero ansiaba poder romperle las piernas y los brazos.

—¿Por qué ella? —Hablé entre dientes. Si Damon es lo que creo que es, debía temer por Rossel. ¿Ella sabía algo?

El peligro en su mirada debió decirme algo en ese momento, pero sólo podía pensar en Sonia, en si tenía idea de con quien estaba saliendo. No retrocedí cuando Damon se acercó a mi, amenazante.

—Sólo lo diré una vez. Métete en tus asuntos Harrison. Te lo estoy advirtiendo. —Me señaló con el dedo. estaba a nada de tocarme, y casi desee que lo hiciera para lanzar el primer golpe directo su rostro.

—Si algo le ocurre a ella, estaré ahí para hacerte la vida un maldito infierno. —Lo miré con hostilidad.

Manteníamos distancia, pero era claro que ambos queríamos empezar a ver sangre. No ignoré el leve temblor en sus puños cerrados, se estaba conteniendo al igual que yo. Tampoco ignoré el latido ansioso de mi corazón cuando vi a Sonia mirar en nuestra dirección. Sus ojos grises se notaban confundidos, al verla decidida supe que estaba dispuesta a venir donde estabamos con tal de saber qué ocurría. Suspiré con pesadez, ni loco permitiría que presencie ésto. Temía mas por ella que por cualquier otra cosa.

Damon se percató de elas intenciones de Rossel, pero antes de que ella hiciera algo me dispuse a alejarme. Le dirigí una última mirada antes de irme con la certeza de que investigaría a fondo.

EL BØXEADØR ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora