Capítulo 2 "Bienvenida a la villa"

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También me habló sobre su familia. Ellos eran tres hermanos, Danilo, él y Juan. En ese orden. Danilo tenía 35 años y su hermano menor 17. Sus padres murieron en un accidente automovilístico hace cinco años, por lo que a Danilo, por ser el mayor, le tocó asumir toda la carga familiar y todos los negocios.

- Yo apenas estaba por la mitad de mi carrera cuando el accidente ocurrió, así que no pude ayudar bien a mi hermano, él tampoco me lo permitió. Juan tenía 13 años y se portó muy rebelde---Alberto me observó por el espejo retrovisor y sonrió-- bueno aun lo es, pero no es tan intenso como era hace cinco años---Alberto suspiró y volvió la mirada al frente--- para Danilo no ha sido fácil. Cuando le tocó asumir todo, él estaba prometido con María Antonieta, pero... de un día a otro ambos rompieron el compromiso y Danilo cambió duramente---Alberto puso una mueca--- se puso peor de lo que era---él observó mi rostro confundido y volvió a suspirar--- Danilo nunca a soportado a las mujeres, gracias a su madre. Juan y yo somos hijos del segundo matrimonio de nuestro padre Cristóbal. Y aunque mi madre trató de darle cariño, él nunca se dejó. Odia a las mujeres. Cuando conoció a María Antonieta pensamos que los milagros ocurrían, sin embargo...---Alberto se quedó en silencio sumergido en sus propios pensamientos. Yo procesaba poco a poco lo que me decía y supe que entrelineas habían muchas más cosas que hasta Alberto desconocía. 

El viaje continuó con Alberto contándome anécdotas de su familia, sobretodo cuando su madre aún vivía. Por sus palabras, me di cuenta que él la amó mucho. Alberto me dijo que estaríamos en la Villa, su hermano Juan, Fabiola su vecina de 18 años que era un incordio y nosotros dos. Cuando le pregunté porque su vecina era un incordio, él resopló.

- Ella es la única hija de nuestros vecinos los Ruíz Alcantara. Ellos salieron por un viaje en crucero aprovechando que su hija estaba en el internado, sin embargo, hubo problemas en el lugar y Fabiola regresó a España, por lo que se tuvo que alojar en la casa mientras sus padres llegan. Ella es una joven melindrosa y caprichosa. Sin embargo, no podía dejar que se quedara sola en la villa de sus padres. Ellos jamás no los hubiesen perdonado. La conocemos desde que nació. Así que...---Alberto alzó los hombros resignados.

Un tiempo después, llegabamos a la villa de la familia Álvarez. No pude evitar emocionarme. Era simplemente esplendida. Mientras cruzabamos unos arcos de ladrillos, Alberto me comentaba que toda esa extensión de terreno formaba parte de la villa. Yo miraba sorprendida toda esa maravilla. Podía ver que esa familia tenía mucho dinero. Y ese pensamiento lo ratifiqué cuando llegamos a la hermosa mansión. Alberto se estacionó y luego me ayudó a bajar del auto. Buscó las muletas que estaban en la parte de atrás del auto y me ayudó a subir los cortos escalones para ir a la puerta de la casa.

Antes que Alberto abriera la puerta, ésta se abrió de golpe y apareció una joven de tez blanca pero con un largo y hermoso cabello negro azabache. Tenía los ojos azules. "Es muy hermosa" pensé viendola con admiración.

- ¡Llegaron!---exclamó ella con alegría. Alberto suspiró y ella ensanchó su sonrisa. Me tragué una sonrisa. Se veía a leguas que a ella le gustaba Alberto. Se notaba en sus ojos. Y tal vez, para Alberto, ella no le era indiferente---¡Hola! Un placer, me llamo Fabiola. Alberto me contó de ti---ella me sonrió amigablemente--- estoy segura que aquí te recuperaras rápido. Yo te ayudaré. Si algo así me hubiese pasado a mi---ella simuló un temblor---estuviese llorando todos los días.

- Fabiola---comentó Alberto cansino---si nos dejas pasar te lo agradecería mucho.

- ¡Ups! disculpen, pasen---ella sonrió nerviosa y abrió más la puerta---Sancha ya preparó la habitación que nos dijiste Alberto.

- Gracias Fabiola--Alberto me guió por el vestibulo hacia un pasillo. Fabiola nos seguía en silencio--- le pedí a nuestra ama de llaves que prepara una de las habitaciones de huéspedes del piso de abajo. No es recomendable que subas y bajes escaleras---nos detuvimos en una puerta--- estoy seguro que aquí te sentirás cómoda---Alberto abrió la puerta y contuve el aliento. Era muy hermosa. Las paredes eran de color rosa vieja, con unos muebles y una enorme cama de dosel. Entramos a la habitación y suspiré.

- Muchas gracias Alberto, Fabiola---admiré todo el espacio---es una habitación muy hermosa. 

- No te preocupes Ángel---Alberto sonrió con cariño. Fabiola lo miró curiosa y luego miró mi rostro y ella entrecerró los ojos. No le gustó la forma en como me miró Alberto. Gemí para mis adentros. Lo menos que quería era crear problemas, pero al parecer eso era lo que tendría por los celos de Fabiola.

- Si necesitas algo, no dudes en decirme---comentó Fabiola sonriendo.

- Muchas gracias Fabiola---le sonreí con tranquilidad. Alberto me ayudó a acostarme en la cama y luego ambos me dejaron sola para que descansara. Pensé que no me cansaría tanto, pero ese viaje me dejó agotada. Tan solo cerré los ojos y me quedé dormida al instante.

Derritiendo Tu Frío Corazón- N°5 Serie Amigos de la RealezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora