C29: Eres y serás.

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Su serena mirada no encaja con la que pensé que tendría tras haber pasado la tarde con Mila.

—¿Qué traes entre manos, Hensley? —inquiero divertida, intentado ignorar el hecho de que dichas manos ya no están en contacto con mi vestido, y por lo tanto ya no puedo sentir el cálido y sólido tacto de su piel sobre la tela—. Lara Turner, una actriz realmente... peculiar, dijo una vez que un caballero no es más que un lobo paciente —señalo, dejando que mis piernas cuelguen del borde de la casa rodante al igual que las suyas—. Y no es que esté dudando de ti, pero esta caballerosidad y el lugar en el que estamos me da ciertas señales de...

—No tengo planeado nada indecente, Zoella. —Me sigue el juego, sonriendo de forma genuina. Por un momento me quedo observando la forma en que sus labios se curvan: creo que es la primera vez que lo veo sonreír con tanta espontaneidad, y debo admitir que es realmente fascinante—. Te cité aquí porque quería contarte algo —aclara, echándose ligeramente hacia atrás y apoyándose en sus palmas—. Pero no puedo hacerlo si sigues citando frases de celebridades de los años 40. 

—Lo siento, mi hermano me pega sus costumbres —me disculpo riendo, intentando no pensar en la cantidad de veces que Malcom cita actores, escritores y científicos en una conversación normal. Principalmente a Einstein y al deslumbrante Stephen Hawking.

Él me mira a los ojos y soy incapaz de disimular la alegre expresión que decora mi rostro. En su mirada hay algo que nunca antes había presenciado: tranquilidad. Teniendo en cuenta el caos que es su vida uno pensaría que jamás encontraría algo parecido a la serenidad en él, pero de alguna forma que no puedo comprender de momento, yo sí la he hallado. La estoy viendo mientras ladea la cabeza y me contempla.

La suave brisa de verano revuelve su cabello azabache, haciendo bailar varios mechones con descontrol. La luz de las farolas alumbra su rostro y, en especial, aquellos ojos refulgentes de armonía. Siempre sentí que algo se revolvía inquieto en mi interior cuando posaba su mirada en la mía, pero ahora me percato de quién es el que no puede mantener su trasero de órgano en el mismo lugar: mi corazón. 

—¿Qué... qué pasó con Mila, Blake? —Me atrevo a preguntar, y por un momento vacilo antes de añadir:—Porque sea lo que sea que te dijo parece tener un efecto de calmante en ti, y me refiero al tipo de calmantes recetados por Akira —especifico—. ¿Debería preocuparme? 

—Deberías hacerlo si hubiera ingerido algo realmente prescrito por ella —reflexiona—, pero por suerte no lo hice —añade, tranquilizándome. Sus ojos me abandonan para vagar por el cielo, el cual no es más que un manto oscuro salpicado con una que otra estrella—. Tenías razón, necesitaba hablar con Mila. Ella tenía cosas para decir, y... y también para dar.

—¿Dar? —Frunzo el ceño, desconcertada.

—¿Recuerdas cuando te conté que no vi a Mila tras el accidente que tuvo con Larson y Wendell, sino tres semanas después? —Asiento para que continúe, y él se inclina ligeramente hacia delante—. Cuando ella apareció con su maleta y el ticket de avión, fue para pedir ayuda. Ella solía estudiar y trabajar para mi madre, al igual que tú, pero el dinero no le alcanzaba para comenzar desde cero en Seattle. —Parte de los problemas económicos de Blake se deben al constante préstamo que asumo que le daba a Mila—. Ella no recurrió a mí por interés, sino porque en verdad no tenía a nadie más. Su familia es un asunto complicado, y antes de que rompiéramos yo era lo más cercano a un familiar que tenía. —Se aclara la voz y ladea la cabeza mientras examino la culpa de una acción del pasado destellando en sus ojos—. En cierta parte la ayude porque me sentía mal por haberla dejado, pero en su mayoría fue porque me preocupaba por ella. Temía que quien sea que le estuviera enviando esos mensajes fuera a lastimarla, así que colaboré en su mudanza y estadía en la otra punta del país. Sin embargo, empezar de cero no es algo sencillo; no cuando has abandonado la universidad, no tienes empleo y tampoco techo. —Pienso en mí, en cómo empecé en Owercity. Si no fuera por el apoyo y la ayuda de Bill, Kansas y mi hermano no creo que hubiera podido—. Le fui dando tanto dinero como pude, y hoy ella intentó devolvérmelo.

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