Con su mochila colgando de su hombro derecho y Edward IV descansando sobre su antebrazo izquierdo, Niall salió de su casa dejando la puerta roja entreabierta y caminó apresuradamente hasta llegar al vehículo. Se encerró dentro de la camioneta negra con el gato en su regazo y esperó a Harry, acariciando las orejas del minino, esperando que su ronroneo lo calmara aunque fuera un poco.

Harry reapareció pocos minutos después, completamente limpio y usando una de las camisetas favoritas de Niall en conjunto con uno de sus pantalones rasgados, tan viejo que la tela se había estirado y ahora Niall ya no los podía usar debido a lo grandes que le quedaban, al parecer a Harry le lucían a la perfección.

En cuanto el castaño su subió al asiento del copiloto y cerró la puerta, se aclaró la garganta y colocó la llave en la ranura de ignición.

—Espero que no te moleste, tomé tu ropa.

Niall solo asintió y continuó mirando hacia la ventana, masticando sus uñas mientras observaba las blancas casas de Notting Hill pasar.

—¿Por qué hay tantos vampiros buscando matarte? —preguntó Harry, sin apartar la mirada del camino.

—Es una larga historia —masculló Niall.

—Tenemos tiempo, son dos horas de camino de vuelta a Salisbury.

Niall exhaló rendido, sabiendo que no podría luchar ante la insistencia del alfa. Se acomodó en su asiento, cuidando no despertar a Ed, quien se había dormido en su regazo.

—¿Recuerdas que te dije que mi padre tenía negocios turbios con vampiros? —Harry asintió—. Ya debes saberlo, pero los vampiros tienen prohibido beber sangre humana, algo debido a la exposición de la especie y la protección de los humanos.

—El círculo acordó que los vampiros deberían mantener su dieta a base de animales, ya que guardar el secreto de nuestra existencia se había vuelto mucho más difícil por su culpa, dejaban los cadáveres humanos a plena vista.

—En fin —Niall prosiguió—, algunos vampiros se ven desesperados por sangre, tanto que muchos le pagan a los humanos cantidades considerables de dinero mundano tan solo por beber un poco de su sangre una o dos veces al mes.

—Los siervos —Harry murmuró, a lo que Niall asintió débilmente—, ¿tu padre era uno de ellos?

—Sí, pero los siervos tienen prohibido divulgar el secreto, incluso a su propia familia —Niall tomó aire antes de continuar—. Todos los veranos mi familia pasaba las vacaciones en una vieja casa de campo cerca de Wexford.

Harry frunció el ceño ante al abrupto cambio de tema, sin embargo, mantuvo la boca y cerrada y continuó escuchando con atención a Niall.

—Ese día mi hermano salió con sus amigos al cine, quise ir con él pero me dijo que solo arruinaría su diversión. Yo tenía doce años en ese entonces, mi hermano diecinueve recién cumplidos —continuó—. Estaba enojado así que pensé que sería buena idea visitar a uno de mis amigos en ese entonces, me perdí en el bosque y entonces fue cuando lo vi. Un lobo tan delgado y pequeño que parecía un coyote.

—Pero no era un lobo.

Niall negó con la cabeza.

—Era uno de ustedes, nunca lo volví a ver. Por lo último que supe, lo asesinaron por haberse revelado ante un humano —la voz de Niall se quebró, pero no pareció mostrar ni un rastro de debilidad en su rostro—. Desde entonces creció un mí una obsesión por las criaturas. Brujas, vampiros, lycans. Me metí a hurtadillas a la biblioteca de mi padre, la cual estaba estrictamente prohibida, fue ahí en donde encontré cientos de libros sobre criaturas mitológicas. Pasé la noche en vela leyendo cada uno de ellos, estaba tan absorto en el contenido de los libros que no escuché cuando mi padre entró en la biblioteca.

savage; nsWhere stories live. Discover now