Capítulo 5

38.4K 3.4K 2K
                                    


—Oh, mierda. — Dijo con sorpresa evidente, Kirishima que pasaba por ese lugar en ese justo instante—. ¿Acabas de guiñar un ojo? Joder, Bakugou ¿acaso estás coqueteando con tu pareja?

La sonrisa que el pelirrojo tenía adornándole el rostro al formular dicha pregunta, no le gustó ni un pelo a Bakugou. Es decir, sabía que guiñar un ojo y mucho menos sonreír pues... coqueteando, joder, algo que era tan condenadamente marica, pero que, ni mierda, precisamente eso era lo que estaba haciendo; no era algo que él haría normalmente ni en un millón de años. Pero si se ponía a meditar sobre la situación en la que se encontraba, se encontraría con que no había nada normal en esta, así que su actuar estaba completamente justificado o algo así.

Lo que no quería decir que iba a aguantar la burla de cualquier pendejo.

—Cierra la boca. —Bakugou espetó, segundos antes de impactar su puño con la fuerte mandíbula de Kirishima, enviándolo por poco de culo contra el piso. Estaría muy desilusionado del Alfa pelirrojo y desde luego, éste no sería parte de su equipo si con ese simple golpe se hubiera dejado derribar.

Pero si pensaba que aquel se iba a quedar quieto, estaba muy equivocado. El revés que el pelicenizo recibió fue duro y contundente, haciéndolo retroceder un par de pasos, comenzando así una riña que, aunque aparentaba ser seria, en realidad no lo era. No era la primera ni sería la última vez en que ambos se peleaban duro. El luchar entre ellos mismos era entrenamiento, pero justo ahora no era tanto así, Bakugou necesitaba sacar un poco de la energía que recorría todo su cuerpo al sentir la luna llena tan cerca. Se iba a acoplar esa noche para toda la vida y aunque no lo dijera a nadie, estaba ansioso.

Kirishima le dio la oportunidad de sacar algo de esa energía y él no era nadie para no aprovechar la oportunidad que le fue dada tan fácilmente.

—Si coqueteo o no con lo que me pertenece no es tu jodido asunto ni el de nadie. —Concluyó el Alfa rubio después de una muy buena media hora de buen ejercicio, alejándose del lugar y dejando atrás al otro que para su completa molestia, reía mientras soltaba un ¡debí haberte tomado una foto, joder! ¡El omega te tiene mal, bastardo! O alguna mierda parecida.

.

.

.

Midoriya no podía creer que había sido tan estúpido como para olvidar por qué fue que, en primera instancia, había llegado al lugar en donde se encontraba. Había estado escapando de la manada que había matado a sus padres y lo había secuestrado.

La angustia y la urgencia que sentía al momento de escapar hace poco más de veinte días, habían quedado relegadas al fondo de su mente para ser sustituidas por su recién descubierto compañero y el acoplamiento que no había sido.

Fue estúpido al olvidar que Shinso no iba a dejar que se escapara de él. La obsesión que tenía el pelimorado por él era algo retorcido, lo sabía, y desde hace un muy buen tiempo sabía que el lobo no estaba del todo bien de la cabeza, por lo que no debería haberle resultado una gran sorpresa el tenerlo justo en frente en ese instante. Pero lo fue. Aunque sorpresa no fue lo único que sintió al verlo de nuevo.

Y el reencuentro no estaba resultando para nada bien.

—Shinso, por favor suéltala. —Shinso podía meterse con él y todo al final estaría bien porque, bueno, ya estaba acostumbrado. No como su nueva amiga, quien estaba aterrada, lo podía ver en sus ojos, pero admiraba la entereza que la mujer estaba mostrando, pese a todo.

—¿Y por qué debería yo hacer algo como eso? —El alto preguntó con expresión aburrida, haciendo más presión en la garganta ajena, sacando de la omega un grito ahogado que sólo aumentó los nervios del peliverde, al ver sumado a eso, la sangre que empezaba a manar con mayor abundancia por la herida provocada.

Mi destino eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora