—Nadie nos impide vivir ese amor ahora—yo acaricié su rostro—. Me tienes, Michelle. Soy toda tuya y estoy dispuesta a esperar cada noche para que vengas a mí. Esperar horas y horas en amarga y dolorosa necesidad si la seguridad de que vas a venir a mí la siento en mi pecho. Las dagas de la amargura atravesaran mi corazón al pensarte y saberte como esposa de alguien más, pero sobreviviré. Pero no mates mi corazón negándote a verme y privándome de tu amor aunque solo sean por las horas que se nos permitan. No voy a soportarlo, Michelle. Prefiero morir si vas a irte de nuevo.

—No digas eso—las lágrimas llenan mis ojos al sentir que por alguna razón la pierdo.

—Me he enamorado de ti de una manera que no pensé que fuera posible sentir, Michelle. Si esto es lo que la gente describe como amor ahora entiendo el porque la gente lo busca con desesperación. Es imposible vivir sin esto. Soy incapaz de vivir sin ti.

—Sabía que al venir esta noche me arriesgaba a esto—ella lloró conmigo y supe que este momento era crucial para nuestra relación—. Me arriesgaba a que ofrecieras de nuevo esperarme cuando sé que mereces ser feliz. Tú quieres una familia, hijos. Cosas que no puedo prometerte.

—Eso era antes de saber que lo único que deseo es a ti—le respondí y ella suspiró contra mis labios—. Sé que tienes una obligación, Michelle.

—No quiero casarme—me dice con desesperación y sé que es verdad lo que me expresa porque lo veo en sus ojos—. Odio tener que hacerlo, Camila. No puedo hacerlo.

—No lo hagas—le digo en arrebato y nos vemos a los ojos—. Huye conmigo. Podemos irnos lejos donde nadie nos conozca y empezar una vida juntas. Solo dime que quieres irte conmigo y no dudaré en hacerlo.

—Desearía que fuera tan fácil—ve hacia la luna y yo no puedo evitar besar su mejilla, su cuello con besos frágiles y con las lágrimas llenando mis ojos cuando ella me abraza y la escucho sollozar en mi oído—. No sabes lo que daría porque las cosas fueran diferentes, mi amor. Pero la valentía que me acompañaba antes ha cambiado. Estoy asustada de lo que vendrá. De aquello que se me ha encomendado y ahora cambia mi vida. No soy lo que solía ser—yo me separé un poco de ella para ver como sus ojos se negaban a ver los míos—. Mi única constante es mi amor por ti.

—Es lo único que necesitamos para tener una vida juntas—la hice que me mirara y sus ojos fueron como un llamado para mí. Me perdí en ellos observando algo maravilloso en ellos. Era nuestra vida, nuestra historia—. ¿Lo sientes, Michelle? Ese anhelo. Esa necesidad de estar juntas. Veo nuestra vida en tus ojos. Nuestros recuerdos.

—¿Los ves? —yo lo aseguré y sus ojos se abrieron con sorpresa como si no pudiera creerlo y me abraza más fuerte—Es porque eres tú—me dice al oído y no entiendo—. Eres mía. Mi hermosa rosa de corazón puro. Un corazón puro que solo tiene amor al igual que el mío. Solo amor.

—Amor por ti—le dije y ella se separó de mi acariciando mi rostro.

—¿Dónde quieres ir? —me pregunta y yo no dudo en sonreír al ver que ella también sonreí—. Te llevaré donde tú quieras solo para poder tener unos minutos en tu compañía. No me importa el lugar, solo quiero estar contigo. Todo el día solo he querido estar contigo.

—Mi padre tiene una propiedad a una hora de aquí—le dije sin poder evitar rozar sus labios con los míos—. Solo se usa para material agrícola pero tiene habitaciones.

—Camila...—yo negué sin querer pensar más allá de nuestra inminente necesidad.

—Te quiero durante toda la noche conmigo, Michelle—le dije sin dudarlo y no pensando en esperar una negativa de su parte—. Prívame de los días pero las noches son mías. Cada una de las noches son mías hasta que te cases con él. He incluso entonces seguirás siendo total y absolutamente mía.

The Midnight Chronicles TrilogyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora