Capítulo II: Tu secreto, mi secreto.

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Y he ahí a dos amantes que se aman con pasión, que se entregan a cuerpo y alma ante la luz de la luna...

Siempre al amanecer, Afrodita ya aparecía en la cama con su esposo, Hefesto como si nada hubiese pasado, la diosa sentía un poco de culpa pero eso era su felicidad, no debía sacrificarse. Ares y Afrodita se veían a diario en el Olimpo sin embargo fingían no verse, ni se dirigían una sola palabra como si nada pasara, mas no era así, un profundo amor estaba conectado entre ellos dos. Ni el propio Zeus podría sospechar de aquel romance.

-Amada mía, he hecho este anillo de plata con un Pegasso en la parte frontal- dijo Hefesto con gran ilusión y volvió a decir
-Espero sea de tu agrado-.
-Claro cariño, es muy hermoso, gracias- exclamo Afrodita mientras se balanceaba a Hefesto y le daba un beso.

Del fondo veía Ares, consumado en celos mas no tenía el derecho de decir algo al respecto y por un momento volvía a salir su lado violento y brutal. La diosa del amor sabia finjir muy bien y esconder su amorío.
Después de ese momento, Afrodita salio a tomar un paseo a los bosques; se encontró a Ares mientras lanzaba flechas a un árbol, la diosa le dijo de lejos.

-¿Y a ti? ¿qué te a pasado? pensé que dejarías tu guerra en paz.- mientras sonreía pícaramente
-Se supone, pero no sabes cuanto me queman de celos verte con ese horrendo hombre- Dijo Ares
-Me imagino, mas debes comprender que es mi esposo y yo soy su mujer-
-Sí y deseo el día en que seas solamente mi mujer y yo sea el hombre más feliz sobre los dioses y los mortales... Realmente te amo Afrodita-

En ese momento la diosa se acerco más a él y pronunció.

-Tambien te amo Ares, no sabes cuanto pero lo nuestro debe permanecer en secreto- y con sus delicadas manos toco el rosotro de aquel dios-

Finalmente terminaron esa conversación con beso y nuevamente una flor blanca broto.
Afrodita se retiró de lugar para que Helios, no los viera, Ares se quedo ahí, lanzando flechas a aquel árbol.
Cualquiera queda hipnotizado con la belleza y sensualidad de Afrodita; esta solía tomar sus baños en las lagunas, así cual hombre pasara podía verla. Afrodita añoraba tener un hijo y el hombre con quien querría tenerlo era por supuesto Ares pero por su mente también pasaba como debería separarse de Hefesto sin provocarle un gran dolor ya que el pobre estaba inmensamente enamorado de ella.
Esa noche Ares y Afrodita se volvieron a ver, bajo el mismo árbol como pasadas veces, pero esta vez la diosa tenía un plan en mente.

-Cariño, quiero que tengamos un hijo- dijo la diosa alegremente
-Me parece maravilloso pero ¿tu esposo que va decir?- Respondió el dios Ares
-Eso no importa, ya armaré otro plan para seperarme de el y que tu y yo estemos juntos sin necesidad de escondernos y sobre todo ser felices los dos con nuestro hijo-.

Ares comenzó a besar a Afrodita dulcemente lo cual hizo brotar una flor blanca, el dios comenzo a quitarle las vestiduras a su amada lentamente y Afrodita hizo lo mismo, retiro de Ares su ropa. El dios estaba arriba de ella besándola en el cuello, mientras acariciaba su cuerpo. La pasión invadió a los dos, dejandose llevar por sus instintos, Afrodita se entrego a Ares como a ningún otro hombre y el dios sentía que estaba en el paraíso mismo. Al terminar el acto de amor Ares arranco la primera flor que broto y la puso sobre el vientre de Afrodita, ambos colocaron sus manos sobre la flor y dijeron unas palabras.

"Por este amor que a nacido proclamamos a nuestro hijo y a unir nuestras vidas por toda la eternidad que ningún dios y mortal podrá derrotar".

Un destello de luz llego hasta el cielo y la flor blanca desapareció, pues había entrado al vientre de Afrodita para así engendrar a su hijo.
Alectrión que vigilaba de lejos vio la iluminación pero fue tanta su luz que hizo este cayera en sueño al poco tiempo y por desgracia ya no había nadie quien estuviera de guardián, paso toda la noche y Helios salió, descubriendo así a los dos amantes abrazados. Fue tanta la furia de Helios, ya que no le gustaban los secretos, fue directamente con Hefesto a contarle sobre lo que había encontrado, el dios Vulcano se lleno de rabia e indignación que comenzó a crear una venganza contra Afrodita y Ares, así que forjó una red de metal muy fina y ligera que era casi invisible y totalmente fuerte que ningún dios podría destruirla y la ato a los cuatro extremos de la cama. Cuando Hefesto se encontró con Afrodita, este le dijo.

-Cariño, esta noche viajare a Lemnos y no preguntes a que-.
-Voy a extrañarte demasiado- Dijo Afrodita.
-Igual yo-.

La diosa comenzó a sospechar que quizá Hefesto ya se había enterado de su infidelidad, ya que con el trayecto del día Hefesto trataba a Afrodita de una manera fría y distante pero esta no le dio importancia. Hefesto finjio despedirse de ella esa noche y ella lo despidió con un beso. Al poco tiempo de que el dios Vulcano se retiro, fue con Zeus y los demás dioses a invitarlos a ver la escena tan ridícula que su esposa y su hijo Ares estaban por hacer, Zeus, Hera, Poseidon, Hermes, Dionisio, dios del vino y Artemisa, diosa de la caza y Atenea, aceptaron ver.
Afrodita busco a Ares para decirle que se verían en el palacio donde vivía ella y Hefesto; Ares encantado acepto.
Cuando ambos se fueron a la cama la red los atrapo, al darse cuenta que habían sido arrestados Hefesto sale y dice.

-Zeus, padre y los demás dioses, vengan a ver esta escena tan ridícula... Por ser yo feo y cojo, Afrodita, la diosa del amor me a estado engañando con Ares, dios de la guerra, violencia y brutalidad, lo ama a él por ser hermoso y poder caminar bien-.

Hefesto, lleno de rabia hizo que todos los metales del palacio, el Olimpo y ciudades cercanas calleran al suelo como él callo en vergüenza e indignación.
Afrodita estaba muy apenada por lo que los dioses veían y escuchaban, la diosa pedía a gritos ser liberada, decía que estaba arrepentida, después de sollozos e implicaciones, Hefesto retiró la red y fue en ese momento donde Afrodita corrió llena de vergüenza a Chipre, la isla predilecta y Ares salio del palacio y maldijo a Alectrión convirtiéndolo en un gallo y así ese animal avisaría la salida del sol a los hombres por toda la eternidad.
Ares, furioso, avergonzado y lleno de odio declaró la guerra a todos los dioses que estaban presentes, sin medir consecuencias. Y así dio comienzo a otra etapa en la antigua Gracia.

Nota: Ares realmente no le declaró guerra a nadie pero si volvió a su pasado para olvidar esa bochornosa situación en busca de guerra y violencia

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