Capítulo 16

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Ya estaban en la puerta de la casa, Daniel intentó abrirla pero había algo detrás de la puerta que impedía hacerlo. Agarró fuerza y al segundo intento logró abrirla. Ambos pasaron y el joven empujó un mueble hasta ponerlo en la puerta, cosa de impedir que alguien entre.

El lugar estaba completamente oscuro y un tanto sucio, aunque estaba completo, aún conservaba su sillón, mesa y demás cosas. Abrieron las cortinas para que se viera mejor y revisaron los dos cuartos. Decidieron quedarse en el cuarto que tenía la cama mas grande, la sacudieron un poco y se acostaron ya que faltaba poco para que comienze a hacerse de noche.


-Nunca me has dicho porque viniste de Buenos Aires.

-Lo sé. Prefiero no hablar de eso, es algo, de lo que no me animo a hablar.

-No tienes que tener vergüenza, no conmigo, ¿Por qué lo hiciste?-Le dijo acercándose más a él.

-Me perseguían, querían acabar con los mestizos de todo el territorio.-Dijo sin animarse a mirarla a los ojos.

Lauren se le quedó mirando, indignada por la brutalidad que poseía el gobierno de la Argentina.

-No tenías porque ocultarlo...

-Lo que sucede es que, no quería quedar humillado, no ante ti...

-No te sientas así. Aunque a unos idiotas si, a mi no me importa como eres físicamente. Te amo.-Dijo abrazándolo por su costado derecho.

-Y yo a ti.-Respondió acercando su rostro al de ella.

Lauren iba tocando sus labios lentamente mientras él comenzaba a sacarse su camisa. Ella empezaba a sacarse el vestido sin despegar sus labios de los de él. Se acariciaban apasionalmente mientras Daniel se le iba encimando.

-Te amo.-Le susurró al oído a Daniel.

Él tocaba su suave piel con la boca, acariciaba cada parte de su cuerpo, ambos disfrutaban de lo que vivían por primera vez. Así pasaron aquella noche en esa casa abandonada, haciendo el amor.


Por otro lado, lejos de ellos dos, había una reunión en una de las casas de la colonia.

-Si, todos sabemos que fue por culpa de ellos.-Dijo la señora Lawrence llorando.-Si no fuera por esos dos mi hijo seguiría conmigo...

-Debemos contarle esto al resto de la colonia. Ellos han deshonrado nuestro pueblo con la semejanza que cometieron. Deben pagar por lo que han hecho.-Dijo serio el señor Gareth.

-Bien dicho.-Respondió la señora secándose las lágrimas.-Lo que hicieron es imperdonable.

-Cuando hace un rato pasé por la casa de los Perkins, el señor me dijo que su carruaje no estaba y Daniel tampoco.-Dijo Adam, el hermano de Gareth.

-Yo me encargaré de su castigo, en la mañana iremos por ellos, es obvio que se fueron juntos. Está lloviendo, no deben estar muy lejos.-Contestó enojado Gareth.

-Gracias Gareth. Debemos vengar a mi hijo.

-Yo iré a avisarle a la familia Perkins mientras ustedes los van buscando.-Dijo Adam.



Al amanecer del día siguiente, Daniel y Lauren despertaron abrazados luego de una noche inolvidable para ambos.

-Buenos días preciosa...

Lauren no hizo mas que mirarlo sonriendo.

-Recuerda que debemos irnos, vamos...

-Lo había olvidado. Lo de anoche me hizo olvidar de todo.

Daniel le dio un beso en la frente, se levantó de la cama y agarró las frutas que se había traído.

-Toma amor, comamos algo y vámonos de aquí.


Mientras desayunaban comezaron a escuchar voces cerca de la casa.

-Si, escuché ruidos ahí ayer en la tarde...-Dijo uno de los vecinos.

Lauren y Daniel se asustaron, sabían que mientras mas rápido se vayan mejor. Pero todo se puso mas complicado cuando escucharon varios caballos venir hacia la zona.

-¿Oyes eso?-Preguntó Lauren.

-Si, debemos largarnos.-Respondió.

El joven se puso aún mas incómodo al escuchar la voz de varios conocidos hablando con los vecinos de ahí.

-Daniel son las voces de...-No terminó de decir siendo interrumpida por un fuerte golpe en la puerta principal de la casa.

-Tranquila, vámonos por la puerta trasera.-Dijo abrazándola.

-¡Ya sabemos que están ahí!-Gritó Gareth mientras la multitud golpeaba la puerta de nuevo.

Daniel tomó de la mano a Lauren y la llevó al fondo de la casa para salir por la puerta de atrás.

-Vamos mi amor, corre.-Le dijo desesperado, sabiendo que en cualquier momento verían que ya no estaban e irían tras ellos.




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