Capítulo 6

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-Ahí vienen querida.-Le dijo el señor Perkins a su esposa mientras él miraba por la ventana.

-Está bien viejo, ahora voy a buscarlo.

El señor Perkins fue directo hacia afuera a recibir a Bran y Neirin, mientras los mismos bajaban de sus caballos.

-Que bueno verlos por aquí.

-Muchas gracias.-Respondió Bran mientras le daba la mano a Perkins.-Vinimos con muchas ganas de conocer al señor Daniel.

-Por supuesto, él ya viene.

Daniel salió por la puerta con su típica timidez y miró con una disimulada emoción.

-¡Señor Daniel! Es un gusto conocerlo.-Dijo Neirin estrechándole la mano.

-El placer es mío.-Respondió.

Bran lo miró y al estrecharle la mano fue directo en lo que buscaba de él.

-Señor Daniel, escuchamos que usted es muy buen trabajador, nos gustaría que nos de una mano en la remodelación de una casa. Le pagaremos con buenos productos y frutas, ¿Acepta?

-Estoy muy agradecido por esta oportunidad que me ofrecen. Claro que la acepto.

-Excelente, ¿Qué le parece si comenzamos ahora? Mientras mas temprano empecemos mejor.

Daniel y los dos hombres subieron a sus respectivos caballos para ir a trabajar. Apenas el joven se subió a su caballo el señor Perkins se acerco a él.

-Estoy orgulloso de ti hijo. Se que serás importante para nuestra colonia.-Le dijo con voz baja y dándole una palmada.

-Gracias señor, nos vemos luego.

-Por supuesto. Éxitos muchacho.


Finalmente partieron en sus caballos hacia la casa donde iban a trabajar y claro que, en el camino, Bran y Neirin no evitaron hacer preguntas.

-¿Bonito día o no Daniel?-Preguntó Neirin.

-Si. Claro que lo es. Gracias por venir hacia mí para que los ayude con el trabajo.

-No agradezca joven, Perkins nos habló muy bien de usted y de que es bueno trabajando, por eso no dudamos ni un segundo en venir. Además, como cristianos que somos, sabemos que dar trabajo es una forma de ayudar.

Daniel miró conforme a Neirin por ser tan gentil.

-La verdad es bueno encontrar gente como ustedes.

-Gracias por eso joven.

-¿De dónde es usted?-Preguntó Bran.

-Verá yo vengo de Buenos Aires. Necesitaba un respiro, la vida ahí es sofocante.

-Me imagino. Además, dicen que están pasando muchas cosas en Buenos Aires...

-Si, las cosas estaban hechas un caos...-Respiró profundamente Daniel.-Por cierto, ¿Ya llegamos?

-Mire allá es.-Señaló la casa Neirin.

Al llegar, Daniel y los hombres bajaron de sus caballos. Allí los recibió la esposa de Neirin que atendió con mucho gusto al invitado.

-Buenos días. Usted debe ser el señor Daniel.

-Efectivamente, soy Daniel. Mucho gusto.

-El gusto es mío. Yo me encargaré de su caballo, quédese tranquilo.

-Por supuesto.

Daniel fue caminando con Bren y Neirin hacia la casa que debían remodelar. Allí, se encontraba otro hombre que se notaba que los estaba esperando.

-Él es Samuel, es el hombre que se quedará aquí en la casa como inquilino. Obviamente también nos ayudará. Samuel, él es Daniel.

-Es un placer señor Samuel.-Lo saludó dándole la mano.

Era notorio el desagrado de parte del inquilino de Neirin hacia Daniel. Tal vez, como en veces anteriores, se debía al color de piel que veían en él.

-Si.-Respondió frío Samuel estrechándole la mano.

-Bueno ya, manos a la obra que se nos va el día.-Dijo Bren.

Todos se pusieron a trabajar, en sí había mucho por hacer y la remodelación de esta casa recién comenzaba. Daniel obviamente se daba cuenta de la manera en la que lo miraba Samuel, veía en el ese asco que le tenía y claro que se imaginaba el motivo, Daniel era alguien sensible, pero de todas formas, trataba de que no le afectara.



Ya habían pasado varios minutos de trabajo duro. Daniel estaba sobre el techo pero se le había olvidado el martillo abajo, Samuel estaba ahí, era mas fácil pedírselo a él y lo hizo.

-Perdón la molestia, ¿Podrías alcanzarme el martillo? Lo necesito para usar aquí.

-Púdrete.

-¿Disculpa?

-Ya me oíste. Solo eres un indígena.

Daniel muy molesto, se bajó de un salto y se puso cara a cara con su agresor.

-¿Tienes algún problema con eso?

-¡¿Deberíamos terminar de limpiar a la gente como tú?!-Gritó Samuel dándole un golpe a Daniel en la cara.

Sin dudarlo un segundo, Daniel se defendió, le devolvió el golpe y luego se le tiró encima para seguir golpeándolo.

Por supuesto que Bren y Neirin escucharon desde afuera y vinieron rápido.

-¡Oigan ya, paren!-Les dijo a ambos Neirin separándolos junto con Bren.-Esto es todo por hoy señores, seguiremos trabajando mañana.

Neirin y Daniel salieron al patio, Daniel más que a aclarar las cosas salió para tomar su caballo e irse de una vez.

-¿Qué fue lo que paso ahí adentro? Lo que sé es que él le gritó primero, se escuchó desde afuera.

-¿Sabe? Muchos me odian por no ser de la colonia.

Neirin se quedó mirando a Daniel, haciéndose una idea de lo que ocurría con él.

-Deberíamos seguir otro día. Lo acompaño a la casa de los Perkins.

-No, está bien. Iré yo solo.

-Espero continuemos el trabajo.-Dijo lamentándose Neirin.-Vamos le daré su caballo.

Daniel subió a su caballo, se despidió de Neirin y partió. Decidió ir a dar una vuelta para despejarse, ya que el joven nuevamente se sintió humillado por lo que acababa de ocurrir.



Por otro lado, en la casa de los Perkins recibían a Simon que llegaba de visita inesperada.

-Simon es una agradable sorpresa, ¿Qué te trae por aquí?-Preguntó la señora Perkins estando junto a Lauren y Keyna.

-Lo que sucede es que quiero invitarlos a todos ustedes a una fiesta que mi madre organizará mañana en la noche.

-¿Es en serio?-Preguntó emocionada Keyna.

-Si claro, toda la colonia estará allí.

-Excelente ahí estaremos.-Respondió la señora Perkins.

-Los esperaremos. Ahora, con su permiso, me retiro, hasta mañana.

El joven Simon se despidió y fue por su caballo para irse a su hogar. Las cosas le han salido tal y como quería, y por supuesto la fiesta era una oportunidad perfecta, para estar cerca de Lauren...






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