Capítulo 10

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-Vamos Daniel, ¡Rápido!

-Ya voy mi amor.-Respondía Daniel con un tono medio bajo mientras se subía al caballo.

Cabalgaron hasta el lugar de siempre, hacia aquella zona con muchos árboles que tanto les gustaba, tal como lo hicieron todos los días desde que Daniel se lo prometió.

-Al fin llegamos.-Dijo ella mientras ambos bajaban de sus caballos.

Keyna lo miró un segundo y se lanzó directo hacia él abrazándolo.

-Al fin estamos solos mi cielo.

-Es la parte más bella de todos mis días, cuando venimos aquí, y estoy contigo.-Le respondió abrazándola con mucho cariño.

-Lo mismo digo guapo.-Dijo besándolo.-No se te olvide, mi padre junto a Bren pasaran por aquí enseguida camino al lago. Recuerda nuestro plan.

-Claro, cuando se acerquen nos besamos a propósito.

Habían planeado que su padre los descubra de una manera forzoda y así se entere de una vez, para poder sacar a la luz lo suyo.

Estuvieron cariñosos en todo momento hasta que por fin, vieron al señor Perkins y Bren viniendo a lo lejos. Entonces, se besaron.


-¿Qué ocurre aquí?-Preguntó serio y confundido el señor Perkins llegando a donde estaban.

-Pa... papá.

-Señor Perkins...

-Necesito una explicación de esto.

-Está bien.-Dijo el joven.-Keyna dejame hablar a solas con tu padre, ¿Si?

-Si...estaré por allá.-Respondió yéndose varios pasos hacia donde había más árboles.

-Señor, si no le contamos nada, es porque no sabíamos como decírselo, ni como iba a tomarlo.

-Muy bien, te escucho.

-Ella y yo, estamos enamorados. Desde hace tiempo. Quisiera que por favor usted me acepte. Sabe que soy un buen hombre, créame que lo daré todo por su hija.

-Daniel, admito que esto es un muy inesperado y que me molestó que fuera a escondidas.-Dijo de manera fría.-Pero... sé la clase de hombre que eres y sé que serías lo mejor para mi hija.

-¿En serio papá?-Preguntó emocionada su hija que escuchaba detrás de un árbol.

-Si claro que sí hija.-Le dijo abrazándola.-Ustedes deben casarse y que sea mañana mismo.

-Muchas gracias señor, usted es alguien increíble.

-No tienes que agradecer nada Daniel.-Le expresó el señor Perkins abrazándolo.-Hija iré a hablar con tu madre de esto enseguida, se emocionara mucho. Aunque debo explicarle demasiado.

Luego de esta inesperada, pero satisfactoria reacción de su padre, Keyna tomó a Daniel de las manos y le dio un gran beso a él, a su futuro esposo.

-Por cierto luego debemos avisarle a Lauren y Simon, obviamente los primeros invitados.-Dijo el señor Perkins.

-Yo iré. Mi hermana se pondrá contenta al saber que me casaré.-Respondió tocando su caballo para subirse e ir.

-Está bien ve tú, se que ella se emocionará mucho.

Tomó su caballo y emprendió el camino a la casa donde vivía su hermana junto a su esposo. Iba apurada y feliz, en el momento no conocía otro sentimiento que no sea ese.

Llegando a la casa, aceleró aun más. Se bajó de su caballo y corrió a tocar la puerta. Su hermana escuchó y fue a abrir.

-Keyna... Que agradable sorpresa, ¿Que te trae por aquí? Pasa.

-Estoy tan feliz. Daniel y yo nos vamos a casar.-Decía emocionada mientras Lauren se mostraba sorprendida.-Mañana. Vine a decirles que vengan a la boda.

-Pero... no entiendo, ¿Como es eso Keyna?-Preguntaba su hermana tratando de disimular su nerviosismo.

-Vengan a comer mañana al mediodía. Les contaré todo.-Dijo Keyna contenta.

-Está bien. Estaremos ahí.-Respondió un poco confundido Simon.

Apenas Keyna salió por la puerta Lauren se dirigió hacia su cuarto.

-¿Querida a donde vas?-Preguntó su esposo.

-Voy a dormir un rato, ¿Luego hablamos si?-Respondió sin querer saber nada de nadie.

La noticia no le había caído nada bien a Lauren por supuesto. Se sentía enojada, celosa y triste. Se quedó paralizada al costado de la cama, tratando de asimilar lo que ocurría. Claramente no podía aceptar que sea verdad. Miró el jarro que se encontraba adornando sobre la mesa y con furia lo tiró al piso.

Desde la cocina su esposo había escuchado el jarro rompiéndose, por lo que se asustó.

-¡Lauren!, ¿estás bien?, ¡Ya voy!-Gritó Simon.

Ella comenzó a tirar todos los cuadros y demás adornos que podía haber.

Su esposo entró por la puerta y la agarró de atrás para que pare de romper las cosas.

-¿Querida qué te ocurre? Calmante por favor.-Decía preocupado su esposo.

Lauren comenzó a llorar. Estaba completamente descontrolada, no aguantaba la idea de saber que Daniel se casaría con su hermana...



















El mestizoWhere stories live. Discover now