Luego de un buen rato llegaron al dormitorio, ella la sentó en la cama y comenzó la difícil tarea de desvestirla. Bárbara solo balbuceaba palabras y de vez en cuando se escuchaba el nombre de Micaela y la frase lo siento.

Daiana la dejó acostada, totalmente desnuda tapándola con el cobertor de la cama. Ella entró en el baño sonriendo triunfante, no podía creer en su buena suerte. Vagó por la habitación de Bárbara mirando sus cosas. Ella nunca había estado dentro del dormitorio de ella. Esa habitación estaba prohibida para cualquier mujer, esa cama era sagrada para Bárbara. Era la cama que había compartido con su esposa y no la mancharía teniendo sexo con otra en ella.

Bárbara veía a Martina que estaba de espaldas a ella. Estiró su mano para tocarla, pero no lo consiguió. De pronto vio que Micaela se acercaba y quedaba frente a ella. Por sus mejillas corrían lágrimas y Bárbara tomando la cara de ella entre sus manos trababa de secarle las lágrimas con los pulgares.

—Lo siento Micaela, créeme que lo siento de verdad. Quiero estar contigo, perdóname.

Ella solo movía su cabeza en forma negativa y lloraba.

—Micaela, por favor perdóname, soy una tonta. Una gran y jodida tonta.

Y así siguió diciendo hasta que ella desapareció. Bárbara se asustó al no verla, y abrió sus ojos angustiada. Todo había sido un sueño.

Un fuerte dolor le cruzó la cabeza a causa de la gran resaca que traía.

De pronto algo llamó su atención. Bajó la mirada a su vientre y vio que sobre ella estaba posada una mano femenina que lo abrazaba con fuerza.

Cerró los ojos, no creía lo que estaba viendo. Giró su cara y se encontró con Daiana que estaba durmiendo a su lado total y completamente desnuda.

Se separó de golpe. No podía ser, ¿qué había hecho? Ella no recodaba nada.

—¡¡¡Qué haces aquí, sal inmediatamente de mi cama!!!

Daiana se incorporó en la cama sin molestarse en tapar su desnudez.

—¿Qué pasa cariño? Anoche no estabas tan enojada cuando me trajiste a tu cama.

—¡Sabes que nunca haría eso! ¡Esta habitación está prohibida para ti! ¡Vete ahora!

—Bárbara, me rogaste para que me quedara. No dejaste que me fuera, aunque yo lo intenté. Y después me hiciste el amor con locura.

—Sabes que no te creo ni media palabra, yo estaba borracha no podía moverme.

—Si podías moverte y de qué forma te moviste cariño.

Bárbara soltó un gruñido de rabia ante lo que Daiana le estaba diciendo.

La imagen de ella y Daiana en esa cama hacía que su cabeza comenzara a hervirle.

—Quiero que te vayas, ¿oíste? Y no vuelvas más a esta casa —dijo ella zarandeándola por un brazo.

—Suéltame, yo te amo Bárbara, ¿tan difícil es de entender?

—Pero yo no te amo Daiana. Ahora es mejor que te vayas. Voy al baño, cuando vuelva no quiero verte aquí.

Bárbara entró en el baño y se metió directo en la ducha. Apoyó su cabeza en la fría pared mientras el agua corría por su cuerpo. No recordaba qué había hecho el día anterior. Su mente estaba nublada por culpa del alcohol. Se encontró con Daiana en su cama, y pensó que ya no podía estar más jodida. Comenzó a darse de cabezazos contra la pared de la ducha, no sabía qué hacer. Tal vez debería irse del país por unos meses y dejar que todo decantara un poco.

-La Ogro-(Barbica G!p)-Where stories live. Discover now