Capítulo 13

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—¿Qué haces aquí Daiana?— dijo Bárbara fijando la mirada en unos papeles que se encontraban sobre su escritorio y frunciendo el ceño claramente irritada con la inoportuna visita de Daiana. 

—Vine a verte cariño—dijo ella acercándose a Bárbara y levantando una mano para tratar de acariciar el rostro de Bárbara, pero ella casi de un manotazo se la apartó.  

—Deberías haber llamado y preguntar si podía atenderte. 

—Siempre vengo sin avisar y a ti nunca te ha importado. Vine para que vayamos a almorzar, ¿quieres? Vamos a ese restaurante que tiene la terraza y... 

—No Daiana, hoy no voy a salir a almorzar. Así que te puedes ir por donde viniste.  

Daiana abrió mucho los ojos ante la reacción de Bárbara. Ella ni siquiera la miraba, no le prestaba la más mínima atención, y eso la enfureció. Se dio cuenta que había llegado a interrumpir algo entre Bárbara y su secretaria. Tenía la certeza que ella se sentía atraída hacia la chica y tal vez trataría de seducirla. Pero eso ella no podía permitirlo, debía mantenerse cerca para impedir cualquier acercamiento entre ella y Micaela. Había trabajado duro para meterse en la cama de Bárbara y llegar a ser algo más que su amante, como para que ahora llegara una simple secretaria y le ganara la partida.

—Pero Bárbara, no puedes quedarte sin almorzar, vamos, es solo una hora. 

—No tengo una hora Daiana. Hay demasiadas cosas de las que me tengo que ocupar. Micaela se fue a su casa porque no se sentía bien, y sin ella aquí, tengo que ocuparme de mi agenda, revisar algunos documentos, no tengo tiempo así que no insistas y vete.

—Está bien, pero, ¿crees que mañana podamos almorzar juntas? 

—No lo sé, todo depende de si Micaela viene mañana. 

—Claro, Micaela—dijo por lo bajo Daiana, que ya sentía que le hervía la sangre de la rabia con cada negativa de Bárbara.  

—Ahora si eres tan amable, déjame sola, ¿quieres?— Ella asintió con la cabeza, tomó su bolso y caminó hasta la puerta. La voz de Bárbara la detuvo en seco —. Ah, y Daiana, cuando quieras venir llama antes por favor, así no pierdes el viaje. Si te quiero ver, yo te llamo.  

Daiana salió dando un portazo y jurando que la mujer que estaba al otro lado de la puerta se las pagaría y pronto. Cuando Bárbara se quedó por fin sola en su oficina comenzó a pensar en Micaela. Debía preocuparse por hacer negocios de millones de dólares y ahí estaba pensando en su secretaria.

Recordó la preocupación de ella al enterarse de que, tal vez, Mateo fuera enviado a un internado en el extranjero. Se dio cuenta que ella si quería a Mateo como decía, que realmente ese par tenía una linda amistad que sería difícil de romper. También recordó las palabras que ella le dijo sobre acercarse a Mateo. Era verdad que ella se había apartado un poco del lado del niño después de la muerte de su esposa. Debía remediar eso, Mateo era su única familia a parte de su hermana Florencia.

Ese niño era una extensión de la mujer que más había amado en este mundo, no podía darse el lujo de perderlo a él también. 

Lo decidió en ese momento, no mandaría a su hijo fuera del país, sino que, trataría de acercarse al niño. 

Trató de seguir con su trabajo, intentó concentrarse en los importantísimos papeles que yacían sobre su escritorio, pero no lo logró.  

Su mente solo pensaba en Micaela. No sabía qué le pasaba con aquella chica, ese día casi la vuelve a besar. La vio tan mal por el dolor de cabeza, que deseó ayudarla, protegerla y deseó con toda su alma besarla hasta que el maldito dolor de cabeza de ella desapareciera.

-La Ogro-(Barbica G!p)-Where stories live. Discover now