15. Aaron - "Indecisión" (¡Capítulo inédito!)

Comenzar desde el principio
                                    

Las personas en la marcha se besan sin miedo. Hombres con mujeres, hombres con hombres, mujeres con mujeres y otros cuyos sexos no distingo, pero no me importa. Son humanos después de todo. La gente del video viste de una infinidad de estilos y colores, bailan y cantan como si no hubiera nadie excepto ellos alrededor y caminan a paso firme. 

La libertad que veo en ellos es contagiosa. Siento ganas de ponerme de pie, de correr a las calles de alguna ciudad oficial y de gritar con todas mis fuerzas que soy humano y que no estoy enfermo.

Sé el motivo por el que David me muestra tantos videos del mundo preguerra: quiere que opte por la libertad, que acepte vivir una vida rebelde y que me entregue a él como si nada. Al mismo tiempo, sabe que no estoy dispuesto a hacerlo, así que no me lo pide de forma directa. Si bien pienso en ello algunas noches antes de dormir, me aterra imaginarme dejando a mi familia, renegando de la vida estable que me ofrecen los gobernadores y de la oportunidad de crear mi propio futuro con Caroline y los hijos que tendremos.

—Quita el video —pido con la voz quebrada. 

—¿Por qué quieres que lo quite? —inquiere David. No me atrevo a ver su reacción.

—Solo quítalo.

Agacho la mirada. Ya no soy capaz de ver la pantalla ni sus ojos. 

Como cada día desde hace un mes, las dudas sobre qué hacer consumen mi cerebro. Antes de conocerlo, estaba decidido a recibir la Cura y a afrontar las consecuencias de ocultar la enfermedad por tantos años. Ahora, en cambio, tengo tantas inseguridades que ya no sé qué quiero.

¿Por qué transformar lo que soy para acceder a la oportunidad de una buena vida? ¿Por qué no puedo tenerla manteniendo mi homosexualidad? Es injusto. Desearía que el mundo fuera como en los videos que muestra David. 

Por desgracia, no lo es ni lo será.

David quita el video. Regreso la mirada al frente y vuelvo a ver la misma imagen de las montañas de siempre.

—¿Estás bien? —pregunta él.

Me atrevo a mirarlo y veo confusión en su rostro. Antes no me importaba herirlo, ahora sí. Me reprimo a mí mismo de decir algo que le cause daño.

—Tengo miedo —musito, y no miento. Lo tengo en realidad.

Es él quien agacha la mirada esta vez. Ha de entender mi miedo, porque lo experimentó en el pasado y tal vez lo experimenta cada día de su vida. Por esa razón no quise contarle lo que presencié en el metro hace unas horas. No quiero hablarle de lo cerca que estuve de los protectores y que pude haber sido yo quien fuera atrapado por venir a su encuentro, tampoco quiero que sea él quien decida que debemos dejar de vernos en secreto. Al menos quiero tener el poder de decidir cuándo acabar con todo. 

Son muchas las cosas en las que no tengo elección. Mi amistad con David, en cambio, puedo terminarla cuando yo desee.

Pensé en decirle adiós esta noche, pero no me atrevo. Intenté hace horas que las palabras salieran de mi boca y lo único lo que logré fue titubear y acobardarme.

—Yo también tengo miedo —musita David.

—¿A qué le temes? —pregunto, ansioso por su respuesta.

David levanta la cabeza y me mira. Vuelvo a sentir la sensación de seguridad que experimento cada vez que lo veo.

—A que me olvides —responde.

No se me ocurre qué decir. Motivado por un impulso, me arrojo sobre él para cobijarme en sus brazos. No debería hacerlo. Cada roce, toque o cercanía entre nosotros podría traernos problemas. ¿Qué me asegura que el Cuerpo de Protección no sabe de nuestra amistad? ¿Y si ven y anotan en una lista cada uno de los errores que cometemos para después castigarnos por ellos? Tal vez nos espían ahora y en cada segundo del día.

Prohibidos [En físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora