40. Alicia - "Un último abrazo"

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—Debes estar bromeando. 

Lo que Aaron acaba de decirme sobrepasa todo límite. 

Estamos en uno de los jardines artificiales del refugio rebelde. Sabía que me revelaría algo impactante cuando me pidió que lo acompañara a un lugar tan solitario como este, sin embargo, no esperaba que estuviera relacionado con Carlos. 

—¿Le dijiste que estoy viva y que ibas a convencerme de acudir a su encuentro? ¿Qué pasó por tu cabeza? ¡Se supone que soy tu amiga! 

Intento controlar la ira, pero no puedo. Aaron ha de estar consciente del peligro al que me expuso, y no solo a mí. Carlos podría encerrar a mi familia para forzarme a regresar, y otra muerte falsa ya no serviría de nada. 

—No tuve opción —afirma él, cabizbajo—. Lo siento mucho, Ali. Tienes que entenderme. Si no huía cuanto antes, me iban a curar o a matar. 

Supongo que debo hacer el esfuerzo por comprenderlo. De estar en su lugar, también habría buscado la forma de huir. 

Ha pasado una semana desde que Aaron regresó al refugio, no ha ocurrido nada extraño en la superficie ni en las dependencias de Amanecer. Quizá, tal como afirma él, Carlos está de nuestro lado, por más absurda que suene la posibilidad. 

—No confío en él —insisto—. Nunca lo haré. 

—Yo menos —coincide Aaron—. Sin embargo, cuando le dije que seguías con vida, algo cambió en él y le hizo aceptar las cosas que le revelé en mi cautiverio; solo bastó con decirle que tú creías y tolerabas dichas verdades. Él estará de nuestro lado si tú lo estás. 

—¿Te detuviste a pensar en cómo reaccionarían los rebeldes si se enteraran de que hiciste un trato con Carlos? —pregunto en un susurro—. ¿Qué crees que pasará si vamos al exterior y nos descubren reuniéndonos con él? ¡Nos acusarán de traición! 

—¡Ya lo sé! Pero ¿qué quieres que hagamos? Si no vamos en su encuentro, puede que todo empeore, y ni tú ni yo queremos eso. Te prometo que él no nos traicionará. Me juró que no nos jugaría sucio. 

—No puedo creer que seas tan inocente —mascullo—. Se trata de Carlos, una de las personas más detestables del mundo. Él es uno de los causantes de las desgracias que nos han pasado. Él me mandó a encarcelar. Él encerró a mi familia. Él le disparó a David y les ordenó a los enfermeros del hospital que le inyectaran el Stevens. ¿Acaso lo olvidaste? 

—No fue Carlos el causante de todo eso: fue su padre —rectifica Aaron—. Abraham Scott y los demás gobernadores son los culpables. De no ser por su influencia, él sería diferente. Nada de lo que nos hizo habría ocurrido de no ser por culpa de las autoridades. Carlos quiere cambiar, Alicia. Si lo ayudamos, podremos conseguir que abra los ojos por completo y para siempre. 

Llevo la mirada al cielo, aunque en realidad no vea más que un techo oscuro y un foco de luz amarillenta que simula ser un sol. Estoy cansada de lidiar con Carlos. No obstante, si de verdad existe una posibilidad de que nos ayude a cambiar las cosas, no debería desaprovecharla. 

¿Qué podría pasar? De ser atrapados, los rebeldes no descansarían hasta rescatarnos y, de ser cuidadosos, Carlos no descubriría la ubicación del refugio. Si su intención fuera encontrar las dependencias de Amanecer, habría ordenado seguir a Aaron hasta aquí tras liberarlo, pero no lo hizo. Puede que en realidad quiera estar de nuestro lado. 

Lo pienso por varios minutos, hasta que tengo una respuesta a la propuesta de Aaron. 

—Está bien —suspiro—. Nos reuniremos con él. 

Prohibidos [En físico]Where stories live. Discover now