Propuesta

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La cabeza del Rey no dejaba de dar vueltas, estaba en esos momentos mucho más alterado de lo que podría haberlo estado en toda su vida y la causa era su adorada Selene. Estaba preocupado, en esos momentos el doctor la estaba visitando en su habitación luego de que la guardia  regresara con ella, con Corina y un desconocido; al cual también estaban atendiendo en otros aposentos del palacio. Antoine estaba furioso, con él, con Selene que llegó a convencerlo de tremenda idiotez, con Armand que no había sabido hacer su trabajo y hasta con su propia esposa, que no paraba de apelar a favor de ese guardia inútil. La reina le aseguraba que no era culpa de Armand todo lo ocurrido, el hombre había luchado con todo su esfuerzo por evitar aquello y hasta había salido lastimado del enfrentamiento, en esos momentos estaba postrado en la cama, con múltiples golpes y una herida en su pierna que sin duda alguna le costaría sanar. Aún cuando quería acabar con todo aquello de un sólo golpe y mandar a colgar a ese miserable guardia, no estaba de ánimos todavía. No podía pensar en otra cosa que no fuera su hija y su estado de salud; quería reprenderla, pero tampoco sabía cómo, estaba consciente de que en gran parte, él era quien había alimentado aquel espíritu libre en Selene y que como él de joven, la niña era una soñadora y una aventurera, quería más de lo que podía llegar a tener y no la podía culpar de aquello, pues estaba en su sangre.

Como todavía no podía ver a su hija por estar con el doctor, decidió visitar primero a la nana Corina que descansaba en la sala continua al dormitorio de su pequeña. Allí dentro estaba el doctor, su asistente y tres damas de compañía mayores a ella cuidando de Selene mientras tanto, ella todavía estaba débil aunque agradecía no ser más vieja porque en esos momentos no podría estar de pie luego de todo aquello. Pensar en su pesar de aquella desastrosa salida al mundo real le hizo sonreír con ironía; ella en sus años mozos, habría sabido soportar todo aquello y mucho más, al verse al espejo ya no se reconocía y hasta llegaba a pensar que era otra, una de esas damas que nacen entre comodidades y mueren entre comodidades, incapaces de saber lo que es realmente la vida difícil... Y ella sí que sabía de todo eso.

-Supo proteger a Selene en esta tragedia, y una vez más, me demuestra que es usted fiel a su trabajo y espero saber agradecerle... -le dijo el Rey luego de que Corina lo saludara con una reverencia.

-No es mi trabajo su majestad, amo a la niña Selene y es como mi hija. Daría mi vida por ella... No debe de agradecerme por ello.

-Eso es verdad, usted es como su madre y eso no es un trabajo, siempre supe que lo hace realmente porque así lo siente; pero lo que sí es su trabajo, es apaciguar ese espíritu alocado que nace en ella y eso es lo que no está cumpliendo, Corina...

-Con todo respeto su majestad, yo estuve en contra de este viaje en todo momento, fue usted quien le dio consentimiento a fin de cuentas... 

-Lo acepto y no volverá a pasar. Como tampoco quiero que ella vuelva a pedir algo semejante, quiero mantenerla a salvo y necesito que se aleje de esas ideas alocadas todo lo que sea posible. Deberá de buscar la forma de que Selene quiera llevar una vida tranquila dentro del palacio y pronto.

-Haré todo lo que esté a mi alcance, su majestad -dijo Corina inclinando la cabeza, sabía que aquello era verdad, su trabajo ahora sería calmar a su protegida y sus sueños de aventura, pero también sabía que viniendo de Selene aquello sería difícil. Estaba frente a un verdadero sueño, un verdadero anhelo de libertad absoluta, no frente un capricho y aquello seguramente el Rey lo sabía muy bien. Antes de que se pudiera decir algo más, el doctor Nazario Navarino sale de la habitación de Selene con su asistente y una sonrisa que se amplía mucho más cuando la ve a Corina allí junto al Rey. La joven nana sintió la electricidad en todo su cuerpo cuando el doctor la saludó con un beso en la mano, como siempre hacía y se preguntó cómo podía un hombre mayor a ella hacerla sentir tan enamorada, tan nerviosa y ansiosa por su compañía. No hubo tiempo de hacer preguntas sociales, el Rey ya estaba torturando al doctor con preguntas respecto a la salud de su sobrina.

SeleneWhere stories live. Discover now