La suerte esta echada

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Provins, Francia.

28 de Septiembre de 1637.

El llanto de la recién nacida invadió por completo la habitación y dio respiro al doctor que esperaba al menos, salvar a la criatura ya que sabía muy bien, la madre no soportaría el parto.

Era una noche de tormenta y aquella pequeña cabaña parecía caerse con el soplo del viento. El doctor había llegado acompañando de su sirviente más confiable bajo la lluvia cuando la joven madre ya casi perdía el conocimiento debido al dolor.

Corina, la mujer que lo había acercado hasta esa familia moría de nervios y sonrió agradecida cuando lo vio llegar. El doctor Nazario sabía que se había metido en un problema, él no lograría ayudar a esos desdichados futuros padres; pero el pedido desesperado de la hermosa Corina lo había conmovido.

Había sido seis meses atrás, él se encontraba sirviendo su ayuda al párroco de la iglesia con unos niños cuando se le acercó Corina con mejillas rosadas y su respiración cortada por el recorrido a toda velocidad que había hecho.

-¡Señor! ... ¡Señor! -exclamaba llegando hasta él procurando no caer por su viejo vestido- Señor, necesito su ayuda, la alemana... ¡Ella se murió! ¿Es doctor, verdad? Necesito su ayuda.

Sin comprender ni una palabra de lo que esa joven le decía, el doctor Nazario la siguió preocupado, hasta la casa pequeña y venida abajo de ventanas sin abrir. Entraron al jardín quemado sin flor alguna y caminaron por un pasillo junto a la vivienda para llegar al fondo de la propiedad, en donde completamente desvanecida, yacía una muchacha rubia de muy delgados brazos. Corina, que vivía en la casa de junto, había visto a su vecina caer al suelo como una hoja mientras lavaba ropa que siempre salia temprano a buscar para luego regresarla cuando bajaba el sol. La joven Corina, que temía la muerte de la muchacha,salio en busca de ayuda y se topo con el doctor Nazario. Ella  lo conocía bien, tenia una excelente reputación en todo el pueblo, toda la ciudad inclusive y aunque las apariencias no lo dejaban ver, ese hombre era de buen corazón. Ayudaba a los pobres, aun cuando se codeaba con la mismísima realeza.

Para fortuna de ambos, ya que Nazario había llegado a pensar lo peor, la joven alemana no había muerto, tan solo se había desmayado. No estaba bien alimentada y pudo notar la poca hidratación, a parte de que se encontraba lavando desde muy temprano y el clima no la había ayudado en nada. Sin embargo, cuando pudo revisarla mejor luego de que regresara en si, comprendió que aquello era mucho mas delicado aun: esa muchacha estaba embarazada.

Luego de darle instrucciones a la futura madre, salio acompañado de Corina, que lo había llevado hasta allí y en privado, le confió que aquel embarazo corría serio peligro si no se alimentaba bien y se cuidaba.

-Sabe la situación nuestra, doctor. Todo mundo aquí se muere de hambre -le dijo ella acongojada- Pero ellos... para ellos es peor, nadie los ayuda, no los aceptan si quiera los demás vecinos...

-¿Por que ese rechazo? -Le pregunto sin obtener respuesta. Comprendía que quizás ella no quisiera hablar por miedo a que no quisiera ayudarla nuevamente, pero sabia que de todas formas se enteraría mas adelante y por eso le dijo que pasaría la próxima semana para saber el estado de la muchacha. El doctor coloco en la mano de la asustada Corina dos monedas y salio de ese pueblo finalmente.

A partir de ese día Corina se hizo amiga de la alemana y supo que se llamaba Anne, que tenia veintidós años y que no hablaba muy bien francés. Corina tenia a penas dos años mas que ella pero le daba ternura que no podía evitar comportarse como una madre con ella. Anne se encontraba sola toda la semana, su esposo llegaría por la mañana del sábado y se marcharia a la noche del domingo puesto que trabajaba toda la semana en una lejana granja. Corina ya lo conocía, se lo notaba un buen hombre y verlo llorar de felicidad y amargura ese día que supo que seria padre, la había conmovido.

SeleneWhere stories live. Discover now