Murmullos

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Solía ser siempre la misma cosa, durante todo lo que perduraba las noches Tsuyu veía como su esposo desarrollaba hábitos inusuales y molestos. Tan poco característicos de su persona.

Murmullos, constantes y vagos que nunca lograba oír o interpretar. Haciendo con que se atormentara en frustración por la curiosidad y genuina preocupación.

Nada cambiaba. Su rutina se basaba en esperarlo llegar por alrededor de las diez; sin sorprenderse al se percatar lo exhausto y ligeramente enfadado que estaba al cruzar la penumbra de la sala en dirección inmediata a la cocina en busca de algo que comer. Y cuando la veía, le restaba un simple beso fugaz que casi no le proporcionaba la sensación de sus labios resecos. Ni menos ni más. Tenía veces que no podría decir si estaban realmente casados hace más de tres años. Hace mucho no se sentía más así.

Algo que sí era una sorpresa considerando que todo lo que conlleva su relacionamiento, él siempre fue el que tomó la iniciativa. Desde su nada romántico y reconocidamente informal pedido de noviazgo, a la propuesta de matrimonio que sí logró ser más emocionante, mismo que en sí la idea de compartir lo que restaba de su vida con el hombre que amaba fuera de lejos lo mejor.

Sin embargo todo parece haber cambiado repentinamente y la frialdad era el que condenaba su relación. Era aquello que definía la excruciante situación que vivían. Para colmo, todo eso tenía un fecha específica de inicio y número que determinaba su duración.

Cuatro meses.

Hace cuatro meses que su tormento había empezado y hace cuatro meses juró amar a alguien más que a su esposo.

El pequeño ser que llevaba creciendo en su vientre y que posiblemente, había simbolizado el fin de su vida de casada.

Su primer embarazo. Su primer experiencia como alguien que tenía la responsabilidad de una vida sin ser la suya, más allá del compromiso de superheroína; y todo se iba a la mierda.

- Katsuki... - No hacía falta acrecentar ningún sufixo considerablemente afectivo. La situación no pedía eso.

Desde la puerta que daba acceso a su habitación compartida lo veía con severidad. Estaba sentado sobre las abarrotadas sábanas de su cama, secándose el pelo con una toalla posterior a obviamente haberse bañado. El olor a su comúnmente perfume mezclaba a la esencia suave de jabón y impregnaba el cómodo que se sentía tan grande y vacío mismo con los dos allí. Se sentía una dolorosa distancia entre ellos que superaba aquellos dos metros que en realidad los separaba.

El silencio fue la respuesta que recibió.

- Tenemos que hablar. - Dijo firme acercándose mínimamente y el hombre que parecía tan ocupado en meditar en su forma taciturna la miró. Sus ojos reflejaban una frustrante neutralidad.

- ¿Que quieres?

- Qué me digas... - Trató de mirarlo fijamente. - ¿Por que andas así? Hay algo de mal contigo.

Él frunció su ceño y expresó rápidamente su disgusto chasqueando la lengua en burla.

- Dices mierda.

- No lo hago. ¡Quiero saber que te pasó en estos cuatro meses! ¿Tiene que ver con mi embarazo? Porqué has empezado a actuar raro desde que supimos que vamos a ser padres. - Odiaba como las hormonas alteradas de su actual estado le influyera en la forma que expresaba sus sentimientos. Sus ojos ya estaban por desbordarse en unas cuantas lágrimas de rabia y dolor. - ¿Acaso, te arrepientes de ese bebé o haberte casado conmigo?

- No es eso... - Su mirada recelosa se fijó en el suelo posterior a haber susurrado sus vagas palabras. - Eso no.

- Entonces qué... ¿Qué sucede? - Preguntó frígida mientras se arrodillaba sobre el suelo para que pudieran hacer en fin contacto visual. Su medianamente abultada barriga hizo por dificultar su acción pero al fin la logró.

- No sé si podré ser un buen padre.

Era su confesión personal que resonó por los oídos de Tsuya hasta alcanzar su corazón donde lograron impactar todos sus nervios y una corriente eléctrica atravesó su sistema.

- ¿Por qué? - Sus manos buscaron tocarle el rostro con una necesidad latente que él trató de esquivar.

- Porque incluso con todo lo que ha sucedido, no soy el hombre más responsable que existe, mi fama no es la mejor cuando se trata de comportamiento y mi experiencia con los niños es totalmente una mierda. Soy un desastre con que se trata de ser tolerante y mi influencia alcanza a la de una basura. Además de que mi temperamento pueda ser desenfrenado... - Su tono se bajó así como su mirada - Mismo que sea un buen héroe, no pienso que seré un buen padre.

Con su último murmullo fue casi involuntario el estirar de labios que tuvo Tsuyu. Originando una sonrisa débil pero sincera que hizo contraste a las escasas y gordas lágrimas que se permitió derramar, dejando a Katsuki estagnado em incredulidad por la reacción poco tangible.

- ¡Mierda! ¿Por qué te ríes?

- E-es que... - En su mente trataba de pensar en la mejor forma de articular sus palabras para su esposo pudiera comprender desde su punto de vista que la situación no pedía el grado de preocupación que él estaba dando. - Tengo seguro que serás un buen padre.

- Mientes.

- No. - Ella meneó la cabeza en señal de negación y depositó una de sus manos sobre su hombro ancho y desprotegido. A él le agradaba dormir sin camisas o cualquier tipo de tela en la parte superior de su cuerpo. De alguna forma según él, era una puta sensación de libertad poder sentir con más deliberalidad la textura de las sábanas contra su espalda desnuda. - Tu preocupación ya lo dice. Serás un buen padre, eso lo sé.

Esos ojos aceituna tan oscuros cuanto las hojas de rocío estaban destellando emociones que outrora lo hubieran dejado incómodo, pero ahora lo hacían sentirse algo como afortunado y a la vez orgulloso por saber que era el que generaba tal efecto.

Con un poco de desconcierto miró a otro punto fijo en un intento de ocultar el reciente rubor que sentía subir por su rostro.

- Mierda - Bramó. - No debía haberte contado nada. ¡Argh, carajos!

Sus ojos se fijaron en la enfadada expresión de su mujer. Una vena resaltaba en su frente y cuello mientras trataba de acariciar su cabeza donde inesperadamente había recibido un golpe por parte de una lengua muy bien conocida.

Ella rodó los ojos.

- Nunca vuelvas a quedarte callado cuando sentirse incómodo con cualquier cosa. Sin murmullos por los rincones. Cuando aceptamos firmar los papeles de casamiento estábamos de acuerdo en hacer parte uno de la vida del otro, sin peros.

- ¡No me importa!

- Pero tienes que hacerlo. - Habló tranquilamente. - Después de todo, estoy cargando un hijo tuyo.

- ¡Yo no lo hice solo!

- Pero tuvo una participación considerable, principalmente en aquella cabina telefónica. - Habló calmadamente mientras veía Katsuki perder la compostura siempre que lo provocaba, y ella se divertía, principalmente al saber que a partir de allí, lo que había ocurrido frecuentemente durante cuatro meses, no volvería a ocurrir.

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Admito, esto fue tan cursi;
Hasta pensé en borrar este capítulo pero bah, vamos a dejarlo así;
Los errores son que me hacen humana, principalmente los que contiene la historia;
Hasta luego;

Septiembre, 06th - 2019

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