17° Lección: Niños

5.2K 755 207
                                    


Todos los niños se encontraban en su respectivo autobús sentados de forma ordenada mientras charlaban sobre todo lo sucedido en el viaje.

Tony se encontraba despidiéndose de Peter y Gamora.

— ¿No vendrá el príncipe con nosotros?

— No, preciosa. Debo quedarme en el castillo.

— Pero el profesor no tendrá besos de buenos días si el príncipe se queda.

— Él va a sobrevivir, pequeña.

El joven sonrió ante una Gamora que decía razón tras razón por el que deberían viajar todos juntos. A los dos hombres les dolía decirle que no.

— Prometo visitarte, Gamora.

— ¿Promesa?

— Promesa y yo cumplo lo que digo.

— Sí sabré yo.

Steve había murmurado con diversión.

— Profesor ya actúa raro de nuevo, mejor nos vamos. Nos vemos Príncipe.

La pequeña pidió ser cargada y el genio lo hizo.

Un segundo después su pantalón fue jalado y un pequeño Peter con el rostro decidido pidió lo mismo.

Tony rió y tuvo a dos niños en sus brazos ahora.

— Príncipe vendrá Peter. No llores.

— ¡No estoy llorando!

— Claro, Peter.

Cómo siempre Gamora molestaba al otro pero también lo cuidaba.

— Señor bonito.

— ¿Sí?

El castaño giró su rostro hacia el pequeño de ojos húmedos y encontró suaves labios de niño sobre los suyos en un toque tan fugaz cómo una brisa de aire.

— Debe venir. Ahora bajeme que debo regresar con Rocket.

— Por supuesto.

El niño no bien pisó el suelo fue corriendo hacia el autobús. Se veía que le contaba a su amigo lo del beso, éste bufaba pero sonreía.

— Sí, príncipe. Debe venir.

Y otro beso fue depositado en su labios pero ahora por la dulce niña que también pidió ser bajada. Mantis fue la que recibió ahora a una Gamora llena de orgullo por haber besado al príncipe del profesor.

— Los niños cada vez son más decididos ¿No es así, profesor?

El genio volteó para compartir lo ocurrido con Steve pero lo encontró fulminandolo con la mirada.

— ¿Pasa algo?

— Sólo acabas de ser besado por dos de mis alumnos ¡Eres su primer beso! No puedo creer lo descarado que eres, Anthony.

El rubio lanzó un bufido enojado y se cruzó de brazos.

— Te recuerdo que fueron ellos y fue algo inocente ¿Crees que soy un degenerado?

Tony estaba enojandose ante la actitud del hombre.

—No me hagas caso. Me voy, Anthony.

— ¿Por qué me estás llamando así?

— Porque es tu nombre.

— Fue sólo un beso de unos niños que querían despedirse de mí, profesor. No puedo creer que te enojes.

— Fueron dos besos y en frente mío. Soy su profesor y supuestamente de quién estás enamorado. Es malo.

— Espera ¿Estás celoso de tus alumnos?

— Qué ridículo. Claro que no. Sólo digo que no está bien que te besen.

— ¿Y quién sí puede besarme?¿Tú?

— Deja de bromear. Adiós, Tony.

— Ahora soy Tony, eh.

— Cállate.

El profesor trató de irse pero fue atrapado por unas manos en sus mejillas y una mirada intensa de ojos café.

— Mis besos de  adulto son todos para ti. Aunque temo que tendrás que compartir los otros con tus niños. Soy irresistible para toda edad.

— Oh Dios. Esa línea es pésima.

— No lo es si consigo besarte.

— No vas a conseguir besarm-

Pero la negativa fue cortada cuándo los labios del rubio fueron tomados en un beso sensual.

Steve escuchaba algunos ruidos de niños y adultos riendo pero pronto los perdió cuándo su mente se llenó del beso.

Tras unos minutos se separaron para tomar aire. 

— Eres adorable, profesor.

— Soy un hombre mayor. No puedo ser adorable.

— Para mí y esos niños lo eres.

— Debes dejar de besarme.

— Jamás.

El profesor sintió que lo decía en serio.

— Nos veremos.

— Sé que lo haremos. Nos vemos, Tony.

El rubio corrió para subir al autobús. Los niños lo miraban divertidos.

El viaje de regreso empezó. Lo último que vieron del bello lugar que los había alojado fue a su propietario despidiéndose con una sonrisa y la mano levantada. El rubio tomó su celular y mandó un mensaje con una sonrisa.

El celular del genio sonó y éste lo sacó. Leyó lo recibido.

De: Steve.

Para: Tony.

No estaba celoso.

— Y dices que no eres adorable.

Tony Stark lamio sus labios disfrutando del sabor que aún quedaba del beso compartido con su futuro esposo.

— Debo comprarles algo a esos dos pequeños.

Con eso en mente el joven genio entró a la casona para buscar en Internet.

El viaje había terminado pero la verdadera acción empezaba.


'Cosa de niños.' Where stories live. Discover now