Sexta lección: Conflicto

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Steve y Sharon fueron a ver a Peggy no bien salieron de la escuela.

Sharon iba sonriendo por el actuar del joven profesor ante lo sucedido en el salón. La rubia había escuchado que era muy común que los niños pequeños se 'enamoraban' de sus maestros pero al parecer el profesor necesitaba que le confirmaran tal cosa y quién mejor que la gran Peggy.

La mujer mayor les recibió con una sonrisa que se convirtió en preocupación cuándo vio el rostro del rubio.

—¿Qué pasa, querido?

— Me acaban de pedir en matrimonio.

— ¿Qué? ¿Quién? Habla claro, muchacho.

— Un niño le informó que se casaría con él, tía.

Peggy formó una oh con sus labios para luego con gesto maternal guiar a Steve a su sofá.

— Sharon, ve a traer manzanilla para todos.

— Por supuesto.

— Escuchame Steve.

El rubio al fin enfocó el rostro de la mujer.

— Es normal.

— ¿Verdad que sí?

— Así es. Yo tuve muchas propuestas.

Un largo suspiro nacido del alma del rubio salió y su sonrisa se volvió tranquila.

— Gracias Peggy, sé que es normal. Lo sé pero me tomó desprevenido. Y ahora que sé que todo está bien me alegra que lo haya hecho. Ahora sé que no soy odiado por Tony.

— ¿Tony te pidió matrimonio?

— Se lo informó más que nada.

Sharon llegaba con las tres manzanillas.

— Él es muy adulto a veces pero cómo aún es un niño su comportamiento es una extraña mezcla entre los dos estados.

Peggy se había quedado callada.

— ¿Pasa algo, tía?

— No, querida. Vamos a tomar nuestras manzanillas.

Los dos rubios conversaron sobre lo sucedido con el pequeño. Compartieron bromas y Sharon se burló un poco más de Steve, éste sólo se sonrojaba mientras tocaba su collar.

Peggy los veía con ternura, se alegraba que hubiera acertado en unir a esos dos. Su sobrina había sido muy unida a sus padres y cuándo ellos murieron el año pasado perdió su luz, Steve era el sol mismo que buscaba una familia a quién alumbrar. Eran perfectos. Sus pensamientos se desviaron al pequeño Tony Stark, esa familia era muy peculiar. Todos hacían lo que deseaban y conseguían lo que anhelaban, eran las personas más amables aún con todo el dinero poseído pero también podían ser muy demandante con ellos y los demás.

La mujer vio a Steve y su collar, el rubio se aferraba a esa cosa mientras charlaba con su sobrina con una expresión embelesada.

Lo comprendió todo. Y sonrió. Esperaba vivir lo suficiente para no perderse la diversión completa.

El fin de semana pasó en un abrir y cerrar de ojos. Los dos rubios pasaron mucho tiempo juntos.

Se estaban enamorando.




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