Tercera lección: Examen

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El despertador puesto una hora antes sacó de su inconsciencia a Steve. Hoy se había propuesto preparar una clase especial para su alumno genio. Consiguió un libro de primer año y fue a por ello. Terminó en treinta minutos y cómo tenía tiempo salió a correr. Puso su cronómetro y se cambió a su ropa deportiva.

El profesor en su segunda vuelta ya de retorno a casa vio a Jarvis a la distancia, iba a acercarse pero lo detuvo la bella mujer que hablaba con el hombre. Era elegante y con un rostro hermoso. De alguna forma sus ojos le recordaron a su alumno ¿Sería la madre? Si así era, podía ver de dónde sacó la belleza. Sin querer interrumpir se alejó.

Era el tercer día y debido al despertar más temprano de lo habitual del rubio, éste llegó a la escuela mucho antes de lo usual. Grande fue su sorpresa cuándo Tony y la mujer que vio junto a Jarvis le esperaban ya.

- Buenos días.

La mujer volteó saltando un poco y su mirada tan parecida a su hijo lo evaluó.

-Ahora entiendo todo. Buenos días, profesor Rogers. Soy la madre de Anthony.

Su voz suave y de cadencia agradable se oyó con diversión. Y el niño no la corrigió en su nombre.

- Un placer conocerla.

- El gusto es mío. Bueno, sé que aún es temprano pero no tengo con quién dejar a mi hijo y yo debo ir a trabajar.

La mujer clavó su mirada en él y Steve no pudo negarse.

- Ya que estoy aquí, puedo cuidarlo madam.

- Es usted todo un caballero. Soy María por cierto. Después de todo nos veremos mucho.

- Por supuesto, Steve Rogers para servirle.

- Hasta luego, Steve.

El pequeño gruño y los dos adultos lo vieron.

La mujer rió y besó la mejilla sonrojada de su pequeño para irse con paso alegre.

-Entonces ¿Entramos?

- No me ha saludado ¿No soy importante?

Tony había hablado con un tono indignado.

- Claro que eres importante. Disculpa, Tony ¿Puedo saludarte ahora?

El niño sólo jaló su manga y cómo Steve había visto hacerle eso a Jarvis sabía qué hacer. Se agachó a su altura esperando a lo que el pequeño quería hacer.

Tony alargó su pequeña mano y le dio una ligera bofetada. No dolió pero sorprendió al profesor lo que fue aprovechado por el niño que le dio un beso en el mismo lugar para luego alejarse con paso digno.

¿Acababa de ser castigado y perdonado por un niño de cuatro años?

Sin palabras el rubio siguió a su alumno para sentarse en su escritorio. Tony no lo vio sino que leyó todo el tiempo en que esperaban a que los primeros niños llegaran.

Cuándo lo hicieron Steve se dedicó a recibirlos y no bien todos estuvieron en sus lugares les dijo sobre el examen que les tenía preparado. Sólo sería de rutina, para saber su nivel y poder ayudarlos de forma equitativa. Todos estaban emocionados menos Tony que suspiró. El rubio sonrió ante la sorpresa que se llevaría el pequeño.

El profesor fue entregando sus exámenes y cuándo llegó a Tony le entregó su prueba especial. El pequeño abrió sus hermosos ojos y lo vio asombrado. Steve sonrió feliz. Lo había logrado. En una nube de satisfacción entregó el resto de exámenes. Llegó a su escritorio y dio por iniciada el examen. Pequeñas manos se movieron sobre el papel, todos concentrados en lo que tenían frente a ellos. Todos, incluidos Tony.

Por momentos así es por los que Steve agradecía tener la oportunidad de ser profesor.

Al cabo del tiempo estipulado el rubio dio por finalizada el examen. Los niños se acercaron en orden a su escritorio a dejar el suyo, caritas sonrientes que no bien se sentaban de nuevo empezaban a conversar sobre sus respuestas.

Tony fue el último en entregar su examen con la cabeza agachada. Steve se preocupó pero cuándo vio la nota escrita al final del papel y al pequeño de mejillas sonrojadas entendió el porque d la acción.

¿Cómo Tony lograba ser tan adulto y tan niño al mismo tiempo?

De: Tony.
Para: Profesor Rogers.

Gracias por su esfuerzo, le será recompensado.

Otro día superado.








'Cosa de niños.' Where stories live. Discover now