—Eso ya no tiene importancia—negó Elizabeth—. Lo que importa es que me parece extraño que tú después de todas las demostraciones de poder que me diste al principio ahora me diga que alguna vez pensaste en morir.

—Hay días en los que resulta difícil ser alguien tan fabuloso—Dinah bajó la mirada siendo sincera. Elizabeth era su única amiga alguien como ella que la entendía—Pero no son frecuentes. No soy de las que se auto compadecen. Eso no va conmigo. Eso es signo de debilidad y podré ser muchas cosas, Elizabeth—dijo fríamente—, pero jamás seré débil. Solo habría algo que me rompería completamente aunque nadie jamás vaya a saberlo—Elizabeth la observó.

—¿Qué? —Dinah se giró para ver a Elizabeth fijamente y simplemente se bajó del coche sin responder al escuchar los pasos de su padre y verlo abrir la puerta principal.

—¡Dinah! —dijo él viéndola sorprendido mientras los ojos de Dinah se volvían fríos—. No esperaba encontrarte aquí—Dinah vio tres maletas de equipaje que su padre cargaba sin ninguna dificultad mientras caminaba a su coche—. Pero ya que te veo dile a tu madre que le dejé una nota explicando donde voy.

—Podrías explicarme a mí ahora—se apoyó en su coche mientras Elizabeth se quedaba dentro del coche—. Me encantaría escucharlo.

—Tengo un viaje de trabajo encargado por el alcalde Lewis—explicó guardando sus maletas—. Tu madre sabe los detalles. Me iré por unas semanas.

—Fabuloso—dijo Dinah sin rastro de emoción y cerró la puerta de su coche acercándose a su padre—. Me imagino que son asuntos de trabajo muy importantes.

—Ten mucho cuidado, Dinah—le dijo Pierre observándola un momento—. Tú amiga está dentro de tu coche escuchando cada palabra que te digo.

—¿Tienes miedo que escuche algo importante? —Dinah lo vio fijamente—. Pensé que te importaba nada más lo que pensara Camila de tus salidas cada mes para matar a pobres estúpidas por deporte con tus amigos.

Pierre respiró hondo antes de tomar a Dinah del brazo y con su velocidad la llevó hasta el porche de la casa donde la puso contra la pared pero Dinah le quitó el brazo fuertemente viéndolo con desprecio.

—No vuelvas a tocarme en tu vida—le dijo con voz amenazante mientras sus ojos se volvían rojos por la ira y sus colmillos salían—. No soy tu juguete como lo es mi madre. Yo sé lo que haces—lo vio con ironía—. Matas por deporte y luego vienes aquí a fingir que debemos solo tomar lo que necesitamos como le haces creer a Camila.

—Te dije que cerraras la boca y no escuchas—Pierre la vio con furia—. No estoy para tus tonterías, Dinah. Te encanta jugar y perder el tiempo mientras yo soy el único que se preocupa por esta familia.

—¡No somos una maldita familia! —dijo fuertemente—. Nunca lo hemos sido. Solo mi madre finge que seguimos siendo la familia ejemplar de 1714 cuando no somos más que un grupo de malditos.

—Tanto tu madre como yo no estamos cansando de tu comportamiento de niña malcriada, Dinah—fue frio—. Encuentra algo más que hacer que dejar problemas para que tu madre, Camila o yo los resolvamos. Así como esa serie de cadáveres que estás dejando en el pueblo que incluso tu hermana tiene que estar con los malditos Alder jugando a ser su amiga para cuidarte. Unos malditos lobos asquerosos que se creen dueños del pueblo—los ojos de Dinah se abrieron sorprendidos volviendo a su tono normal cuando Pierre se apartó y empezó a bajar las escaleras caminando hacia su coche.

—¡¿Cómo sabes eso?! —le gritó Dinah siguiéndolo pero Pierre la ignoró cerrando el maletero de su coche y caminando a la puerta la cual Dinah le impidió abrir.

The Midnight Chronicles TrilogyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora