Los besos humedos son peligrosos para mi salud.

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Capítulo 5:

La lluvia ha amainado cuando salimos de megan's hacia la bahía. Los camineros están llenos de agua y el viento sopla fresco, demasiado para la fina campera que traigo puesta.

Me abrazo a mi cintura, intentando mantener el calor cuando el viento vuelve a soplar. El cielo se ve nublado y parece que seguirá lloviendo, pero la verdad es que me encanta estar aquí en este momento.

Veo las olas azotar con fuerza hacia la orilla, algunos surfers, nadan hacia el mar esperando olas para cabalgar, otros salen del agua.

Uno pasa cerca nuestro, guiñando su ojo hacia mí, sonrío cuando cruza a mi lado yendo hacia no sé dónde.

Jay me aprieta entre sus brazos de un momento a otro. Es lindo sentir su calor a mi costado con el frío que me sopla, sin embargo no sé qué le ha llevado a hacer lo que hace. Le miro con el ceño fruncido y el me devuelve la mirada con una sonrisa que me dice que trama algo.

- Eres mi cita hoy, no puedes sonreírle a cualquiera.

- No soy tu cita Jay.- le digo seria. Confusa con el juego que quiere jugar.

- Y entonces qué es.

- Una salida como amigos y solo porque me gusta Megan's.

- Zoey, tú y yo no podemos ser amigos. No podríamos nunca ser amigos.

- Entonces una salida de conocidos por que me gusta Megan's y me convenciste con ello.

- Cita. Se llama cita.

- No es una cita Jay. Una cita implica que quieres algo más conmigo y no sólo ser mi amigo.

- Por eso.

- Jay. No seas idiota.

Le digo zafándome de sus brazos para caminar hacia otro lado. Ya no quiero estar en la playa. Quiero ir a casa y olvidar lo que Jay acaba de decir. Realmente soy muy débil en mis convicciones y me da miedo comenzar a ilusionarme. No me voy a quedar a que me rompa el corazón, no gracias.

- Zoey, no seas una gallina. ¿Qué es lo que te da miedo?

- Tú Jay. Tú me das miedo.

- ¿Por qué? Zoey, vamos si entras al juego sabes las reglas, es muy fácil

- No hables de ello como si fuera sencillo Jay. No estoy dispuesta a caer bajo tu juego.

- No seas tonta Zoey. ¿Te das cuenta de lo que podrías ganar? Yo sería tuyo, sabes como soy con mis chicas.

- No me importa lo que voy a ganar. Me importa lo que voy a perder y no voy a seguirte. Lo siento.

- Bien. Dejaré de insistir por ahora.

- Deja de insistir para siempre.

- Zoey, no quiero escuchar que digas estupideces. Sé lo mucho que quieres hacerlo. La verdad no sé por qué te niegas, pero ten seguro que volveré a intentarlo en otro momento, porque yo también quiero.

Asustada con la actitud de Jay, camino más rápido, intentando alejarme de él hacia su auto. Quiero que me lleve a casa así me quedo en mi cama y no salgo de ahí hasta que sienta que es seguro salir otra vez.

Al parecer, puede leer mis pensamientos también ya que me sigue y pronto sus largas piernas lo adelantan y termina guiándome hacia el auto. Una vez dentro, decido que ni siquiera voy a mirarlo.

Me limito a observar el paisaje de camino a casa. No es mucho lo que se ve porque siempre es lo mismo, sin embargo, me distrae de la presencia de Jay a mi lado y lo que me dijo en la playa.

Una relación con Jay es peligrosa. ¿Por qué mi subconsciente no quiere aceptarlo? Me dan miedo las sensaciones que me recorren cuando pienso en Jay. Me da miedo que mi corazón lata más rápido con el pensamiento de Jay queriendo estar conmigo, aun sabiendo que va hacerme daño, aun sabiendo que es tóxico.

Tal vez, mi remedio fuese probarlo. Probarlo una vez y satisfacer mi curiosidad. Tal vez así logre olvidarlo. Pero ¿arriesgarme, y que nada sea como yo pensé que sería, que las cosas no fueran conforme al plan? Y termino decepcionada de mí misma por no haberlo meditado mejor.

- Mamá dijo que la tuya y ella irían de compras hoy...-escucho decir a Jay.

- Siempre lo hacen, ¿qué tiene?

- Pues, que tienes la casa para ti sola.

- Perfecto.

Escucho su risa fuerte y ronca. Me encanta. Pero no puedo reír del mismo chiste porque no entiendo de qué diablos se ríe.

Cuando me bajo del auto frente a casa, espero que él se haya largado a la suya, sin embargo escucho la puerta del auto cerrarse y sus pasos detrás de mí. Eso me enfurece hasta cierto punto, pero una corriente de calor se instala en mi estómago pensando en lo que puede ocurrir. Quiero detenerlo pero a la vez quiero ver que es capaz de hacer.

Abro la puerta y sin cerrarla paso a la casa porque sé que él está detrás de mí. Escucho la puerta cerrarse y yo me lanzo al sofá. Él está a mi lado en unos segundos.

Tomo una larga respiración decidiendo que puedo hacerlo. Siempre mantuve el pensamiento de que Jay no es alguien de quien enamorarse, puedo seguir así. Y darle un beso y desnudarme con Jay no debería cambiar ese pensamiento. Besarlo no necesariamente significa que voy a terminar casándome con él, significa que voy a pasar un gran rato con él.

Me subo a su regazo, impresionada de mi audacia y tomo su rostro en mis manos. Él sonríe como un gato que comió un canario y toma mi cintura en sus manos. Para él luce como una victoria, pero lo que yo creo es que gané más que él.

Sus labios son suaves, húmedos y calientes. Muerdo un poco su labio inferior chupándolo dentro de mi boca, le escucho soltar un suave sonido parecido a un gemido y entonces el devora mi boca, apretándome en su regazo.

Es imposible describir la fuerza con la que su beso me afectó. Simplemente exploto cada una de las sensaciones de mi cuerpo. Me sentía caliente, sentía un fuego delicioso en el lugar donde sus manos estaban. Rodee su cuello con mis brazos pero pronto los baje por su estómago, acariciando con mis uñas, lo sentí estremecerse.

Mis pulmones gritan por aire, lo que me hace separarme de su gloriosa boca. Él baja sus besos por mi cuello, se siente caliente y húmedo. Siento un palpitar en mi entrepierna. Saber que estoy tan caliente me hace retroceder un poco e intento tranquilizarme.

Respiro en el cuello de él sintiendo el maravilloso olor de su colonia. Dios, no debería ponerme tan caliente. Lo conozco de toda mi vida, sé lo imbécil que es. ¿Cómo hace para tener todo mi cuerpo palpitando por él? Me siento tan ridícula.

Y lo que hice recién lo hace peor. Siento vergüenza. Pero todo se sintió tan bien, como si estuviese tocando un cable pelado pero con las sensaciones correctas, como si su regazo fuese el lugar al que yo pertenecía.

Sentía sus manos recorrer mi espalda desnuda y sus labios sobre mis pezones, aún con la ropa puesta arrancó un ronco gemido de mi garganta.

- No podemos tener sexo Jay. – le susurro.

- Pero lo tendremos Zoey.

Cruel Intentions #SA2018Where stories live. Discover now