9.2 - La huella que deja el miedo

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<<Vamos Nevan, piensa. El templo va a jugar con tu cabeza quieras o no. No dejes que te supere. Piensa con calma.>>

Se forzó a respirar profundo y se sentó en el suelo.

Se suponía que necesitaba llegar al final del templo, pero ¿cómo sabía dónde estaba el final? Había caminado sin descanso por quién sabe cuánto tiempo y todo lo que había encontrado fue más camino por recorrer y unos miserables cristales que apenas daban un poco de luz.

Luego de un momento ni siquiera pudo recordar cuánto tiempo llevaba sentado. ¿Habían sido horas o días? No sentía hambre ni sueño, su cuerpo estaba en perfectas condiciones y aún así las piernas le pesaban. Con cada segundo que pasaba tenía menos ganas de buscar la salida.

<<¿Cómo acabé aquí en primer lugar...?>>

—Haha.

Nevan alzó la cabeza de golpe y a su derecha vio una sombra humanoide desaparecer al doblar por el pasillo.

De repente los cristales habían comenzado a brillar intensamente, llenando todo a su alrededor de luz multicolor. La pared enfrente de él, que momentos atrás fue tan sólida como la que tenía a la espalda, ahora era una línea de gruesos barrotes de cristal. De izquierda a derecha, desde el suelo hasta el techo, siguiendo todo el camino que ya había recorrido hacia el que le faltaba por recorrer, los barrotes se extendían y separaban el angosto pasillo de Nevan de una caída hacia un precipicio.

Juraría que aquello no estaba ahí antes de detenerse, y sin embargo al mirar hacia abajo a través de los barrotes solo vio una caída que conducía a un abismo negro.

No tuvo tiempo de detenerse a preguntar qué estaba pasando cuando escuchó un ruido fuerte en la dirección donde aquella sombra había desaparecido y se puso a correr.

<<¿Hay alguien más aquí? No puede ser.>>

Posible o no, lo que había visto fue real, y sería idiota de su parte no seguir la pista que había pedido.

Corrió por un pasillo mucho más iluminado que antes, el mismo que comenzó a ensanchar con cada paso que daba, hasta convertirse en una amplia pasarela. Y a pesar de que corría, no lograba acercarse a quien sea que iba delante suyo; no podía verle, pero tampoco dejaba de escuchar sus pasos en la distancia.

Donde sí hubo un cambio fue en la luz. Los colores variados seguían siendo los mismos, pero la intensidad de esta bajaba y subía a ratos, y sombras largas y densas aparentemente salidas de ningún lado creaban un parpadeo en la continuidad del pasillo iluminado mientras Nevan corría.

Las sombras, que en un principio solo iban en aumento, dejaron de aparecer de golpe y el pasillo acabó. Los barrotes que le separaban del abismo negro continuaron pero en vez de seguir una línea recta, formaron una curva hacia el vacío sobre el abismo, abriendo el paso a una plataforma circular que marcaba el final del camino para Nevan.

Y por si eso fuera poco, la persona a la que había estado persiguiendo no estaba allí.

—Tienes que estarme jodiendo...

Tuvo que detenerse antes de poner un pie allí. Se apoyó en uno de los barrotes, como si debiera descansar, pero no tardó en percatarse de que no estaba cansado. Luego de toda aquella carrera cuesta arriba, su corazón seguía latiendo con total calma, sus pulmones no subían ni bajaban frenéticos, y ninguno de sus músculos dolía.

<<¿Qué demonios está pasando?>>

—Estás retrasando esto más de lo necesario, ¿sabes?

Nevan contuvo la respiración y su mano instintivamente viajó hasta el relicario en su cuello, pero una mano ajena lo tomó por sorpresa y le empujó con fuerza hacia el interior de la plataforma.

En cuanto puso un pie dentro los barrotes cerraron el paso hacia el pasillo a su espalda, y no pasó ni un segundo de esto para que el muchacho se volteara, y comprobara con horror que el largo camino que había recorrido ya no estaba. Del trayecto que había caminado solo quedó el recuerdo, y con la adrenalina bombeando en su cráneo ya ni eso era seguro. Las imágenes de lo que había pasado desde que entró al templo estaban borrosas y el miedo amenazó feroz con hacerle perder el poco control que le quedaba.

<<Basta...>>

Apretó los puños, tensó la quijada y enderezó su esplada antes de dirigirse al centro de la plataforma.

Nevan estaba listo para hacer explotar todo ese lugar, podía sentir el hormigueo de la magia en la palma de sus manos, ansiosa por manifestarse, y el relicario en su cuello pulsaba en anticipación como un corazón. Sin embargo la costumbre de años a desconfiar hasta de sus instintos le contuvo de hacer una estupidez antes de tiempo. Giró sobre sí mismo varias veces buscando a aquella presencia, pero solo encontró la luz de los cristales.

—¡¿Quién está ahí?!

—Pues si te digo la verdad, no tengo ni la menor idea.

El salto que Nevan dio hubiera sido gracioso en cualquier otro contexto, pero entró en pánico y materializó su estoque en un segundo, listo para lanzar un hechizo explosivo a quien le había hablado desde atrás.

Se dio la vuelta Almeric Grant estaba delante suyo, tal y como lo recordaba de la última vez que lo vio. Jocoso, altanero, y más real que nunca.

 Jocoso, altanero, y más real que nunca

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El mago rojo | El Legado Grant Iحيث تعيش القصص. اكتشف الآن