2. Déjà vu

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Instantes después, al ver a Alfred en medio de aquella especie de trance acústico, y escuchando ellos también aquella alma hecha voz en ese bar de copas, las miradas del gallego y la canaria delataban lo mucho que les encantaba tener la razón en ese momento.

De hecho, los ojos de ambos compañeros de piso estaban tan llenos de satisfacción efímera que los recuerdos y emociones de Roi quedaban ocultos y relativamente a salvo. Y, si decimos relativamente, es porque no dejaban de estar presentes en su mente.

La noche anterior se había vuelto a despertar abrazado a Ana en el sofá. Se habían puesto a mirar una película después de que Ana volviera de trabajar y se habían quedado fritos casi al momento. No era la primera vez que pasaba, qué va: aquel episodio que, como mejores amigos, compartían constantemente, se iba convirtiendo en un déjà vu agradable que, sinceramente, no le importaba repetir al gallego. Aún así, lo asustaba, claro que lo asustaba: notaba que los sentimientos hacia Ana se estaban transformando de una manera nada prevista, y eso que hasta ahora había sido muy feliz con su novia.

Y es que el tiempo lo cura todo, pero también nos hace ver y sentir cosas de las que no nos habíamos percatado en un principio. Esto era lo que le pasaba a Roi, y ese era el motivo por el que, cuando despertó al lado de Ana, no pudo evitar quedarse unos minutos sin moverse, en parte para no molestarla y en parte para poder mirarla un rato más sin que ella se diera cuenta. Observarla le hacía pensar en todo lo que le gustaba de ella: le encantaba que Ana lo sacara a bailar en el bar cuando quedaba poca gente y Amaia tocaba un tema más movidito, seguramente latino, y que tuviera toda la paciencia del mundo para enseñarle nuevos pasos; no podía evitar hacerla reír día tras día, aunque también se lo pasaba como un niño picándola, asustándola y bromeando, porque su risa era de lo mejor que había visto en mucho tiempo.

A parte de todo esto, Roi tenía muy clara una cosa: lo mejor de Ana era que, con ella, él siempre podía ser él mismo y viceversa. Se entendían a la perfección y su complicidad era innegable, y de hecho por esto habían empezado a vivir juntos. Se habían conocido a través de Noemí, la directora de una pequeña escuela de música para niños en la que trabajaba Roi. Casualmente, esta frecuentaba el bar de Capde porque eran amigos de toda la vida. Roi le había dicho que estaba buscando piso por la zona y, cuando Noemí se lo comentó a Capde, este le dijo que una habitación del piso de Ana había quedado libre. Al principio tanto Roi como Ana dudaron, ya que no se conocían de nada, pero conectaron al instante y, además, a ambos les iba bien compartir alquiler y gastos aunque fuera algo temporal.

Y, un año y medio después, allí estaban, uno junto al otro en el sofá, Ana durmiendo plácidamente y Roi con los ojos clavados en ella y con mil pensamientos en la cabeza, intentando descifrarse a sí mismo a través de su compañera. Lo que más tensión le generaba era saber que aquel momento volvería a terminar, como muchas otras veces, y en ese instante era lo último que quería. Intentó tomar una foto mental, trató de retener los rasgos de una Ana calmada: sus párpados relajados, sus labios curvados en una leve sonrisa, su respiración alargada y relajada, los mechones de pelo que le cubrían ligeramente el rostro... Era difícil para Roi no alargar la mano y retirarlos, y luego acariciarle la mejilla. Demasiado difícil.

El gallego había intentado hacerlo y había acercado su mano hasta rozar el cabello castaño de la canaria, pero un atisbo de cordura le recordó que no era buena idea, así que la retiró bruscamente y se levantó del sofá, dispuesto a irse a la cama. Fue entonces que oyó el cuerpo de Ana moverse en el sofá y, seguidamente, su voz:

  —Uf, ¿otra vez volvimos a dormirnos en el sofá? Vaya dos... —dijo, riendo ligeramente y frotándose el cuello con la mano, ya que debía de notar la incomodidad relativa de un sofá.

  —Pues sí... —asintió Roi, sonriendo contagiado por su compañera, pero ligeramente taciturno a causa de la avalancha de sensaciones que había tenido minutos antes.— Buenas noches, Anita.

  —Buenas noches, sapoconcho.

Y, adelantándose a él, que estaba de pie en medio del salón, Ana se levantó del sofá con un movimiento más bien enérgico y, después de darle un rápido beso en la mejilla, se fue a dormir a su habitación. Roi hizo lo mismo poco después, sin Ana al lado pero con ella más presente que nunca en sus pensamientos.

Tan presente como lo estaba la noche siguiente detrás de la barra del bar con su camisa blanca de camarera y su coleta alta, admirando a Amaia con ojos brillantes. Ahora Roi estaba prácticamente en la misma situación que Alfred, pero con una musa diferente (aunque, debía admitir, la atmósfera musical que creaba la pamplonica continuaba contribuyendo a la magia e, incluso, recreándola).

El gallego estaba tan absorto que no se dio cuenta de que, justo al acabar la canción, alguien muy cercano a él acababa de entrar por la puerta del bar casi a brincos. Se asustó cuando ese alguien se puso justo delante de él y lo abrazó de pronto. Oyó su voz llamándole, y fue entonces que volvió en sí:

—¡Roi! ¡Tengo que decirte algo!

—Ostras, Cris, qué susto...

—¿Qué pasa? ¿Es que no te alegras de verme? ¿Y esa cara?  —preguntó su novia, que encontraba la situación algo graciosa.

En aquel momento, Roi se quedó en blanco y no supo qué contestar. No era un buen momento para hablar de ello. Por suerte, Alfred había despertado de sus sueños melómanos en vela justo a tiempo para intervenir y evitar un posible caos:

—Es que Amaia... 

Dejo la frase inacabada y se giró ligeramente para mirar a la navarra, que se había acercado a la barra del bar para hablar con Ana. Durante todo el rato el catalán tenía una sonrisa de encandilamiento plasmada en la cara, hacía tiempo que Roi no lo veía así. Tanto él como su novia no pudieron evitar reírse a carcajada limpia ante aquella escena.

—Ya me han hablado de ella, ya... —añadió Cris, mirando hacia Ana con una sonrisa que le fue devuelta al instante. Al compartir piso con su novio, se conocían bastante y a veces hablaban del trabajo de la canaria cuando Cris visitaba a Roi.

—Bueno... ¿Y qué querías decirme tú? —le preguntó el gallego a su chica.

—¡Ay, sí! Mira, sé que es un poco precipitado, pero... Claudia se va del piso y queda una habitación libre. He pensado que podría instalar el equipo de música allí, tener un mini-estudio... —explicó, notablemente ilusionada.

—Ala, qué buena idea, ¿no? —respondió Roi, no sabiendo aún por donde iban los tiros.

—Roi... —dijo Cris, con una sonrisa pícara.

—¿Qué?

—¿No lo pillas?

—¿El qué? —insistió Roi, ganándose un suspiro impaciente de su novia.

—Que voy a estar sola. ¡Ven y vivamos juntos! —exclamó Cris con emoción.

Roi se quedó congelado y deseaba que exteriormente no se hubiese quedado tan blanco como la nieve. Precisamente en aquel momento en el que tantos pensamientos le nublaban la cabeza... Incluso dudaba si Ana representaba las nubes o bien era un nuevo sol al que le dolía aún mirar tan directamente. Y con una de esas nubes (o rayos de sol, ni él lo sabía a esas alturas) le llegó a la mente la frase de una de las canciones que Ana se ponía para despertarse por las mañanas:

"¿Quién puede hablar del amor y defenderlo?
Que levante la mano, por favor."

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Espero que os haya gustado este capítulo. He intentado adentrarme más en los personajes, especialmente en Roi en este caso. Espero que estéis pasando la nominación Roiwar de la mejor manera posible (dentro de lo que cabe). De hecho, parte de la inspiración de este capítulo me vino a partir de la canción que cantaron el 7 de enero por la tarde, "Déjà vu". Me encantó como les quedaba y, definitivamente, a partir de la semana que viene voy a echar mucho de menos momentos como ese. No sé si a alguien le pasa lo mismo que a mi. En fin...

Por último, me gustaría aclarar que apoyo la relación Roi-Cris en la vida real. Remarco, de nuevo y como pone en el título, que esta historia es un AU (Universo Alternativo) en el que ni OT ni la academia existen. Gracias por entenderlo.

Como siempre, espero vuestros comentarios. Si tenéis sugerencias, no dudéis en escribirlas también. ¡Un abrazo! :)

Clavados en un bar || OT 2017 AUWhere stories live. Discover now