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El Times, el Standard, el EveningStar, el Morning-Chronicle y veinte periódicos más de los de mayor circulación se declararon contra el señor Fogg. Unicamente el Daily Telegraph lo defendió hasta cierto punto. Phileas Fogg fue tratado como un loco, y a sus colegas del Reform-Club se les criticó por haber aceptado esta apuesta, que acusaba debilidad en las facultades mentales de su autor.

Un largo artículo publicado el 7 de octubre en el Boletín de la gran Sociedad de Geografía, trató la cuestión bajo todos los aspectos y demostró claramente la locura de la empresa. Según este artículo el viajero lo tenía todo en contra suya: obstáculos humanos, obstáculos naturales. Para que pudiese obtener éxito el proyecto, era necesario admitir una concordancia maravillosas en las horas de llegada y de salida, concordancia que no existía ni podía existir. En Europa, donde las distancias son relativamente cortas, se puede en rigor contar conque los trenes llegarán a la hora fija; pero cuando tardan tres días en atravesar la India y siete en cruzar Estados Unidos, ¿podía fundarse sobre su exactitud la solución de semejante problema? ¿Y los contratiempos de máquinas, los descarrilamientos, los choques, los temporales, la acumulación de nieve? ¿No parecías presentarse todo contra Phileas Fogg? ¿Acaso en los vapores no podría encontrarse durante el invierno expuesto a los vientos o a las brumas?

Y bastaba con un solo retraso, con uno solo, para que la cadena de las comunicaciones sufriera una ruptura irreparable. Si Philea Fogg faltaba, aunque tan sólo fuese por algunas horas a la salida de algún vapor, se vería obligado a esperar al siguiente, y por este solo motivo de su viaje se vería irrevocablemente comprometido.

Este artículo círculo mucho. Casi todos los periódicos lo reprodujeron, y las acciones de Phileas Fogg bajaron considerablemente.

Sólo conservó un partidario, el viejo paralítico lord Albermale. El honorable gentleman, clavado en su butaca, hubiera dado su fortuna por poder hacer el mismo viaje aunque fuera en diez años, y apostó cuatro mis libras en favor de Phileas Fogg. Y cuando al propio tiempo le demostraban lo necio y lo inútil del proyecto, se limitaba a responder: "Si la cosa es factible , bueno será que sea inglés quien primero lo haga"

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