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A las doce y cuarenta y siete de la mañana, este gentleman se levantó y se dirigió al gran salón, suntuoso aposento, adornado con pinturas colocadas en lujosos marcos. Allí, un criado le entregó el times. La lectura del periódico ocupó a Phileas Fogg hasta las tres y cuarenta y cinco, y la del Standard, que sucedió a la de aquél, duró hasta la hora de la comida, que se llevó a efecto en iguales condiciones que el almuerzo.

Media hora más tarde, varios miembros del Reform-Club iban entrando y se acercaban a la chimenea encendida con carbón de piedra. Eran los compañeros habituales de juego de Mr. Phileas Fogg, decididamente aficionados al whist como él: el ingeniero Andrew Stuart, los banqueros John Sullivan y Samuel Falletin, el fabricante de cervezas Thomas Flanagan, y Gauthier Ralph, uno de los administradores del Banco de Inlagterra, personajes ricos y considerados en aquel mismo club, que cuenta entre sus miembros las mayores notabilidades de la industria y de la banca.

-Dígame Ralph- Preguntó Thomas Flanagan-, ¿qué se sabe de ese robo?

-Pues bien- respondió Andrew Stuart-, el banco perderá su dinero.

-Al contrario- dijo Gauthier Ralph-, espero que se logrará echar mano al autor del robo. Se han enviado inspectores de policía de los más hábiles a todos los pricipales puertos de embarque y desembarque de América y Europa, y le será muy difícil a ese caballero poder escapar.

-Pero qué, ¿se conoce la filiación del ladrón- Preguntó Andrew Stuart.

- Ante todo, no es un ladrón- respondió Gauthier Ralph con la mayor formalidad.

-Cómo ¿no es un ladrón el individuo que sustrae 55,000 libras en billetes de Banco?

-No- respondió Gauthier Ralph.

-¿Es acaso un industrial?- dijo John Sullivan.

-El Morning- Chronicle asegura que es un gentleman.

La vuelta al mundo en 80 diasWhere stories live. Discover now