🎪 El plan de Carlos 🎪

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Normalmente, Katie no perdía los nervios, sobre todo con su hermano mayor, una de las personas con las que se llevaba bastante bien. Pero esos intentos absurdos de demostrar que es mejor que Tori, hacían que cada vez le costase más conservar la paciencia.
Seguía jugando una partida con la videoconsola y solo le bastó ver a Kendall con otro mando en frente suya para perderla por completo.
—Vale, te has librado del kárate por lo de la espalda, pero... —anunció dando botonazos a una videoconsola—, no vas a tener tanta suerte echando una partida a la videoconsola.
Entonces, Katie se levantó del sofá enfurecida, tirando el mando al sofá.
—Mira, no sé de qué manera decírtelo, pero... ¡Quieres parar ya! ¡¿Es que no ves que tus celos no causan nada más que problemas?!
—¿Ah, sí? —dijo y también tiró el mando al sofá— ¡Pues yo tampoco sé de qué manera decirte que no estoy celoso de Tori!
—Te recuerdo que hace media hora me has revuelto el estómago —señaló ella.
—Vale, reconozco que el chocolate no me ha salido muy bien, ¡pero tampoco era para tanto!
—Logan tuvo que ir al baño tres veces seguidas.
—No cuenta, tiene un estómago muy sensible.
—¡Por poco te partes la crisma haciendo kárate!
—Pero no me la he partido.
—¡Me da igual! ¡Te has hecho daño!
—Tampoco cuenta. Tengo la espalda mal desde que el bruto de Scroutt me dio con el stick en las semifinales de hockey de Minnesota.
Katie lo miró confusa. Entonces, se oyó un crujido. Kendall se llevó la mano a la espalda y se inclinó hacia atrás.
—¡Ah! ¿Cómo pudo creerse que yo era un disco? —gimió apretando los ojos.
Su hermana se llevó las manos a la cabeza por un segundo.
—¡Ya no aguanto más! —gritó y metió una en el bolsillo trasero.
Kendall arqueó una ceja. De repente, la chica sacó una pequeña rueda cilíndrica de dólares.
—Toma —dijo con el brazo extendido.
—¿Y eso?
—Son mis ahorros de la semana. No tengo miedo a perderlos siempre y cuando me dejes en paz.
—Me alegro de que hayas superado tu miedo a perder pasta, ¡pero el dinero no va cambiar nada!
Y así fue como Kendall explotó la paciencia de su hermana. El apartamento 2J se infló de gritos, y conociéndolos, podrían haber estado así todo el día, si no fuera por James, que ni el escándalo de los hermanos Knight callaron su felicidad.
—Ey, acabo de terminar un paseo súper-romántico con Tori, me ha dado su número y su dirección, que por cierto, vive aquí en Los Ángeles y adivinad qué: también trabaja para Gustavo —presumió— De hecho, se ha ido ahora mismo.
Y así fue cómo James estalló la de su amigo.
—¡Vale! ¡Esta es la gota que colma el vaso! —gritó, y se fue derecho al pasillo.
Confuso, James se giró hacia Katie señalándola.
—¿Qué le...?
—No hay tiempo para explicaciones —lo interrumpió— Ve y párale los pies antes de que acabe con tus posibilidades con Tori.
James puso los ojos como platos y echó a correr al rescate de sus posibilidades con su bella amada, gritando:
—¡Kendaaaaall!

***

Kendall y James bajaron las escaleras que terminaban en el vestíbulo a todo gas.
—¡Kendall, para! —le ordenó James.
—¡Tú no te metas! —contestó él.
Por el camino, se encontraron con Carlos, en el mismo lugar de antes, pero estaba muy ocupado escribiendo algo en un papel sobre su casco para atender a sus amigos. De todas formas, ellos también siguieron a lo suyo:
—¡Lucho por mis posibilidades con mi amada!
Antes de esfumarse del Palm Woods, por poco chocaron con Trina, que estaba entrando. La chica los siguió con la mirada, incrédula y no, no porque los había reconocido.
—¡Madre mía! Este hotel vuelve loco a cualquiera —dijo. A continuación sacó un rizo liso de pelo y lo miró con cara de psicópata— Pero da igual, ¡porque he conseguido un mechón de pelo de Jett Stetson!
Entonces, se colocó el casco y se levantó sin quitarle ojo al papel.
—Vale, sé donde conseguir la carpa de circo, el palo de hockey ya lo tengo, así que solo me falta... —recitó mientras andaba.
Pero lo que no se esperaba Trina, es que al andar hipnotizada con una muestra de ADN de uno de sus ídolos, se chocaría con otro de ellos.
—Oye, ¡mira por dónde...! —rechistó.
Carlos sonrió, en cambio, Trina se tapó la boca.
—¡No me lo puedo creer! ¡Eres Carlos García de Big Time Rush! —exclamó.
—¡Pues claro! ¡En carne y casco! —dijo y dio dos golpecitos en el objeto.
—¡Qué pasada! Ven, vamos a hacernos un selfie —le invitó y se puso a su lado con el móvil en frente.
—Eh, y claro que nos haremos un selfie... —aseguró en tono ladino apartándose. Trina lo miró con decepción—. Pero antes, necesito que me hagas un favor...
—Cuenta conmigo. Lo que sea por mis ídolos —dijo emocionada.
Carlos la señaló con el dedo, con una sonrisa...
—¿Eres buena actriz?
...Que Trina no tardó en copiar.

Big Time Victorious [THE CROSSOVER]✔Where stories live. Discover now