Cortejo

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11. Cortejo.

Los siguientes días fueron anunciados los eventos correspondientes al Cortejo Real, entre la Princesa Heredera del Reino Butterfly, Star Butterfly, y el príncipe Heredero del Inframundo, Tom Lucitor, para con el humano Marco Díaz. Cuatro semanas de fiestas y reuniones que se coronarían con la gran anunciación por parte del cortejado para decidir quién sería su prometida... O prometido.

El primer evento fue el de Destrezas, para medir cuan cualificados estaban los cortejantes en el arte de la lucha y deporte.

Marco fue obligado asistir para "medir las fuerzas", apoyado en su asiento privilegiado para ver como Star utilizaba sus poderes de mariposa, rebasando obstáculos casi imposibles, o viendocomo Tom lanzaba trocos a 10 metros de distancia para luego calcinarlos.

Pura barbaridad.

El cuarto día se debió festejar una tarde de té. Al décimo día era obligatorio pasar todo el día con las candidatas a suegras, pasar todo un día excluido al humor de Moon Butterfly y Wrathmelior Lucitor mató una parte del alma de Marco.

Al décimo tercero, fue el día de las tartas, y mientras los regalos de cortejo se acumulaban en la habitación de Marco, los eventos seguían y seguían, y el chico deseó nunca haber pensado en rescatar a Star esa noche de Luna Roja.

De hecho, se encontró por primera vez huyendo de su deber, con más exactitud para una cena familiar en la que se conocería a la familia de los candidatos. En lugar de eso, estaba escondido en la lavandería, donde el caballero le había dejado quedarse a pesar de cargar a cuestas un plato de nachos y algo de malta sin alcohol.

-Oh, aquí estás. -Y como había sospechado, lo habían encontrado, más temprano que tarde para su desgracia.

-No finjas. -Marco gruñó. -Sabías que estaba aquí.

Tom era el visitante, una ligera mueca de culpa atravesaba su rostro guapo, incluso se rascaba la nuca con nerviosismo. Marco no pudo dejar de pensar que era adorable.

-Sólo venía a disculparme. Ya sabes, todo esto no debe estar siendo fácil para ti y fui yo quien utilizó la Luna Roja para unir mi alma con la de Star. Así que... ¿tregua?

Marco no negó nada, se cruzó de brazos y con algo de resignación, lo aceptó en la mesa donde comía su almuerzo improvisado.

-Créeme, es peor de lo que parece.

Tom lo miró a los ojos con una media sonrisa dudosa.

-Entonces me debería disculpar doblemente. -Ofreció.

-Oye, eso ni siquiera da risa.

Ni siquiera era un chiste, de hecho.

-Entonces, ¿por qué te ríes?

Oh, touché.

Ambos se rieron a carcajadas cuando Tom hizo otro mal chiste. La tensión inicial se resolvió, y al rato se encontraron comiendo nachos juntos mientras seguían riéndose sobre las tontas tradiciones de cortejo, y los ridículos trajes de la realeza.

Hubo un momento, tal vez demasiado breve como para ser notado, en el que ambos se miraron con los ojos brillantes y las mejillas arreboladas. Tan cerca estaban uno del otro que sus alientos rozaron, y los labios sonrosados estuvieron tan cerca de juntarse que, cuando Marco recordara el momento días después, se sonrojaría hasta las orejas.

-Deberíamos...ir a arriba. -Tom desvió la mirada. Marco asintió, aún hipnotizado por el momento.

No hablaron de eso, ni ese ni otro día.

Rosas en llamasWhere stories live. Discover now