EPÍLOGO: Perdida

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A petición suya, le dedico el epílogo a @dejarsi, muchas gracias por apoyarme y leer esta historia hasta el final.

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Abro los ojos de golpe, un paisaje totalmente desconocido se abre ante mi vista. Un enorme desierto se despliega delante de mi, la arena se amontona en ciertos lugares hasta crear dunas, y se pierde en el lejano horizonte.

En el cielo brillan con potencias dos soles que parecen mirarme con insistencia, quemando mi piel expuesta. Un largo y sencillo vestido blanco, de verano, se desliza por mi cuerpo hasta los tobillos. Mis pies descalzos se hunden en la arena caliente, pero esta no los quema.

Doy una vuelta de 360 grado sin moverme del sitio para saber donde demonios me encuentro, pero solo veo arena y mas arena.

Decido caminar hacia el frente solo para ver si encuentro algo que me resulte familiar.

No se cuanto tiempo camino con la vista en el horizonte, pero de pronto tropiezo con algo escondido en la arena haciéndome caer al suelo. Me masajeo el adolorido pie mientras me acerco al objeto enterrado. Parece una piedra en forma de pirámide, extrañada, intento apartar la arena de alrededor de la piedra acabada en punta.

Después de lo que me parecen horas consigo descifrar lo que es, y eso no me hace sentir mejor. La piedra resulta ser la esquina de la pared de una casa. ¿Que narices significa esto? ¿porque hay un edificio enterrado?

Un sentimiento extraño comienza a subir por mi estómago hasta instalarse en mi pecho. Angustia. Una angustia que no me permite pensar con claridad.

De pronto, un brillo atrapa mi atención, me alejo del edificio enterrado y me acerco al brillo que viene de la arena no muy lejos. Ese brillo me resulta familiar.

Cuando estoy justo delante el brillo se apaga, dejándome ver una pequeña piedra en forma de corazón y del color del arco-iris. Fascinada y emocionada, acerco mi mano a la piedra hasta que mi dedo indice se posa en ella.

Enseguida una luz me ciega y hace que retroceda sorprendida y asustada. Cuando vuelvo a abrir los ojos una hermosa mujer de mirada amable me observa.

-Hola, pequeña- me saluda con cariño- has pasado por mucho...

-Majikku...- susurro lanzándome a sus brazos abiertos- nunca pensé que te vería un día en persona.

-Bueno, aquí todo es posible- explica separándose de mi.

-¿Donde estoy? ¿Estoy muerta?- pregunto observando mi alrededor, una suave risa hace que la vuelva a observar.

-No cielo, no estas muerta.

Me la quedo mirando, esperando a que continúe.

-Ven - me indica ofreciéndome una mano- te llevare con los demás

Agarro su mano sin duda y pronto nos encontramos en otro lugar, este sigue estando rodeado de arena, pero la diferencia es que un gran edificio se alza en medio de la nada. Parece un templo, de altos techos y gruesas columnas que los sostienen, todo de color blanco.

Es extraño encontrar un edificio solo en medio de la nada.

-¿Que...?- comienzo pero Majikku me manda callar.

Nos adentramos en el enorme templo, el interior es amplio, ningún mueble decora el lugar, solo están las paredes y las columnas que sostienen la estructura.

Nos acercamos a la pared del fondo sin prisas y, mientras nos acercamos, puedo ver algo diferente en la pared.

Una enorme estrella de doce puntas se despliega en la pared y en las puntas de dicha estrella relucen las piedras, todas, menos la de Majikku.

Ya nada volverá a ser igual ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora