O que Los Ángeles nos arrasé a nosotras, o al menos a mí, pensé. 

Minutos después de finalizar el desayuno cogimos un taxi hacía el centro.

Recorrimos las grandes calles abarrotadas de gente y, sobre todo, de tiendas. Había un muy buen ambiente. Estuvimos en más de cuatro tiendas de zapatos, y sin poder contenerme decidí comprar dos pares. Después pasamos a una pequeña tienda de bisutería y Sara y yo compramos una pequeña pulsera igual, era como algo que sellaba nuestra amistad. Una amistad de verdad. Estuvimos también –con el premio ganador–en casi nueve tiendas de ropa. Si mal no recuerdo, me había comprado dos vestidos para salir días normales, con estampados alegres y primaverales. Algunos shorts para el verano y varias blusas. 

Pasamos una buena mañana, pero sin duda el momento en el que más me reí fue cuando unos chicos, de nuestra edad más o menos, se acercaron a nosotras. Para su desgracia, no eran de nuestro gusto físicamente, y con la intención de pasar un buen rato, fingimos hablar otro idioma –inventado– y ellos se quedaron totalmente de piedra. No tenían muchas luces, que digamos. Fueron unas muy buenas risas. 

Finalmente, tras pasar la mañana de compras, pero bajo el punto de mira de la cámara de varios fotógrafos tras de mí, decidimos sentarnos en un restaurante a comer algo. Estuvimos cerca de dos horas comiendo y riéndonos. Tomamos un deliciosos postre y pagamos. 

Cuando nos acercamos hacía la puerta de salida del restaurante -si es que se podía salir- mi vista se agrando notoriamente. Esta plegado de paparazzis, fotógrafos, entrevistadores. Absolutamente lleno. 

-¿Que pasa aquí? –dijo Sara, observando la cantidad de personas.

Un mal presentimiento rondó mi mente. Y rogué interiormente para que no fuese nada malo, o nada sobre Justin. Por favor.

-Ni idea... –musité, con temor. No me olía nada bien. 

Uno de los camareros nos abrió la puerta y enseguida, como si de una ola se tratase, todos se lanzaron sobre mí con todo tipo de preguntas.

-Melissa, ¿Melissa, como estas?

-Bien. –contesté intentado caminar.

-¿Te has enterado de lo que ha pasado con Justin? –dijo uno.

-¿Habéis roto? No creo que sigas con él después de eso. ¿Tienes algo que decir? –dijo una chica.

Sara y yo caminábamos sin parar, con todos detrás nuestro.

-¿Conoces ala chica? Parece que es una modelo. Aunque todavía no tenemos el nombre. –informaron por detrás.

Sentí mi corazón acelerarse, no por anda bueno

-¿Te lo ha contado él? ¿No teníais una buena relación? ¿Por que te haría algo así?

-Mira, ahí esta el taxi. Corre.

Subimos rápidamente al taxi, y con toda la gente por el medio aun llamándome.

Cerré los ojos una vez sentada en el taxi, y suspire, recapacitando.

-Mel... no saques conclusiones precipitadas. Sabes que todo el mundo inventa mucho.

Tenía razón, no iba a dejar que una estúpida mentira lo estropeara de nuevo entre Justin y yo.

-Sí, lo sé. Tienes razón. Solo... Esta noche cuando hable con el le preguntaré y ya. –sonreí, insegura.

-Sí, es lo mejor. –sonrió, convincente-. Por cierto, ¿Cuando estrenamos esos tacones?

Ambas reímos.

Llegamos al apartamento un rato después y Sara, nada más entra se tiró en el sofá.

By your side. {Justin Bieber} {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora