En un primer momento me sorprendí al ver el cuerpo de Justin totalmente entrelazado con el mío, hasta que finalmente recordé que anoche vino, al igual que recordé como grababa aquel vídeo, como besaba a Cailin y como prácticamente se devoraban con la mirada. Y por eso me fui a mitad de tarde. No estaba dispuesta, ni podía aguantarlo. Me inundaban los celos. Así que sin más opciones, regresé a casa.
Restregué mis ojos, con bastante sueño.
Gire mi cabeza y me encontré con el rostro tranquilo y dormido de Justin en mi cama.
Me alegraba la idea de que hubiese venido a dormir conmigo. Pero es que, el vídeo, esa chica, seguían revolviéndome las tripas.
De nuevo parte de las escenas que vi volvieron a mi mente.
Aparte el brazo de Justin de mi con un tanto de brusquedad y me levante de la cama. Me metí en el baño y tras soltarme el pelo me deshice del pequeño pijama que llevaba.
Encendí el grifo de la ducha y tras poner el agua a la temperatura adecuada me adentre en ella.
El agua traspasaba todos y cada uno de los poros de mi piel. Cogí la esponja y puse un poco de jabón con aroma de coco sobre ella. Enjuague con ella todo mi cuerpo y limpie la espuma que quedaba sobre mi piel. Sintiendo como el agua caliente me aportaba un placer exquisito.
Cogí, ahora, champú para el pelo, y mientras lo aplicaba oí como la puerta del baño se abría.
-Cariño... –la voz de Justin sonó. Más bien ronca, y a la vez suave.
-Dime.
Tal vez era el típico mal humor mañanero, pero sinceramente no tenía muchas ganas de hablar con él.
Y sí, todo tenía una sencilla explicación: Celos, celos y más celos.
-¿Hay un pequeño hueco para mi ahí? –preguntó. Veía la sombra de su mano acariciar seductoramente la cortina de la ducha.
No sé si es que se pensaba que era tonta o qué. Y que después del coqueteo que veía ayer mientras grababan, todo iba a estar como si nada.
-Justin, tengo prisa.
-Pero, ¿Hoy no vas a las practicas no?
-No, pero tengo que ir a comprar. –expliqué, siendo bastante tajante.
-Rubia, para eso no hay prisa.
-Sí, para mi sí hay prisa. Así que si puedes salir del baño... Te lo agradecería.
-Bueno, tampoco pasa nada. Te puedo acompañar.
-No es necesario.
-¿Se puede saber que te pasa? –dijo, con un tono mas frustrado.
-Oh. Adivina adivinanza. –dije, con el tono más sarcástico que podía. Mientras terminaba de enjuagarme el pelo y lo escurría.
Suspiro fuertemente.
-Odio cuando te pones sarcástica. –espetó.
-Yo odio cuando te tienes que besar con una tía en un vídeo, y mira, lo aguanto. –de nuevo, hable sarcástica.
-¿Puedes superar ya esa maldito tema Melissa? Pareces una jodida cría.
Eso me había fastidiado. Bastante.
-Y tu pareces un jodido gilipollas. –alce la voz-. Tal vez si yo te importará como tú me importas a mi, en esta misma situación, actuarías igual. –espeté.
-No empieces a desviar el tema. !Nadie ha dicho que no me importes¡
-!Pues lo parece¡ –chillé.
