Capítulo 26.

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La noche había sido muy tranquila. Christian estaba apenas despertándose, pero no abrió los ojos; estaba pensando en el sueño extraño que había tenido con Charlotte anoche. Nunca había tenido un sueño del estilo, estaba tan confundido que no sabía si pedirle a su madre respuesta sobre aquello o...

Entonces, sonó la alarma, obligándole a levantarse por las malas. Enojado y con los restos del sueño todavía encima de él, la apagó. Desechó rápidamente la idea de contarle a su mamá el sueño extraño que había tenido, pues quizá ella no lo entendería...

Fue al baño. Pensaba en eso mientras las gotas frías de la mañana chocaban contra su cuerpo. Todavía estaba un poco en shock por lo que había soñado, pero era muy natural, ya que mucha gente solía soñar lo que él... ¿O no? Como sea, lo mejor era olvidarse del tema. Al menos por ahora.

Cuando terminó, se vistió y comió algo antes de irse. Se despidió de su madre y salió.

Cuando pisó fuera de su casa, recibió un mensaje.

«Chris, dame unos quince minutos. Me quedé dormida. Raquel ya está aquí », el mensaje era de Charlotte.

Él se alzó de hombros y fue a la casa de la muchacha. Al llegar, se sentó a esperar afuera.

Mientras tanto, Charlotte estaba con Raquel en su cuarto.

–Raquel, no sé qué labial ponerme –decía.

–El rosado me gusta más –respondió Raquel. Charlotte le hizo caso a su mejor amiga–. Realmente no sé porqué te preocupas por estas cosas, si tú eres linda naturalmente. Bueno, ¿Estás lista?

Charlotte asintió. Guardó sus cosas y se fue con Raquel siguiéndole. Cuando abrió la puerta, se encontró con Christian justo en la entrada. Él al parecer no se había percatado de la presencia de ella. Puso sus dos manos en sus hombros, pero él sin dar previo aviso, la levantó haciendo que la muchacha se llevara una gran sorpresa.

– ¡Christian! –gritó.

– ¿Cómo va todo, Evans? –replicó. Volteó para saludar a Raquel.

– ¡Christian, bájame! –pedía aunque cada vez se sujetaba más de él por medio a caer.

–Es más fácil si dejas de apretarme –la bajó.

–Eso fue peligroso, pude haberme caído.

Él se le acercó a la cara.

–Conmigo jamás te hubieses caído –dicho esto, la abrazó.

Raquel se aclaró la garganta para llamar la atención de sus amigos.

–Bien, mucho amor por hoy –dijo. Al escucharla, ambos se separaron–. ¿Nos vamos ya?

Los dos asintieron con la cabeza y partieron hacia el liceo.

Cuando iban a mitad de camino, reinaba sobre ellos un silencio muy extraño. Raquel estaba pensando en sus padres en la cárcel, que a pesar de todo, los seguía queriendo. Christian miraba a Charlotte de vez en cuando, pensando en las palabras que le había dicho su madre. Charlotte estaba preguntándose si Raquel tenía razón con respecto a su mejor amigo, aunque ella esperaba que no fuera verdad, puesto que no estaba realmente segura si sentía por él amistad o amor.

La morena tenía mucho tiempo que no sabía nada de sus padres, puesto que éstos un buen día dejaron de responder a sus cartas definitivamente. Ella sabía que ellos ya no la querían como antes, de hecho, puede que ni siquiera la quieran, pero ella sí a ellos, por lo que el asunto le afectaba muchísimo. Había dejado de enviarles cartas a ver si ellos se dignaban a responderle aunque sea una al no saber de ella, pero ya habían pasado tres semanas desde eso y todavía no sabía nada. No los quería visitar en la cárcel porque no la dejarían. Estaba triste aunque esa tristeza la ocultaba con una sonrisa, pues sabía que sus amigos no tenían la culpa de nada y que por lo tanto, no sería justo hacerles sentir mal. Sin embargo, ese día algo falló y su tristeza no pudo ser ocultada más.

Christian, por otra parte, él sí sabía que sus padres lo querían, pero no le veía el sentido a irse de la ciudad para culminar sus estudios en un lugar donde pudiese obtener una beca por sus buenas calificaciones. Estaba consciente de que su mamá había hecho todo lo posible, pero sin embargo, todavía le quedaba una duda... ¿En dónde se quedaría? ¿Con su papá? Viviría incluso mejor, pero no quería tener nada que ver con aquella mujer y sus molestos y feos hijos. Odiaba cuando hacían el fallido intento de compararlos, puesto que él no los quería y los malcriados niños tampoco lo querrían a él (o eso era lo que pensaba) por haber sido el primer hijo de su papá y el producto del primer matrimonio que tuvo. Por otro lado, y teniendo eso en cuenta, no quería dejar a su mamá sola, pero tampoco podía ir a una universidad donde los pagos mensuales sean altísimos o quedarse sin estudiar y sólo trabajar. A su mamá no le gustaría eso para nada, porque ella quería que su hijo fuese un profesional, alguien en la vida.

Charlotte miraba a sus dos mejores amigos. Los veía perturbados por sus propios pensamientos. Estaban en un completo silencio que ella decidió romper.

–Chicos... –llamó la atención de ambos–. ¿En qué piensan? Los veo tan concentrados.

Ellos sonrieron por la misma razón: la evidente preocupación de Charlotte.

–No te preocupes, Charlie –dijo Raquel–. No es nada del otro mundo.

–Lo mismo digo, Evans –añadió Christian, revolviéndole el cabello–. No hay nada de que preocuparse.

– ¿Están seguros? No me convencen. Se ven...

Fue interrumpida por el abrazo que los dos le dieron al mismo tiempo. A Raquel se le salían las lágrimas, mientras que Christian estaba muy serio para ser él.

Cuando el abrazo terminó, la morena le sonrió y sacó su maquillaje para retocarse, mientras que el muchacho le dio un beso en la mejilla.

–No entiendo nada de lo que acaba de pasar –dijo Charlotte –, pero si les ayudé en algo, pues no necesito explicaciones.

–Te explicaré todo después –prometió Raquel tomándola de ambas manos–. Muchas gracias, ahora vamos.

Charlotte miró a Christian, esperando lo mismo de él, pero al parecer no tenía las mismas intenciones de Raquel de explicar lo que tenía en mente. Al menos, no todavía. Le dolería mucho decirle la verdad a Charlotte.

–Evans –la llamó, captando la atención de la misma y su mirada tan hermosa e intensa–. Lo lamento. No puedo decir lo mismo que Raquel, al menos, no todavía.

Ella sólo sonrió, compresiva.

–Está bien, no cuentes algo que es doloroso para ti –a él le conmovió la comprensión de su mejor amiga–. Si puedo ayudarte, sólo dime.

Él asintió. Le importaba mucho esa chica... Pero no podía distinguir si era amistad o...

Sacudió su cabeza. No iba a nublarse con esos pensamientos. Necesitaba tener la mente clara en todo momento.

Esperaba tanto el no tener que tomar nunca aquella decisión tan complicada... Pero dentro de sí, sabía lo difícil que sería no hacerlo en algún momento.

Lo único que le quedaba ahora era disfrutar el presente, lo cual estuvieron haciendo los chicos todo lo que quedaba del día.

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Recordatorio: El especial navideño no toma lugar en la historia sino después de algunos acontecimientos. Yo misma les avisaré y además, lo ordenaré para que sea menos confuso. 

Hola misijos. ¿Cómo les fue hoy? ¿Les hicieron bromas, se divirtieron? Realmente yo no tengo la (¿Cuál es la palabra?) costumbre de celebrar el día de los inocentes, no me gusta mucho, pero quise hacer aunque sea una pequeña bromita que yo sabía que no iba a causar demasiado efecto x'D

Bueno, espero que les guste esta parte de la historia -borraré el capítulo de la broma para que no interfiera- y nos vemos luego ♥ los quiero mucho. 

-Vic~

POS: Por si las dudas: El capítulo no es una broma. Christian realmente está entre tomar la decisión de ir a una buena universidad y dejarlo todo, o no estudiar y trabajar. Vamos a ver qué decisión tomará.

Un Pronto Adiós. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora