Capítulo 17.

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La persona que tocaba la puerta se trataba de Charlotte, quién estaba con la misma ropa del día anterior por el simple hecho de que Christian no tuvo el valor de cambiarla y Raquel ya no estaba por esas zonas.

-¿Christian? ¿Qué hago yo aquí? -preguntó adormilada.

-Es extraño que lo preguntes, pensé que lo sabías -respondió sin desviar la mirada de lo que estaba haciendo-. ¿No lo recuerdas? Tú cayendo desmayada y todo eso.

-¿No fue un sueño?

-No que yo sepa. Por algo estás aquí.

Charlotte suspiró. Se fijó en los cuadernos de el muchacho, los cuales estaban desperdigados por todas partes.

-Es injusto que tú estés haciendo todo lo que retrasaste por mi culpa y yo no pueda hacer nada al respecto.

-No te preocupes, ya estoy por terminar. -Christian cerró el cuaderno y lo fue a guardar-. Supongo que tienes hambre, ¿Querrás algo para desayunar?

-Puedo hacerlo yo, si quieres.

Él volteó a verla.

-No querida -dijo con una sonrisa-, me dijeron que tenía que cuidarte, así que quédate tranquila un momento. Yo lo puedo hacer.

-¿No te puedo ayudar?

El muchacho lo pensó un rato. La insistencia de Charlotte le causaba gracia de cierto modo. Asintió con la cabeza.

Después de desayunar, Christian le indicó a Charlotte donde quedaba el baño para que ella pudiera hacer lo que quisiera. Tímidamente, la muchacha le agradeció y se fue.

Mientras las gotas de agua fría caían sobre su cuerpo desnudo, ella reflexionaba. ¿En qué momento había sucedido esto? ¿En qué momento había dejado de odiarlo para considerarlo un amigo más? No entendía. Y sobre todo, ¿Por qué él hacía esto por ella? ¿Era pura amabilidad? ¿O le exigiría algo a cambio?

Escuchó que alguien tocaba la puerta del baño.

-Charlotte, te dejaré un cambio de ropa. Por cierto, Raquel está aquí. Quería saludarte y asegurarse de que estuvieras bien -avisó. Abrió la puerta del baño lo suficiente para que su brazo entrara y poder dejar la ropa que le había traído Raquel. No quiso ver dentro del baño, así que miraba hacia otro lado mientras lo ponía todo en un lugar seco.

Después de eso, Charlotte escuchó la puerta del baño cerrarse y unos pasos dirigirse hacia la planta de abajo.

Raquel había entrado anteriormente a la casa de su mejor amiga gracias a un juego de llaves que tomó de su bolso. Pensó en devolverlo al irla a visitar a casa de Christian, ya que supuso que estaría ahí con él.

-¿Cómo se encuentra? -preguntó Raquel. Estaba sentada en un comedor.

Él se sentó en frente de ella y suspiró, sosteniendo el peso de su cabeza con la mano derecha.

-Estaba preocupada porque no podía pagarme lo que estaba haciendo por ella. -miró a Raquel a los ojos-. ¿Por qué se preocupa por eso? Somos amigos, es lo menos que puedo hacer.

Raquel lo miró con una sonrisa pícara.

-¿Sabes? Siempre pensé que estabas enamorado de Charlotte.

Christian de repente se puso firme y se sonrojó.

-¿Pero qué tonterías estás diciendo, Raquel? -preguntó.

-¿No es la verdad, Chris? -rió-. ¡Por favor, admítelo! Te gusta tanto estar con ella... ¡A pesar de que te evitaba al principio y no quería saber nada de ti! Yo sé que te gusta. No tienes que ocultarme nada.

Un Pronto Adiós. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora